martes, junio 05, 2007

¿PERO DÓNDE ESTÁ SIGOURNEY WEAVER?




Vale lo del chiste. La totalidad de la población española ha estado en Nueva York al menos una o ninguna vez. Yo, cuando estuve, no perdí nunca la sensación de haber estado viviendo en cualquiera de sus avenidas toda mi vida: como promedio, en Manhattan se rueda una película al día. Y que bien estar en Nueva York con la posibilidad de cruzarme con Sigourney Weaver, por ejemplo. Pero esto no es posible por cuanto el americano-americano no está por lo general en la calle. Está en sus oficinas, recluido, mirando por sus finanzas y de paso, si algo queda, mostrar preocupación por aquellos que, en la calle, resuelven problemas meramente de intendencia a fin de que el traje de lino, la corbata, la piel curtida del zapato y el perfume exclusivo sean lujos de la imagen de marca del genuino habitante neoyorquino. Por las calles, eso; hispanos de México y Sudamérica, morenitos africanos, indios (de la India), malayos, filipinos, chinos y japoneses. Todos ellos son los encargados de que la Gran Manzana pueda funcionar. Perritos calientes, hamburguesas, zapaterías, bares y restaurantes, taxis, autobuses, dispensadores de tickets varios etc. tienen sus propios "empresarios", todos ellos procedentes de la inmigración. Con el tiempo, el país que llaman de las Libertades da, sin duda, la oportunidad de mejora para cada uno de ellos. Y esto no tiene nada especial; al contrario, qué menos que agradecer esta labor intendente tan necesaria.

Pues en España, aunque con una determinada demora en el tiempo, comienza a suceder lo mismo. En España como en Murcia. Si damos por bueno los datos, respecto al conjunto de inmigrantes con alta en la Seguridad Social a nivel nacional, observamos que son ya más de 1. 750.000 los trabajadores de este tenor, de los cuales nada menos que el 86% están ocupados, dándose la feliz circunstancia de que algo más del 52% de este conjunto son mujeres, y con la particularidad de que en algunos lugares (Madrid) la cifra de empleo femenino se eleva hasta casi el 65%. En Murcia, de un total de 95.500 dados de alta, el 93% (89.000) están empleados. Quiere esto decir que el campo ocupado por la inmigración tiene una importancia relativa muy alta respecto al mercado del trabajo. El trabajador autóctono renuncia a emplearse en oficios que, poco a poco, se convierten en específicos para trabajadores inmigrantes y esto hace que la población que busca paliar el hambre en tierras lejanas encuentre trabajo.

Pero en este camino que España está recorriendo de igual forma que, en tiempo pretérito, lo hizo los Estados Unidos, tenemos todas las posibilidades de que muy pronto no nos veamos en la calle porque estará "tomada" por la inmigración, para mayor confort de nosotros los autóctonos (¡y a ver quién es capaz de encontrar a don José Valverde, alias El Pichilate en cualquier calle como ahora!). En efecto, en España casi un 14% de los inmigrantes trabajadores son ya empresarios (en Murcia, tal cifra no llega al 7%). La consecuencia más inmediata de ello es que en un plazo no muy largo, el inmigrante tendrá la posibilidad manifiesta de dejar de ser un empleado para convertirse en empleador. Ya hay muchas "empresas" dirigidas por inmigrantes en España. Y muy variadas. Las hay de carácter primario, especializadas en atender clientelas formadas por los propios inmigrantes (servicios, asistencia jurídica, papeleos etc.). Este es el primer paso, luego se produce la traslación a empresas tipo circuito cuyo negocio es el establecimiento del contacto necesario del trabajador con sus lugares de orígenes y cuyo ejemplo más evidente son los locutorios y el trasiego de mensajería. Más allá, la artesanía, la terapia, los aspectos culturales propios de cada etnia suponen otro tipo de empresas gerenciadas por los propios inmigrantes, localizándoselas en zonas habitadas por ellos mismos. Aun, una vez comprobado el interés de los autóctonos hacia los gustos de los inmigrantes, estos constituyen empresas para vender el carácter exótico de sus costumbres, ahora al alcance de aquéllos y, en fin, hoy llegan hasta el establecimiento empresarial generalista para imitar los gustos autóctonos creando real competencia con sus propias empresas.

Así las cosas, los inmigrantes empresarios, crean riqueza y participan del dinamismo económico español, lo que parece negar las conclusiones obvias a que llegan las encuestas generalistas y que determinan que uno de los problemas más graves que existen en la península es la inmigración. Y, atención, la estela destructora que los grandes centros comerciales ocasionan en el pequeño comercio propicia un campo de acción muy favorable al establecimiento de unidades expendedoras en aquellos barrios en donde la concentración inmigrante tiene lugar. A este paso llevamos camino de igualar el estatus americano que hace inútil la búsqueda de Sigourney Weaver a todo forastero que circule por las calles de Nueva York. Los inmigrantes ya no son sólo mano de obra, son multitud.

Juan Guillamón.

Empresas y finanzas, junio 2007.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Lo admirable, por inalcanzable para nosotros, es que los "Estadounidenses" se consideran tal, sean mas o menos oriundos del pais.
Es decir asimilan la cultura y se integran en esa nación, patriotimamente.

Al menos mucho más que aqui.

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