miércoles, abril 18, 2007

YO SOY LAS DOS COSAS. Y, POR CIERTO, EL EBRO NO ES EL NILO.

(La verdad, 13/04/07)
‘Aunque yo te provoque, no es admisible que caigas en la crispación’. Esto viene a ser, más o menos, lo que el gobierno actual expresa cada vez que plantea un proyecto legislativo. Ahora le toca el turno a las ingenierías superiores y técnicas que, según parece, el citado gobierno pretende igualarlas. Es posible que algún ingeniero superior no se sienta agredido de llevarse a cabo tal medida, pero lo cierto es que igualar "por debajo" a unos y otros, ingenieros e ingenieros técnicos, supone el enfado monumental de los primeros, de tal forma que de continuo habrán de crisparse. Yo soy las dos cosas: ingeniero de caminos e ingeniero técnico de Obras Públicas, y una de dos, o yo soy un estúpido o bien distingo lo que es una cosa de la otra, si de aprender más se trata. Lo cierto es que siempre pensé que valía la pena el esfuerzo suplementario de pasar de un sitio a otro, por lo que se me puede acusar de estar crispado, ¿no es lo natural? Claro que es lo natural, como que el agua del Ebro vaya al mar, pero no toda. Lo natural es que los ríos vayan a parar al mar, que es el morir; y también es natural que procedamos con orden y acierto a proteger esa llegada de agua dulce al infinito mar salado. Dice la catedrática Rosario Vidal Abarca (desde aquí le reitero mis respetos ecológicos) que el agua del Ebro -agresivo y caudaloso- debe ir toda ella al mar, y que esto a todos nos beneficia (sic). Los boquerones y las anchoas lo agradecen, pero es obligado recordarle que biólogos catalanes acreditados (eso espero) establecieron en su día que la correlación matemática entre las detracciones producidas por el ya fenecido trasvase del Ebro y las capturas de anchoas y sardinas en la zona afectada de Tarragona era respectivamente del 12% y el 0%. Es decir, cosa del azar y no de depredadores hidráulicos.

¿Y qué desgracia tan grande hubiese supuesto para nuestro querido Medio Ambiente que durante este último mes tan abundante en agua, por la parte del norte, se hubiesen ‘distraído’ 160 hectómetros cúbicos de haber existido el tubo (proyectado para mantener economías propias -y más cosas- de las insaciables tierras del sur) capaz de suministrar 61 m3/seg.?

Vidal Abarca acusa de demagogos a quienes mirando las alborotadas aguas del Ebro en este abril lluvioso recuerdan (¿crispados?) lo bien que hubiese venido a todos un poco, un algo, una gelepa quizá, de ese furioso caudal. Y no es demagogia, es sentido común. La Naturaleza puede ser corregida, y esa corrección debe ser procedente y respetuosa frente a generaciones futuras. La catedrática afirma con rotundidad (y sin demagogias, ¿o no?) que ‘el desbordamiento ayuda a reconstruir las llanuras de inundación sobre las que después se puede cultivar, mejor, en definitiva porque, querámoslo ver o no, este agua no puede paliar la sequía estructural del sureste’. Pero, por suerte, sí puede. Y además -tómese nota de ello- es preciso recordar que no vivimos en las cavernas y que dejamos atrás siglo XX. No creo que sea de recibo, ni siquiera bajo el punto de vista conservacionista extremo, que pensemos en los ríos como corrientes intratables de agua abundante ahora y escasa después, tal que hay que conservarlos exactamente como la Naturaleza nos los ofreció. ‘Los perjuicios de los fenómenos hidrológicos naturales no son solucionables con obras hidráulicas, son un problema de ordenación territorial’ afirma con rotundidad nuestra profesora, a lo cual puede contestarse con naturalidad lo siguiente: "cuando abrimos grifo del bidet, ¿a qué se debe, al resultado de una obra hidráulica o una ordenación del territorio eficaz? Lo cierto es que a las dos cosas. Y no digamos nada de lo que se dice en Aragón tras la riada que naturalmente ha terminado en el mar (o sea, en el morir). Por ejemplo, dice el alcalde de Cabañas: "tenemos que analizar las causas de que nos cueste tanto defendernos del río (...) hay que buscar soluciones porque no se puede levantar el suelo de los pueblos". O, el alcalde de Pina: "queremos soluciones con sentido común y que lo que nos está perjudicando que se arregle". Pero mejor esto del alcalde de Pradilla: "si el problema es complejo, habrá que poner en marcha soluciones complejas. Lo que no vale es no hacer nada". Y a todo esto, Expoagua espera que baje el nivel de las aguas para ver qué reparaciones se deben hacer en el parque de la Expo 2008: de momento activar dos planes de emergencia.

O sea que el Ebro no es el Nilo que hizo feraces las tierras limosas de sus riberas. El Ebro es un río regulado tal que de no haber existido la regulación de presas (Itoiz y Yesa, por ejemplo) lo más probable es que hubiesen tenido que sacar la Virgen del Pilar en helicóptero. La regulación hidráulica es un invento de los ingenieros superiores (y tal vez, de los de grado medio) que ha hecho posible no sólo que podamos hacer uso del bidet, sino que también haber podido multiplicar por 5 el agua disponible de modo natural. Creo que los ordenadores del territorio han de tener un papel prioritario en eso, en la Ordenación del Territorio. También soy de los que piensan que la filosofía que emana del ecologismo es de mucho interés para cualquier tipo de proyecto, pero de lo que sí estoy muy seguro es de que los ingenieros de caminos (y los de obras públicas también; sí, hombre) todavía tienen mucho que hacer en cuanto a obras hidráulicas que nos benefician a todos, en la misma medida que nos beneficia que el agua -no toda- vaya al mar. Todos unidos (anchoas, boquerones, ecologistas, ingenieros etc.) hemos de defendernos del cambio climático. Con una condición: que su amenaza sea analizada por los científicos, y no por directrices políticas y fantasmales.

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