domingo, abril 03, 2011

COSTA MORATA (Y PUJANTE) SE MUESTRAN SOBRECOGIDOS POR LA CRISIS NUCLEAR DEL JAPÓN


        Soy muy partidario de que la sociedad reciba mensajes independientes, justificados y carentes de contaminación. Por eso, he tenido la oportunidad de examinar el artículo que sobre la tragedia producida por el terremoto en Japón y sus desgraciadas consecuencias en la central de Fukukshima, ha firmado el aguerrido político-ecologista-científico-divulgador Pedro Costa Morata. Consciente de que sus propuestas no gozan de aceptación palmaria, no ya desde el punto de vista cardinal sino que, por demás, en el ámbito cultural, procedo a expresar mi enérgica propuesta para recomendar a este supuesto sabio (y doctor en estrategias políticas) que actualice sus precisiones y anuncios apocalípticos a las condiciones del siglo XXI, abandonando de una vez por todas esa sarta de descalificaciones (sin cuento) hacia quienes gozamos (y, a veces, padecemos) de las ventajas de la libertad de mercado, la libre competencia y los rasgos democráticos del capitalismo moderno.
        Sigue terne el profesor ecologista (y por añadidura político radical de cariz más que izquierdista) en utilizar argumentos recurrentes sobre la base –populista base- de muy determinados fantasmas: la agresividad del sistema capitalista, el sometimiento y la humillación de los gobiernos democráticos a intereses sectarios, la ignominia contra hombres/mujeres y a la propia Naturaleza, el rumbo necrófilo del capitalismo reinante, la inmensa capacidad de secreto, manipulación y mentiras, el irresponsable descaro empresarial, el aciago mito de nuestro tiempo etc.…’ (¡Ottiah!, diríase).
        Qué duda cabe respecto a que este metalenguaje tiene que ver con la tópica técnica de espíritu sutilmente estalinista (discúlpese mi atrevimiento pues creo que como Stalin, loco y asesino, nadie) para configurar y convertir al enemigo en  el enemigo público a quien ellos han de combatir heroicamente. De aquí al Gulag intelectual resta un paso. Mas centrándonos en la cuestión capital que nos ocupa, y que no es otro que la reflexión oportuna acerca del desastre en el Japón ocurrido hace unos días, la opinión de Costa Morata (compartida, y firmada, por J. A. Pujante) merece por mi parte la adjudicación del adjetivo perverso. Primero, porque mantiene principios ideológicos y técnicos –lo que es aún más grave- de resuelto carácter obsoleto, pertenecientes a la década de los años 70 del pasado siglo cuando el  movimiento antinuclear español sí que tuvo sentido. Y, segundo, porque de la desgracia específica y territorial sucedida en la Central Nuclear de Fujukshima extrae conclusiones que en nada tienen visos de suceder en España. Plantea que como consecuencia de lo de Fujukshima, en España puede pasar algo igual; compara el (por fortuna) desechado reactor nuclear en Águilas, allá por los 70, con el actual de Fujukshima por que los dos eran/son del tipo BWR, pero omite expresar que hoy las cosas no son como antes, ni que ahora no se circula en seiscientos sino en automóviles que superan exageradamente la técnicas de antaño (ni un móvil de los de hoy se parece al de 1970).
        Me permito coincidir con él –pero sólo esto- en que sería criminal disponer un reactor nuclear entre Torrevieja y Granada, pasando por Murcia. No le interesa a nuestro aguerrido ecologista criticar el por qué los ejemplares japoneses instalaron una central nuclear a merced de los tsunamis (maremotos) del Pacífico. Además, pone su parcial acento en las desgracias (están por venir pero, por el momento, son tres o cuatro operarios hospitalizados) producidas por Fujukshima, pero no toma en consideración los 30.000 muertos y desaparecidos a causa del terremoto/tsunami. Ciertamente, y como en ocasiones anteriores, arrima el ascua a su verde sardina.
        En fin, que considerando a la energía nuclear como un mal menor, para ser coherentes no deberían tomarse decisiones de futuro sobre la energía nuclear basadas en esta tragedia porque poco o nada tiene que ver con nuestro país y, además, hay que decir que en Fujukshima no se produjo ningún fallo humano ni tecnológico, los reactores pararon de forma automática (Teresa Domínguez) tras soportar uno de los terremotos más graves (¿el más grave?) de la historia. Así es que mi conclusión, conclusión opuesta en su totalidad a la de Costa Morata es que no se puede prescindir de la energía nuclear para afrontar la creciente demanda energética mundial, reducir la dependencia exterior de recursos, digamos, islamizados, y tonificar la inquietante emisión de GEI a la atmósfera. Y, en todo caso, España necesita reflexionar en esta cuestión, para lo cual es necesario alcanzar un consenso abierto y plural en el que se analice la situación energética y medioambiental del país.
        Vivir en la obsesión no tiene nada bueno; más interesante es generar veinte o treinta ideas diferentes al día que darle a una sola idea doscientas vueltas. (Claro que yo mismo padezco de alguna obsesión que limita mi credibilidad. Tengo dos, una es la recuperación del Trasvase del Ebro; la otra, que nuestro Real Murcia ascienda este año).
La verdad, abril 2011

1 comentario:

Antonio de las Casas Gómez dijo...

Solamente algún dato, tomado solamente como orden de magnitud, digno de ser tenido en cuenta en una discusión razonada y razonable. Para sustituir a una central nuclear de 2.500 MW de potencia instalada que puede producir más de 20.000 GWh al año, que ocuparía dejando 5 km alrededor de la misma, 7.850 has, harían falta colocar molinillos en una superficie del orden de 90/100.000 has o colocar paneles fotovoltáicos en una superficie del orden de 180.000 has. Sin considerar todavía la enorme diferencia de precios de la energía en uno y otro caso, en cuanto al impacto ambiental ya hay diferencia entre ambas.

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