viernes, mayo 16, 2008

DEDICADO A QUIENES RESPETO, SIN EMBARGO

'A los ecologistas, hay que escucharlos siempre; otra cuestión es hacerles caso' (Del acervo cultural del pueblo sabio"




Dedicado a quienes defienden, excluyendo el conjunto de todo lo demás, a los cornicales, azofaifos, siemprevivas, orquídeas, sabinas negras, tueras, cardaviejas, ispágulas, espinos, zamarrillas, tréboles reventones y ajos de flor negra. También, a los que se parten el pecho para proteger al lagarto ocelado, lagartija coirroja, eslizón ibérico, conejos, jabalíes, zorros, búhos, águilas, azores, halcones (perdiceros o peregrinos), cogujadas, terreras, alcaravanes, tarabillas, currucas, camachuelos trompeteros, gaviotas, cormoranes, pardelas, gatos, perros e insectos de variada condición. A todos ellos, me dirijo en nombre de quienes admitimos tal defensa pero exigimos que el hombr@ sea considerado como el eje indiscutible de todo el conjunto de la Naturaleza, pues ésta le ha sido dada para su disfrute y conservación.


Vaya pues, mi modesto discurso para todos ellos:




FRENTE A LAS DEFENSAS DISCRIMINADAS: ESTUDIAR MÁS, ADEMÁS.

El procedimiento basado en la desalación para proveer de agua de abastecimiento al ciudadano goza de unas características que le hacen muy útil (a veces de modo imprescindible) a la hora de satisfacer las necesidades humanas. Pero no es de esto de lo que quiero hablar sino de la cantidad de flecos ambientales que han quedado sueltos tras una decisión (derogación del trasvase del Ebro y entronización del programa AGUA) de contenido político, apresurada, plena de improvisación, sin cobertura ambiental, de tintes sectarios y con discriminación muy específica de territorios. Todo ello con la inestimable ayuda de una parte del colectivo ecologista, a veces caracterizada por el empleo de argumentos de carácter político y un pretendido barniz científico. Por eso, al mundo ecologista (al que conviene siempre escuchar pero no apreciar, en la mayoría de los casos), le invito estudiar más, pues sus conocimientos son limitados, a fin de resolver muchas dudas normativas respecto al comportamiento de la salmuera en el medio marino. Y esto tiene mucho sentido puesto que en la actualidad existe un notable vacío legal respecto a las limitaciones de esos vertidos de salmuera al mar Mediterráneo. Veamos si no.
La Directiva relativa al Vertido de Sustancias Peligrosas al Medio acuático (2006/11/CE) no incluye nada acerca de las características de la salmuera. Las Directivas 91/271/CE y 98/15/CE sólo citan algunos parámetros significativos en vertidos de desalinizadoras. La Directiva de Calidad de Aguas de baño (2007/6/CE) anota parámetros biológicos propios de las aguas residuales urbanas pero no de la salmuera. La Directiva de Calidad de las Aguas para la Cría de Moluscos (2006/213/CD) basa sus restricciones sobre moluscos y no sobre las fanerógamas marinas. La Directiva Marco del Agua (2000/60/CE) recoge la concentración salina como indicador físico-químico de calidad pero no fija valores límite. Es de esperar que el colectivo ecologista, tan puntilloso, pueda mejorar el estado del arte en esta especialidad.
Puestos a seguir sugiriendo nuevos estudios a los nobles componentes del ecologismo mayormente radical, y dado la fantástica dimensión que alcanza la desalinización masiva a lo largo del litoral mediterráneo, podríamos aceptar de buen grado precisiones acerca de algunas dudas de carácter técnico que afectan al comportamiento de la salmuera en medio marino y sus posibles efectos sobre los ecosistemas. Así, podrían establecer los umbrales críticos de salinidad para otras especies de interés como la Cymodocea nodosa, la Zostera noltii, además de la recurrente Posidonia. También, deberían estudiar el vertido de la salmuera sobre estructuras porosas, diques y muros de escollera, pues proliferan en el litoral mediterráneo. En fin, y para la sociedad en general sería muy satisfactorio hacer gala de un punto de vista científicamente riguroso que elimine dudas acerca de las características y propiedades de la salmuera, los límites críticos de salinidad para los hábitats y especies más relevantes, los sistemas de vertido, el comportamiento diferido de la salmuera en medio marino, buenas formulaciones matemáticas, eficaces herramientas de modelización, expresión segura de planes de vigilancia, así como criterios para la optimización del diseño. Y para que el agobio intelectual no produjera el desánimo de los estudiosos, bien podrían ayudarse de los ingenieros hidráulicos que resuelven los problemas físicos referidos a la intrusión de la pluma hipersalina en el mar, tanto en campo cercano como un poco más allá. Para empezar, se puede visitar la web:
http://www.ciccp.es/webantigua/rop/revistas/2008/mar2008/ciencia.htm#2

Tengo la profunda sensación de que si el ánimo ecologista llevado a ultranza con el objetivo de derribar el trasvase del Ebro se hubiera empleado para exigir respeto ambiental a la desalación masiva incluida en el programa AGUA, ni una sola de las plantas se hubiera podido llevar a cabo con tranquilidad (aunque sí por narices, y en plan marcha militar). El ecologismo radical tiene sus conocimientos limitados (por la política) pues, ¿cómo si no defender que un montón de fábricas de agua a pie de mar son menos agresivas que otro montón de kilómetros de tubería, enterrada en más del 50% de su longitud y transportando el 24% del caudal ambiental excedente en la desembocadura del río más caudaloso de España?

Nota.- La expresión “agua de boca” me parece una estupidez, un invento de los políticos que sólo lleva a la desorientación. Mejor, mantener el término “abastecimiento” que engloba no sólo el agua para beber sino el de la ducha, el lavavajillas y el bidet, entre otros.



EJEMPLO DE DISENSIÓN ENTRE INGENIEROS DEL MISMO ÁMBITO: AMBIENTALES DISCREPANCIAS


Alfonso Rueda García-Porrero es ingeniero de caminos y profesor de Ingeniería Ambiental en la Universidad de Alicante.

El Consell no cuenta lo que sabe sobre el trasvase del Ebro
No salgo de mi asombro cuando veo que el Consell sigue defendiendo el trasvase del Ebro como solución para paliar el déficit hídrico de nuestra zona, cuando hace tiempo que se demostró, calculadora en mano, que es una opción mucho más cara que la alternativa de la desalación. A los alicantinos nos costaría más euros por cada metro cúbico traer agua desde el Ebro que producirla con desaladoras.
¿Hay alguien que quiera pagar más por lo mismo? Sí, sí que lo hay: el Consell pretende pagar más por el agua de lo que cuesta realmente y, por supuesto, con el dinero de todos los valencianos. El precio del agua desalada es fijo y contrastado. Si sumamos los costes implicados de energía, explotación y amortización de las instalaciones se obtiene un precio medio actual de 50 céntimos de euro por cada m3. Se debe remarcar lo de actual, pues en la última década el coste de producción de agua desalada se ha reducido a la mitad y es previsible que continúe bajando en los próximos años. Este precio es prácticamente independiente de quién y dónde desale, pues cuesta lo mismo en la costa mediterránea que en California. Eso sí, se debe disponer de agua de mar, por lo que esta solución es viable sólo para las regiones con acceso al mar.
Por otro lado, cuando hacemos números para calcular el precio del agua del trasvase del Ebro y sumamos el mismo tipo de costes con datos extraídos del derogado Plan Hidrológico Nacional nos llevamos la gran sorpresa. Resulta que llevar agua del Ebro a Almería cuesta el triple que desalarla del Mediterráneo, el doble en caso de llevarla a Murcia y un 50% más caro para Alicante. ¿Conocían este dato? ¿Sabían que resultaba más caro trasvasar agua desde un lugar tan lejano como el Ebro que desalarla desde un lugar tan cercano como el Mediterráneo? Exactamente lo mismo ocurre si en lugar de euros manejamos unidades como consumo energético o producción de CO2. Todo es consecuencia de la distancia a la que se encuentra el Ebro de estos lugares. Cuanto más lejos, más caro, y el Ebro está lejísimos.
El gobierno valenciano haría bien en dejarse asesorar por técnicos independientes que les expliquen y si es necesario le hagan algunas sumas y restas que no tienen demasiada complicación. Si descartamos que el equipo gobernante tenga poca capacidad para entender asuntos triviales sobres costes, energía, amortizaciones e impacto ambiental la única explicación que encuentro para defender que los valencianos paguemos más por el agua trayéndola del Ebro que desalándola de la orilla del mar es que sea rentable en votos. Efectivamente, hacer demagogia sobre el agua es fácil y rentable políticamente, pero por otro lado es cruel y mezquino si consideramos la necesidad que tenemos en esta zona, y ya no tanto para regar los cuarenta y tantos campos de golf que promociona nuestro gobierno, sino para hacer viable el proyecto de vida de mucha gente, y especialmente los que se dedican a la agricultura.
Imagino en ocasiones que si algún gobernante, dejándose llevar por su obstinación y megalomanía realizase la brecha de 900 kilómetros al territorio que supone el trasvase del Ebro, tras su pomposa inauguración quedaría como monumento a la incompetencia y al despilfarro. Nadie pagaría más por traer agua del Ebro que por tomarla del mar y desalarla.
Mi formación como ingeniero hace que evite plantear predicciones sin base científica y matemática. Aun así, tengo la completa seguridad de que cuando tarde o temprano el PP gane las elecciones generales, no construirán el trasvase del Ebro, aunque hasta ese momento y por lo visto el patio, estoy convencido de que seguirán cosechando votos en nuestras tierras basándose en grandes engaños de alta rentabilidad electoral.
Considero que el engaño sobre el precio que debemos pagar es el que más longitud aporta a la nariz de nuestro particular Pinocho. Aun así, hay otro engaño que podríamos ubicar en la punta roja de esa creciente narizota. Engaño que juega con algo que es de todos, que es nuestra casa y la de las próximas generaciones: el medio ambiente. Ciertas voces mal o maliciosamente documentadas insisten en que la desalación genera un impacto ambiental inasumible en los ecosistemas marinos. No es cierto. Si se hacen bien las obras -lo que se debe dar por descontado-, los impactos ambientales son mínimos y todas las zonas marinas afectadas por las obras son recuperables. Basta con verter la salmuera a profundidades mayores de 30 metros, donde no existen praderas de posidonia, puesto que necesitan luz para desarrollarse. A partir de ahí, la mayor densidad de la salmuera garantiza su dilución sin riesgo de acercarse a zonas menos profundas. Es así de sencillo, aunque no sea barata la construcción de los emisarios necesarios.
No es tan fácil evitar los impactos sobre los ecosistemas terrestres que provocarían las obras del trasvase con sus faraónicos 900 kilómetros de canal de 20 metros de anchura (como dos veces el trayecto entre Alicante a Madrid), vallado e infranqueable, al igual que los fosos de defensa de los castillos. Debemos tener en cuenta que sustituir la superficie de nuestra tierra por hormigón produce impactos definitivos e irrecuperables en la zona ocupada. El trasvase ocuparía unas 2.000 hectáreas de territorio, frente a las 25 hectáreas que ocuparía todo el conjunto de desaladoras con capacidad de equivalente. La comunicación entre un lado y otro del canal de personas, vehículos, animales, escorrentías de agua, etcétera, queda seriamente afectada cuando no eliminada. La energía y el CO2 emitido a la atmósfera por la elaboración y puesta en obra del hormigón necesario es tan descomunal como profundo es el silencio al que se ha sometido este asunto. Y aún quedan temas como la mala calidad del agua del Ebro que podría llegar a empobrecer las tierras regadas, la invasión de especies foráneas que alterarían los ecosistemas o los impactos sociales y ambientales generados por las inundaciones de valles que provocaría la construcción de las nuevas presas necesarias para regular los caudales trasvasados.
Conviene recordar a los políticos que tienen el deber de administrar nuestros recursos adecuadamente, por lo que deben evitar que nos cueste más lo que puede costarnos menos, y si lo hacen mal que vengan otros más competentes. Es bueno también que tanto ellos como nosotros no olvidemos que la política es el único sector de empleo junto con el de entrenadores de fútbol donde no se debe buscar estabilidad laboral ni contratos indefinidos.
Para finalizar, me pregunto por qué tanto empeño en zambullirnos de lleno en la parte perversa de la economía global. Quemamos combustibles extraídos a miles de kilómetros cuando tenemos energía solar barata y suficiente sobre nuestras propias casas. Comemos manzanas argentinas cuando tenemos las de Beneixama a tiro de piedra. Queremos traer agua del Ebro cuando tenemos una fuente inagotable en nuestros mares. Ejemplos no faltan. No, la globalización no debería consistir en eso.

Alfonso Rueda García-Porrero es ingeniero de caminos y profesor de Ingeniería Ambiental en la Universidad de Alicante.





Aquí presento mi disensión:



Mi querido amigo y compañero: Acabo de leer tu extenso artículo publicado en el diario Información de Alicante. Tan solo referiré un par de juicios de valor (de intensidad ingenieril) acerca de su contenido; uno al principio, y, otro, de tono epigonoide, al final.

No estoy, en absoluto, por la labor de aceptar el término ‘Faraónico’ como calificativo a las obras públicas. No ha lugar, desde el punto de vista técnico y/o científico. Otra cosa es que desde la atalaya política, tan intrusiva, puede haber lugar para tal calificativo. Los ingenieros, y más sin son preceptores, deben cuidar sus palabras pues las autovías, en lo genérico ocupan más de 900 km.x 20 m. en conjunto. Dejan una huella importante en el territorio, pero lo ordenan y propician impactos, en su conjunto, mucho más favorables que dejar al vecino condenado al transporte de sangre. En fin, no me impresiona tu faraónico concepto de una obra pública que me interesa mucho, tal es el Trasvase del Ebro. Ni resulta adecuado dictar lecciones apelando a términos tan confusos como ‘megalomanía’.

(Fin del primer juicio de valor)

Me interesan, y lo digo con la humildad de quien no es profesor, los análisis integrales de cualquier proyecto. ‘Desde la cuna a la tumba’ quiere decir que debe tomarse en consideración todo, absolutamente todo, y en particular todo aquello (¡todo!) que afecte ambientalmente al territorio. Nada mejor que acudir, con humildad, a los criterios de LCA (Análisis del Ciclo de Vida) cuyos resultados respecto a la comparación entre Trasvase Ebro – Desalación (¿masiva?):
EN LCA, LA DESALACIÓN ES CASI CINCO VECES MENOS EFICIENTE QUE SU EQUIVALENTE EN UNA TRANSFERENCIA HIDRAULICA, PARA EL CASO DEL EBRO.


Esto, en lo que respecta a emisiones de CO2.

También esto, relativo al coste, genérico pero sorprendente para quién sostiene lo contrario :


Y, sostengo, como tú apuntas, que California se parece mucho a la costa mediterránea, aunque quizá sería más aproximado decir que a España, en su conjunto.

Respecto al precio que determinas para la desalación (50 c€) -con la rotundidad y preceptora intención del profesor de ingeniería ambiental-, te propongo el análisis del siguiente anuncio, cuyo carácter oficial se desprende de su autorizada fuente: MMA.
0,608318 €/m3

Tal anuncio, muy oficial, tiene una antigüedad de dos años; además, conviene tomar en consideración que el precio final tiene una componente muy rebajada: la inversión estuvo asistida en plan FEDER. Hasta el 70%, creo.

Los números cantan, son lo más exacto que podemos observar; también, luego, la física, si al número le dotamos de unidad. Y, en fin, la técnica, a la que tú y yo le damos valor interpretando ese número, su unidad y lo que es muy importante: ¡el dinero! Y todo en el marco de la sostenibilidad.

Y, para terminar con las ilustraciones, ésta a la que conviene observarla mirando de reojo la realidad incuestionable de que la desalación está llegando a su ideal termodinámico en cuanto al consumo de energía;: ¿3,2-3,5 kwh/m3?






No procede hablar de mentiras, en todo caso de criterios distintos, cálculos viciados y cosas así. Y, desde luego, mesura en los juicios pues si detrás de ellos se firma con determinado bagaje intelectual –el de la todavía acreditada profesión de ingeniero de caminos- el trastorno inducido tiene peores consecuencias –caso de estar errado- que cuando la fuente proviene del estamento político.

Tanto es así que me dispongo a pronunciar, como epítome fatal, mi segundo juicio de valor. Y ello en relación a las reservas con que la Junta de Gobierno del Colegio de ingenieros de caminos viene expresando respecto a la idoneidad de los estudios establecidos en la Escuela de Alicante, cuyo conjunto pretende satisfacer las condiciones previstas para la formación de ingenieros de caminos. Yo opino igual: tengo muchas reservas, aumentadas ahora tras ver en tu discurso debilidades didácticas de grueso calibre, alimentadas por criterios más que científicos, sentimentales. Por eso digo, como nuestro ilustre colega Juan López Martos: “Si el agua es un sentimiento, ¡apaga y vámonos”.

Dicho todo lo anterior con el mayor respeto. Un abrazo.


Juan Guillamón Álvarez

ANTE LA AMENAZA DE LAS BALANZAS FISCALES

“Los españoles aman profundamente la suma, pero desprecian los sumandos”. Así se expresaba el ya desaparecido Fuentes Quintana, cuando reflexionaba acerca de las peticiones que, en materia de inversión, las distintas comunidades autónomas reclamaban al gobierno central. La puesta en evidencia de una determinada balanza fiscal de una región en comparación con otra, no sé si servirá para algo más que enardecer el tono peticionario de las más favorecidas en relación con las demás.

Serán estudios rigurosos sobre la economía global española (eso de las balanzas fiscales) pero en mi reflexión solo cabe escepticismo. He tenido por convencimiento que –siempre- el mejor uso que se hace acerca de los dineros que el gobierno central distribuye a lo largo y ancho de las autonomías corresponde a los análisis que justifican las distintas categorías políticas. Pero la vida real es otra cosa. Veamos. Aquella región que recauda más, que genera más IVA, más IRPF, entre otras cuestiones, si reclamara mayor participación en las inversiones que han de venir desde Madrid, se encontraría en una situación muy parecida a quien (persona física) habiendo obtenido cuantiosos ingresos, producto de un trabajo rentable, y por consiguiente en situación de pagar mayor cantidad de impuestos que otro menos avezado en esto de ganar dinero y, de acuerdo con ello (por haber sido un buen recaudador) se le ocurriera reclamar al estado mejor sanidad para él que para otros, o menos multas de tráfico para sí mismo que para el prójimo. Casi igual.

No es esto, no es esto… que diría el filósofo. El estado democrático, arbitrado en comunidades más o menos punteras unas respecto de otras, establece la igualdad de derechos y deberes; por consiguiente, es obligación del gobierno central disminuir las diferencias -en cuanto a calidad de vida- que pudieran darse entre comunidades muy activas económicamente y aquellas otras en donde la actividad no es tan sobresaliente. Por eso estimo oportuno el mantenimiento del Fondo “de Suficiencia” (¡qué nombre tan curioso!), porque da cumplimiento a lo que anteriormente se ha apuntado y que no es otro que la consecuencia deseable para España ha de ser una estructura sólida, constituida por sus comunidades autónomas, esto es, por un conglomerado plural pero unitario.

Si la publicación de las anunciadas balanzas fiscales que afectan a las distintas comunidades autónomas sólo han de servir para que ‘los que dan’ instrumenten su razones para recibir más, el resultado de la misma, lejos de aportar transparencia a nuestro sistema, sería un nuevo elemento para atizar todavía más a las incipientes batallas territoriales que actualmente se apuntan. Y, por cierto, ¿con cargo a qué habría de anotarse los 180 millones de euros destinados a la construcción del tubito que llevará agua del Ebro hasta Barcelona? En la balanza fiscal de la discrecionalidad política, quizá.
JUAN GUILLAMÓN-CAÍN
La Economía, junio 08

sábado, mayo 10, 2008

EL DESPACHO (4)



Fernando Roca, me dice....

Con faldas (escocesas) y a lo loco. De nuevo, Juan, pospongo su esperadísímo artículo sobre el despacho que ocupó como Jefe Servicio de Proyectos. Y digo ocupó usted, en frase algo exagerada y en clara licencia poético administrativa, pues no negará usted, Guillamón, que cuando uno llama por teléfono a despacho oficial, y una voz, entre ultratumba y Juanito Valderrama, le espeta, enteramente circunspecta: "Le habla el contestador automático de Juan Guillamón Álvarez. En este momento no me encuentro en el despacho. Si se desea dejar algún mensaje conteste a la señal....". Reconocerá usted que la primera vez uno se encuentre perplejo, hasta el punto de repetir la llamada. No insistiré en ello, si acaso apuntar que no sé si lo ha desactivado, cuando quizá no carezca de utilidad intemporal el invento. Guillamón, lo de la "cobertura" es una bajeza impropia de un señor de Murcia, forjado en los Maristas, uno de los mejores Colegios de España, según se nos cuenta en La Verdad. Pero en el fondo se lo agradezco, pues pone de relieve que su desconocimiento sobre el principio de legalidad ha de ser emparejado a sus nociones sobre el arte violínístico. Porque, bien mirado ¿a qué llama usted cobertura? Pobres de nosotros, los simples chupatintas, los de los papeles, como usted menciona, al lado de tanto oropel y tanto pisto que se dan otros, con el culo hecho pepsi cola. Nos limitamos a recordar eso que se escribe en ese papel transitorio ("sic transit gloria mundi"), efímero frente a la arbitrariedad de cambiarlo, o derogarlo a capricho, (Kirchamnn, "tres palabras del legislador convierten Bibilotecas enteras en basura") que se llama la Ley. Pero lo nuestro no se ve. Lo que se ve son los puentes, las presas, los puertos y demás. Bien está. A mi me parece bien. No me quejo, pero cobertura es un término muy desgraciado. Pobres de nosotros. No tenemos influencia, además no debemos tenerla, ni nada parecido. Informamos, nada más. Unas veces acertamos y otras no. Por último, me alegro que todavía se acuerde del artículo 58. Es curioso cómo todos los Ingenieros se acuerdan con facilidad de él, como se recita el Padre Nuestro. En cuanto a sus obras, es broma, hombre, claro que le sobreviven, Guillamón. Dios las guarde muchos años, y coadyuve a mantenerlas en condiciones frente al desgaste de materiales, tan feroz por estos lares. Mi trigémino, por otra parte, es una desgracia. Pese a ello trabajo todos los días, pues me acuerdo del Talmud, "El hombre es un aprendiz, el dolor es su Maestro". No sé si esta cita le gusta, pues siempre adivine en usted cierto resabio, que no citaré, con el decoro que procuro ejercer para las cosas serias. Por cierto, Guillemin es apellido sefardí, aunque seguro que usted tiene cierta razón, y los Guillamones son chicarrones del Norte, hasta quizá señores bretones, recompensados con una isla por sus hazañas en Tierra Santa, ("donde la sangre manaba por las calles como si de ríos se tratase"-Beaufort), con una extraña hijuela en Ricote y carril en la Huerta. Francamente, me trae al pairo. Yo, por mi cuenta, me despido de esta nueva serie de insultos, agradeciéndole que se tome a mi persona como objetivo, pues esto me recuerda nuevamente el Talmud ("Quien salva a una persona salva al mundo entero"), pero créame, yo ya me he salvado, a tenor de los muchos sufrimientos que ya atesoro para mi corta edad, a los que, por cierto, espero no tener que añadir una larga ristra de improperios, producto del engrudo inextricable que en su persona forman la ambición, la mediocridad y una mediana conciencia. P.D El desorden de un despacho, en contra de lo que usted cree, es buen síntoma. Ya lo advirtió O. W Holmes, "Quien tiene la Mesa limpia, es que lo tiene todo en los cajones". Pero oigamos también a Goethe, "Prefiero la injusticia al desorden". Usted elija.

Suyo, nada afectísimo.

Su primo putativo.


Y, yo respondo…

No te confundas, Roca, no me he sentido atraído, nunca, por la mediocridad. No es campo donde cultivo mis talentos. Y en cuanto a mi conciencia, ella no se caracteriza por lo mediano, lo ramplón y lo insignificante; al contrario, mi conciencia es laxa, ancha como lo es (o, quizá, lo hubo sido) Castilla. También, abierta y carentes de prejuicios como los que, por ejemplo, acaso me hicieran renuente a dirigirme a ti, hombre aquejado por dolores inescrutables pero existentes, hasta históricos, diríase. Porque tu historia es una historia de dolor, dolor producido por un desmedido afán de conocimiento hacia asuntos para los que no has sido especialmente bendecido, aun de haber contado con un cúmulo de bendiciones que sin embargo han quedado al margen de ti, ocupado como estás en resolver los problemas del mundo con pintorescas interpretaciones de cuantos cuerpos legales y doctrinas ad hoc (según tú mismo) se te han puesto por delante. Pero tu intuición presenta las suficientes fallas como para que, ¡de una vez por todas!, te hubieras planteado su continuidad. Las sendas y frondas que tu intelecto fabrica, en demasiadas ocasiones te dirigen a la conclusión vacía: te pierdes en la misma medida en que aquél, matemático con crédito en los comienzos de sus análisis y desbordado mental al fin, intentó comprender, booleano él, que siendo el conjunto vacío aquel que no contiene ni un solo elemento, por lo extraño que parezca, sí contiene uno: el elemento vacío. En esas estás tú, solo que en vez de reconsiderar tus equivocadas conclusiones, eres capaz (porque la inteligencia jamás te privó de recursos mil) de recomponer toda la teoría con tal de que tu conclusión apuntada preteridamente permanezca incólume. Eres, pues, el más tenaz de los músicos, letrados, diletantes y de hasta los ingenieros de complementos. Jamás desfalleces, ni aun ante el error evidente. Por eso, ahora y no antes, he llegado comprender que el análisis, nada certero, que te llevó a pronunciar tu frase más lamentable (No hay problema!) tuvo que ver con la confusión estúpida de adjudicar el carácter dominico a quien su fe le llevó a Guardamar, una vez confirmada su vocación marista.

El contestador del teléfono del jefe del Servicio de Proyectos, Construcción y Cumplimentación (a posteriori) de farragosos papeles por imperativo legal, lo desconecté hace casi un año con ocasión de una no prevista visita mía a la villa manchega de Chinchilla. Allí quedó para la posterioridad, con la panza llena de mensajes, pitos y flautas, en medio de un par de ‘walki-talkis’ en no muy buen estado.
Reconozco mi incapacidad para determinar las condiciones de la legalidad, si bien tú fuiste uno de los más grandes responsables de esta carencia que aún hoy me abruma. Del ‘no hay problema’ cuando me imaginaba en las interioridades de la ilegalidad más frustrante, hasta el ‘sí hay problema’ cuando Manning, Pitágoras y tú descalificabais la necesaria modificación de unas tareas, insistiendo con tozudez en una arbitraria interpretación de carácter complementario.

Fui un mediador (lo sigo siendo, de otro modo) y nada más. Los caminos con sus puentes que enjareté, no sin la ayuda inestimable de un colaborador cándido y eficaz, vigilantes y encargados, y contratistas avezados, magníficos ingenieros y mejores tratantes, no tienen sentido por sí mismos. El sentido toma valor en el justo momento en que las personas pueden dirigirse desde el inicio del camino hasta el final para hacer lo que su oficio le hubiere obligado. Esa es la cuestión.

En fin, me sucede como a ti, que el dolor, en todas sus modalidades ha sido mi mejor maestro.

sábado, mayo 03, 2008

EL DESPACHO 3




Fernando Roca (y Guillamón) me dice:
Perlmann, Perlmann, Perlmann....Oh, querido Juan, por fin reconoces que has escrito sin inteligencia. Más, no por ello, he de reconvenirte. Es tolerable, empero, pues este es el estilo al que propendes, aunque no por ello menos falso, casi todo lo que dices. Pero es intolerable que menciones a Nigel Kennedy al lado de Perlmann. Bueno, claro está, ambos son violinistas, como tú y Torroja soís Ingenieros y Victor Mature y Sir Lawrence Olivier eran actores. Por cierto, se me ocurre cierta analogía intrapolante, que diría Fernández Carvajal, resucitando a San Agustín. Sabes que Victor Mature, intentó entrar en un club de golf muy exclusivo de L.A. y el gerente tuvo que explicarle que no admitían actores, y que lo sentía mucho. Mature, se le quedó mirando y dijó, "No hay problema" añadiendo, "yo tengo cincuenta películas que lo único que demuestran es que yo no soy actor". He aquí, Maese Guillamón, la analogía intrapolante; te imagino intentando entrar en el Club de Golf "La Garapacha", con algún Gerente relamido con perjuicios de los que me atribuyes y diciéndole, "mire usted, señor Macanás, yo tengo sesenta obras que lo único que demuestran es que no soy Ingeniero". Más, para ser completamente coherentes, el anterior sainete requiere de premisa, digna de investigación, cual es la de que te hubieran sobrevivido sesenta obras. Hubo tiempos en que a Juanelo sobrevivieron sus inventos, a Vitrubio sus puentes, y a Echegaray sus obritas literarias, ("cuando estrena Echegaray, aunque haya peste, mejor se está en Bombay",) más en los tiempos que corren, no es inusual ver a los creadores de algunas obras desolados ante la muerte de la propia descendencia, cuyo óbito, puede producirse, no ya en la "pubertas", sino en pleno período prenatal, en el puerperio de la garantía y no mucho más allá del destete y, desde luego, sin esperanza alguna de llegar a la féliz y despreocupada etapa de los garbotazos.Yo admiro a los Ingenieros, no les persigo. A fin de cuentas, dime de otro cuerpo al que se cite en las Memorias del primo de Franco (omito página, de forma tan elogiosa por el General Latorre, entonces Delegado en la Confederación de no se qué cuenca, y haya conservado intacta la omnisciencia, la prudencia y el buen hacer.Por último, Guillamón, (no está bien que yo te trate cariñosamente de Juan, y tu con mala leche, a mí, de Roca) ardo en deseos de leer esa descripción babilónica del creciente fértil, en que pareces conceptuar tu antiguo despacho. Cuando lo hayas hecho, no olvides llamar a Howard Carter, el gran arqueólogo, y a la Enciclopedia Britannica, para abrir entrada, que proporcione a los "Guillamones" (entre los que me encuentro) una perspectiva más amplia que un carril en la Huerta una acendrada mala leche y una isla escocesa.


PD. Yo no sé si N. Kennedy es un genio, pero está claro que es el que más arcos jode. Tuyo siempre, tu primo putativo.






Y mi contestación es...





Sin inteligencia sí, pero esta sola vez, lo cual no quiere decir que mi paradójico invento (el de escribir sin aparente aptitud) tenga la intención de descartarlo en alguna ocasión en que, una vez más, deba rebatir tus argumentos, los cuales, aun plenos de juicio (aparente) acaso pudieran incomodar someramente mi agudeza de conocimiento, no exento en la generalidad de los casos de cierta vivacidad, tan típica de los ignorantes, como yo, siempre atentos a ilustrarse. Te quedaste corto, la distancia que nos separa a Torroja y a mí supera con mucho lo que hubiste establecido entre Mature y Olivier, mucho más, casi tanto como el inmanente y sideral recorrido que hubo, en su día, entre el talento de aquel pajarito del sexto (¡no fornicarás!) y tu candidez, luego obsesiva, con que presumías hacerle frente, cantarle las doscientas, cuando lo que en realidad hacías era nada de rien y poco más. Qué digo nada; no, lo que hacías era ¡dar cobertura! a sus tan interesados como escasamente escrupulosos vuelos, siempre en dirección noroeste-oeste un cuarto al norte, al norte que perdiste mucho antes de que el trigémino te convirtiera en tu propio esclavo.
No hay problema –dijo el pájaro, elevando el vuelo, quizá hasta la curva de nivel 200-, no hay problema. Y tú en tu despacho, aquella vez que te pudiste abrir paso por entre complementarios, informes y taludes. Tal vez te fuera por conveniente un largo periodo de reflexión, en solitario y preferiblemente solo, sin nadie en tu derredor que pudiera ser motivo de distracción en los soliloquios profundos que estarías en condiciones de fomentar, allá a lo lejos y en plena soledad. Ve al lago Ness, sube y baja por cuantas esclusas se te muestren; no intentes localizar al monstruo: ya no existe, se fue a medrar en otros lugares, se procuró harta descendencia e inventó esa ley del Hierro que figura en los partidos políticos (‘el que primero entra, antes que nadie manda,’). Dirígete, en dirección norte-sur, hacia la isla de Skye e imponte la condición de no perder demasiado tiempo en explorarla, excepción hecha del puerto-poblado-ciudad Portree. Antes de llegar allí, desde lun lugar en la Bahía de Broadford, podrás divisar un pequeño islote de no más de media hectárea cuya forma recuerda los hombros de alguien pretérito en el tiempo y difícil de identificar. Es lo cierto que tal isla parece una colina en medio de ese violento mar en donde se cuecen, más alto, las Hébridas. Guala Mam, eso es lo que parece, una colina con los hombros redondeados en donde una sola especie de animal puede habitar en ella. Llena de pájaros, gaviotas de distintas especies (entre las que destaca, entre otras, la denominada ‘guillemot’, de cuerpo blanco y negra la cabeza) y otros pajarracos no muy bien identificados pernoctan en Guillamon, topónimo celta y sin acento, en que aquel Guala Mam gaélico llegó a convertirse, para que tras un período de tiempo no definido diera lugar a un estirpe afincada en la France para, después, ni sabe cómo, algunos de sus menos presentables individuos dieran por concluido su periplo: unos en plan guillamunia (vascos) y otros, ya con la condición aguda que proporciona el acento, a lo largo del Mediterráneo. Por eso, jamás creí en el rey moro de Ricote; por el contrario, sí admiré la locura constructiva tuya, porque llevas el apellido Guillamón por motivos maternales.
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No puedo hablar de mis obras, ni escribirlas, porque su conjunto es un todo incompleto, y no sólo a los efectos del relamido art. 58 de la antigua Ley de Contratos. Pero tengo obras, de otro tipo, bien culminadas casi todas ellas. Una, por cierto, inacabable: la que tiene por objeto centrarte en tu destino, pues tu caletre de Guillamón es inasequible a cualquier asedio intelectual.

Nota.- En realidad, mi deseo era (y es)….hablar de mi despacho.

jueves, mayo 01, 2008

EL DESPACHO (2)

Fernando Roca, me escribe:
Veo, Juan, que andas escaso de visitantes y necesitas de mi participación para alimentar tu ego. Yo te proporcionaré la gasolina incendiaria. Verdaderamente, Juan, he de empezar por recordarte que efectivamente no cabe calificar de meninas -ni meninos- a los visitantes habituales de mi despacho, en el que tú, otrora, y menos otrora, mendigabas consejo para que no acabaran procesándote, ingenuo tú que crees que todavía existe el Estado. No hijo, el Estado se fragmentó como un fideo fetuccinni, de esos que tu amigo Feynmann gustaba de romper uno tras otro durante una noche entera, para demostrar que siempre que se doblan se rompen en más de dos partes, inventando la teoría de la fragmentación. Que digo en dos, en doscientas mil. En mi despacho no es que no ose entrar menina, es que no entra meninge sana, que es cosa distinta. En verdad, parece más una sala de venereas de esas de las peliculas de serie B, o de las novelas de Truman Capote. Es pequeño, peludo, y nada suave, como bien te consta. Me comen los papeles, esa horrible expresión que utilizan los analfabetos funcionales para describir los documentos.Y me comen porque todavía no me he domiciliado en el mundo de los cursos y de las Mesas Redondas en el que, por otra parte, ¿tú crees que me dejarían entrar? Mi compañero Eduardo Ponce me acompaña en el retrato, con pretensiones velazqueñas. Yo no estoy ufano, ni tengo pose pantocrática, ni siquiera de ser la version administrativa de cualquier obra de tu admirado Policleto. Se trata más bien del retrato interesado de un pintor con mala leche, alevosía, en cuadrilla -no diré cual- y con cierto grado de escalamiento, circunstancias agravantes, no se olvide. Es, en efecto, Eduardo Ponce, maestro, y en eso te equivocas, precisamente del arte taurino, pues el arte de meter un cuerno, no debe ser despachado con ligereza. Yo no he sido su discípulo, pues a la vez entramos, hará pronto 24 años, aunque mucho ha de aprenderse de su categoría personal, por mucho que nos separen otras cosas que a ti no te importan, y a él y a mí, todavía menos.Por cierto, Juan, ya sabes que si Gracíán tiene razón y "la reserva es la marca de la inteligencia", ¿tú crees que todo esto te conviene? A mi me da igual, en fin, ya sabes, tengo una neuralgía del trigémino, la columna jodida y no tengo un duro,y solo creo en Itzhak Perlmann, ¿qué más me puede pasar?, ¿qué me preñen? Pero tú....(Continuará).
Y contesto yo, sin reserva algun, sin inteligencia..
Sí, estoy convencido de que serías autorizado a participar en cursos y mesas redondas, al igual que yo, pero con dos condiciones (¿restricciones?) previas. Una, que lo hicieras en calidad de ponente. Y dos, que tus intervenciones más severas las ejecutaras sentado como tu admirado Perlmann. Así, de súbito, no sorprenderías a los inocentes inscritos en tales foros y podrías, sin duda, hacer uso de tu extenso caudal de conocimientos sin que nadie, excepción hecha de mí mismo (caso de comparecer a la vera de tu osadía), pudiera apercibirse de lo somero de tu puntillismo en materia científica. Y digo bien, pues una cosa es la técnica científica y muy otra la disciplina jurídica, ésa que tu dominas con precisión algo sobredimensionada. Al punto admito todo lo tuyo, lo real y lo imaginario, pues tu conjunción intelectual sabe apreciar aquello que más valoro: la accesorialidad, tan llena de incertidumbres. Si lo tuyo, reglado, debería ser el estudio exclusivo de las leyes y toda su objetiva jurisprudencia aplicada a resolver embrollos de la vida cotidiana de funcionarios mayas, aztecas y hasta incas, eso se corresponde, más bien, con el recorrido de un incierto itinerario para perseguir ingenieros…por doquier.
Lo confieso. El contenido casi total, de mi labor ingenieril-funcionarial consistió en ir detrás de los papeles que con insistencia -tan terca como fundamentada en particulares interpretaciones legales- me hacías rellenar, cumplimentar, enjaretar, completar, encajar… a fin de dar lustre administrativo-legal a la puesta en marcha de una tras otra unidad de obra, siempre a la voz (jamás por escrito) de todo el conjunto maravilloso y leal de los políticos que mandaron sobre mí y que yo jamás amé. Y tú que ’no hay problema’; y que la ‘j’ de Manning se mide en newton; y que los taludes te los mides a medias con Pitágoras; y que Morley no estaba solo cuando quiso medir velocidades inmedibles; y el trigémino, y las chaconas y hasta, ahora, el violinista sentado de Perlmann.
Yo nada sabía de este virtuoso, quizás por su contemporaneidad. Yo amé el estilo y juventud de Nigel Kennedy y su violín. Por cierto, puedes leer en la Wikipedia algo interesante: Yehudi Menuhin tiene en su haber dos circunstancias que nos unen: Tuteló a Nigel, de quien percibió enseguida que era un genio. Y regaló -o dio en depósito- su mejor violín a tu referido Perlmann.
Bueno, bien. Sí mendigué en tu despacho, pude entrar en él, a veces: cuando tú estabas. Te diré algo: aprecio más tu despacho que a tí mismo: es más real, yo diría que tú eres más tu despacho que propiamente tú. Es eso de las circunstancias que tanto ayudan, si las interpretamos bien, para deducir la realidad, incierta o no. Ese despacho no se ha resentido, al cabo de los años, de la ausencia integral de aquellos tomos, anejos, informes y pliegos que te llevaron desde el Norte sinuoso al Noroeste de tus obsesiones que hubiste compartido con interventores, amigos descamisados, escalímetros en ristre y fines de semana, a la grupa de un panda, navegando desde lo alto de El Capitán hasta postrarte de hinojos ante la Vera Cruz. No hay ya papeles del Noroeste, porque tu pretendida lucha contra el pajarito que volaba por encima de ti era demasiado desigual: Perdiste, y lo que es peor, contra un loco real más listo que tú.

No hay problema.

Continuará…
(Otro día le haré un canto a mi antiguo despacho: de largo, muy de largo, mucho más fértil que el tuyo).

Peligro

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