martes, julio 17, 2007

EL GRAN CAMELO DE LA CORBATA SALADA




Lo malo de toda esta nueva política del Agua es que los ciudadanos estamos siendo engañados. Así de claro, pues lo que para el común del conocimiento es una medida complementaria, las autoridades hidráulicas mantienen el empeño (erre tras erre) de proseguir con su política aun a sabiendas, porque lo saben, de que están traicionando a sus propios valores, a las directivas comunitarias en materia ambiental y de agua, así como a todo el conjunto de conocimientos acumulados hasta la fecha en gestión del Agua. La pretendida prudencia con que, gesto tras gesto, Narbona actúa no es sino una huida hacia delante que esconde el gran camelo hidrológico con que inmerecidamente los españoles estamos siendo castigados. Y todo empezó cuando con el gesto endurecido, o más bien con la cara tan dura como el hormigón, nos ha querido convencer de que la desalinización es más barata que un trasvase desde la desembocadura del Ebro. Verdadero dislate que ha de llevarnos a la ruina económica de la agricultura murciana y, desde luego, al fracaso del partido socialista como se ha podido comprobar ¡Qué estupidez la de este partido en el ámbito de la región murciana cuando se rasgan las vestiduras defendiendo el trasvase del Tajo (recuerden, la transferencia hidráulica por este concepto representa entre el 25 y el 30% de las aportaciones totales en la cabecera de dicho río) mientras se juegan los votos, el prestigio y la dignidad, manteniendo una posición genuflexa ante la dirección del partido en Madrid y no exigen el trasvase desde la desembocadura del Ebro (el 6% de las aportaciones totales del río más caudaloso España)!

Lo que sin duda es un complemento se ha convertido en la estrella hidráulica de la ministra Narbona. La corbata es un complemento magnífico para mostrarnos con la educación suficiente ante otras personas en momentos determinados. Pero la corbata es un complemento. De nada nos valdría equiparnos con una bonita corbata (y muy cara) si además de ello no nos ocupáramos de ponernos nada más. Sucedería que, al menor movimiento, la corbata pondría al descubierto las pelotas del alma pues su función no es precisamente equipar sino complementar. Y esto, señores, es lo que sucede con la desalinización. Claro que es una alternativa frente al caos que supondría no tener la posibilidad de obtener agua por medios adecuados. Por ejemplo, el abastecimiento de agua a Fuerteventura y Lanzarote que tradicionalmente se hacía trasladando semanalmente barcos equipados con cubas de agua ha tenido una alternativa brillante y eficaz con la desalinización del agua del mar. Ahí sí, pero en la península, ¿vamos a permitir que una región con un 1.400.000 habitantes y una agricultura puntera, no subvencionada y muy rentable, pueda resistir el ataque de la desertización con algo menos de 1.000 hm³ mientras que en otras regiones con menos habitantes y con menos condiciones para la agricultura se reservan para su uso exclusivo 6.550 hm³? Y, ¿pero no dice la Directiva Marco del Agua que la cuestión ambiental primera que nos obliga es la de defender y/o mantener nuestro territorio en condiciones de excelente calidad ambiental y que, además, por ningún lado se dice que los trasvases han de vetarse? El caso es que depender, y no sólo para el abastecimiento urbano sino que también para la agricultura, de máquinas que han de tener una garantía del 100% no es exactamente lo más deseable. Acabamos de comprobar cómo como consecuencia de una causa en absoluto sobrevenida (¿el calor?) las membranas osmóticas no han sido capaces de evitar el paso excesivo del boro –que como todos los elementos de valencia uno es difícil de detener-, lo cual no era muy difícil de predecir pues bastaría haber examinado el proceso de esa función en plantas aventajadas como la de Las Palmas de Gran Canaria en donde la batalla diaria es esconder que el contenido del boro –del producto resultante en el proceso desalinizador- casi siempre supera ligeramente las 0,5 ppm. Así son las cosas, pero ¿Quién puede exigir la paralización de una planta así cuando el total de la población depende de ella de manera constante, sin otra alternativa y a diario? No es fácil.

Tengo la seguridad de que todos aquellos que desde el campo técnico defienden la bondad del proyecto hidrológico de la ministra Narbona se encuentran en el terreno mercenario y no entre los conversos como se dice, porque resulta absolutamente increíble que se pueda afirmar que la desalinización presenta unos costes menores a los del trasvase (del Ebro, en este caso) y más si sucede -como ya aventuro sin temor a equivocarme- que el juego que las membranas osmóticas han de dar estará muy por debajo de lo que se nos ha dicho. De su duración, nada de 15 años, y sí de entre 7 y 8, pero eso siempre y cuando los técnicos de la planta encuentren el modo de cambiar las membranas entre sí para adecuar el rendimiento de la misma. Tampoco es fácil.

Y para terminar, el abajo firmante se declara partidario de seguir profundizando en los temas de desalinización porque este proceso, pese a lo caro que resulta, es una magnífica alternativa frente a otros tenebrosos escenarios hidrológicos, que desde luego no es ni por asomo el caso de la región de Murcia. Por tanto, pasados ya más de tres años desde la derogación del Trasvase del Ebro, me reafirmo en mi criterio de calificar la política hidráulica del actual gobierno como el Gran Camelo.

Juan Guillamón Álvarez.
Empresa y finanzas, julio 2007

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