jueves, febrero 07, 2008

AGUA POR MAR PARA CATALUÑA



OPINIÓN


05/02/08 20h 13mTRIBUNA ABIERTA'Agua por mar para Cataluña', por Juan Guillamón
1066 palabrasMadrid, 5 feb. (COLPISA). Por Juan Guillamón (*) Creo que estoy rayando la frontera de lo inútil, de lo verdaderamente imbécil o idiota, yo que sé. Además, cada vez estoy más convencido de que pertenezco a esa ralea indigna de magos, héroes y diablos hacedores de acueductos tal como definió a los ingenieros Antonio Estevan, promotor radical de IU en el momento de colaborar tal partido con los intereses del PSOE antes de ganar las últimas elecciones. Pertenezco, sin duda, al conjunto de los que no estamos dispuestos a aprovechar la polémica en ciernes para llevar a cabo una seria y profunda reflexión sobre la imposibilidad de planificar racionalmente el río Ebro; mi agresividad es la propia de quién pertenece a un lobby montaraz; mi ideología es atroz, profundamente acientífica y hasta inmoral: mis objetivos son terroríficos, pues mi actitud neoliberal ampara a los sectores económicos poderosísimos que perviven gracias a una prensa amordazada o canalla; y, en fin, mis puntos de vista hidráulicos adolecen de falsedad, manipulación o criterios rebuscados en mi propio beneficio. Todo ello porque tengo el convencimiento absoluto de que el asunto de los barcos hidráulicos con destino a Cataluña es una gilipollez digna de mandar al infierno de los caraduras a sus promotores. Lo único bueno de las gilipolleces es cuando su trascendencia es nula; lo malo es cuando afectan a un colectivo suficientemente numeroso. Tal es el caso de la propuesta marítima tendente a resolver el problema de abastecimiento de la ciudad de Barcelona con barcos. El consejero de Medio Ambiente catalán Baltasar (este señor me pone negro) se ha apresurado a decir que, en todo caso, jamás el agua procedería del Ebro, lo cual resulta ciertamente dramático si se estima más conveniente transportar agua desalinizada procedente de la planta de Carboneras. Comprenderá el lector que tal compromiso político produce al menos pintado una descojonación muy profunda. Por 120,00 ? o menos, mientras que perduren las rebajas, se puede adquirir una estufa de gas de esas que se ubican en las terrazas de los restaurantes en las tardes de invierno. Adquiriendo el número suficiente de ellas podrían instalarse en lo alto de las montañas divisorias de las cuencas catalanas en donde parece que hay acumulada nieve en cantidad potencial de hasta 230 Hm3. Con el calor podría derretirse la nieve y el paso de sólido a líquido propiciaría una escorrentía que llegaría a los ríos catalanes y de allí, de sus cauces, burlando la exigencia ecologista de mantener los ríos como cauces de agua intratables, proceder a la incorporación del agua obtenida en la red pública con destino a los distintos aparatos sanitarios de todos los catalanes quienes, hoy, están gobernados por la hijuela de estultos políticos integrados cada cual en cada uno de los tres partidos que componen esa broma pesada del Tripartito. ¡Otra idea más¡ Y ésta para que se la soliciten a Cristina Narbona, la que nos quiere gobernar. Se trata de buscar agua en la Luna como alternativa a tomarla directamente de la desembocadura del Ebro. En efecto, el uso de agua en la Luna y en otras zonas del espacio exterior está llamado a ser uno de las cuestiones estrellas de la Exposición Internacional de Zaragoza 2008. En el pabellón de la China, las potencialidades de la Luna en materia hidráulica se expresarán en el capítulo denominado “El agua en China y el futuro” ¿Porqué no, también, en Cataluña? El coste es lo de menos y si no, sígase el mismo procedimiento para determinar los costes del agua desalinizada para la Agricultura, con el mismo rostro impenetrable con que nos toman el pelo trajinando el embuste de la serie de medidas contenidas en el Programa Agua para convencernos de que ese conjunto de medidas improvisadas es lo que se dice una verdadera política hidráulica. Así es que, para Cataluña, el agua procederá de Almería, de las montañas o de la Luna pero nunca del Ebro pues detraer el 6% de su aportación al mar es una trasgresión ecológica de tal magnitud que, de darse tal circunstancia, ni sardinas, ni arenques, ni banquisas, ni cuñas, ni biotopos, ni posidonias, ni almejas, ni arroz ni nada sostenible quedaría en pie para tormento de nuestros descendientes. Pese a esto, desde mi ignorancia e inmoralidad científica, propondría (en sueños, sólo) la construcción de una tubería de unos 120 kilómetros, de sección 1 m2, dispuesta a lo largo de la mediana de la autopista AP7 para transportar un caudal suficiente partiendo del Ebro en su desembocadura hasta llegar a Barcelona. Solución que, pese a lo agresivo, montaraz y feroz, supondría el abastecimiento de Barcelona de forma rápida y barata. En la línea de mis propuestas acientíficas he tenido el atrevimiento de estimar el coste del m3 transportado en barco desde Almería: ¡9-10 euros¡ Pedazos de la cara de alguno deberían caerse al suelo, con estrépito. Fíjense si no: actualmente existe un servicio de abastecimiento de agua a Ceuta procedente de Algeciras cuyos fletes, con aproximación, son de 6.000 $ por el transporte, además de 4.000 $ por cada una de las estadías en los puertos respectivos. Unos 11.000 ? para transportar 10.000 M3 lo que se traduce en un coste 1,1 ?/m3. Estime ahora el lector lo que costaría una singladura naval desde la solidaria Andalucía hasta Cataluña disponiendo, además, las medidas necesarias en el puerto de Barcelona para que, una vez llegado el barco, su incorporación a la red de abastecimiento pueda realizarse. La insensata ruta hidráulica emprendida por el actual Gobierno en relación con el agua, tratando de acotar sus fronteras en función de los límites territoriales no sólo va en contra del sentido común sino que supone la ruptura de toda una política hidráulica basada en las Confederaciones Hidrográficas -exentas de límites y barricadas regionales- que han sido todo un ejemplo a seguir por las distintas Administraciones de países en pleno desarrollo. Por eso, cuando en estos años se conmemoran los aniversarios de la constitución de aquellas diez Confederaciones Sindicales Hidrográficas, algunos en lugar de haber asistido a una celebración tuvimos la fuerte sensación (montaraz, acientífica e inmoral) de que estábamos asistiendo a sus funerales. Por todo lo anterior no queda otro remedio que ironizar en términos ingenieriles acerca de todo esto que, con cierta indignación (intelectual), he glosado: Navales 1 Caminos 0 (y Narbona de portero). (*) Juan Guillamón es ingeniero de caminos, puertos y canales.

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