viernes, enero 21, 2011

Empezó con un beso


          Mi amigo, mi viejo amigo, Andrés Aroca, tan viejo como yo, ni más ni menos, me alerta acerca de que los chinos están dispuestos a cargar con 6.000 millones de la deuda española y, con una sutileza muy propia de él, pone –negro sobre blanco- la Postulación del Domund de ayer frente al poderío que se adivina a los chinos (antes chinitos). En esta cuestión, yo ya me propuse hace unos años  negarme a ofrecer mis sacrificios por las intenciones de ‘chinitos, negritos e indiecitos’ por ser ellos ya tan (o más) poderosos que los ayer enardecidos postulantes del Domingo Mundial.                            
        Vaya, me recordó mi primer pecado mortal: las 2,50 Ptas. que, inducido por el Fayrén de mi edad (mucho más transgresor que yo mismo), saqué del fondo del chinito-hucha para meterme en el Coliseum y visionar el programa doble de turno; eso sí, autorizado para menores. Fayrén, como hijo del Alcalde en aquel momento, entraba gratis (así es que él no robó, pero me indujo) a todos los cines de la ciudad y, por cierto, siendo nueve los vástagos de D. Antonio, a los iniestas les debió salir el detalle por un ojo de la cara, si tenemos en cuenta la gran afición de todos los fayrenes por el cine.
        Bueno, bien.
        En ese mismo año, 1959, pequé muy gravemente pues cometí, por demás, un nuevo pecado mortal, esta vez en el Cine Popular, cine al que nuestros padres nos tenían prohibida su entrada pues lo peor de los sanjuaneros se daba cita en él, dando cuenta de pipas, torraos y -lo que es peor- donde (angunos ná más) hacían peligrar su propio sentido de la vista, pecando de forma ostensible al hacer gala de un desmesurado 'amor propio'. Pues allí, entre piojos y chinches, en medio de olores nauseabundos, un  Día del Productor (a mayor abundamiento) visioné 'Empezó con un beso' (Debbie Reynolds y Glenn Ford) cuya calificación moral era 3R, lo cual indicaba, ni más ni menos, que la contemplación de tal película era de una gravedad peligrosa. Cierto que en mí no hizo mella tal peligrosidad por cuanto mantuve mi vocación incólume hacia el sagrado cumplimento de los Nueve Primeros Viernes de Mes, cuestión ésta que jamás logré culminar, ora el quinto mes, ora el séptimo se rompía la racha sin alcanzar el santo objetivo. En fin, que la pecaminosa recomendación de tal film por parte del vecino más genial de los Bloques de Bernal, el moteado Paco el Películas, afincado en el Bajo de la Ronda de Garay 19 (ó 27) -quien nos indicó que ‘Él es Glenn Ford y Ella, Debbie Reynolds- no resultó tan determinantemente peligrosa (más tarde tuve noticia de que Debbie no disponía de parentesco alguno con el profesor Reynolds, aquel estudioso hidráulico que determinó la importancia de lo viscoso en la circulación de los fluidos). 
       Ya, en lo prosaico y sin salir de la cuestión, el hoy ministro de Industria Sr. Sebastián, hace unos tres años, cuando el exceso del denominado ‘ladrillo’ estaba en todo lo suyo, nos avisó en Murcia de que en pocos años habría unos setenta millones de chinos ricos y que, por consiguiente, en nuestra Región deberían impulsarse medidas estructurales para inclinar el ánimo de ocio de esos privilegiados (¡apenas el 5% del total de chinos!) hacia estos lares, ofreciendo buenos apartamentos y prestigiosos hoteles. En tal momento, comprendí dos cosas. Una, que aquello del ‘ladrillo’ no era malo en su intríngulis y sí –manifiestamente malo- en  su exceso. Y, dos, que lo que nuestra Región dispone como recurso más aprovechable no es otra cosa que el Sol, la Temperatura y el Mar. Como dicho así, esto parece un reclamo ideal para que cierta facción del Ecologismo más activo se lance, otra vez, en pos de mí, a esa facción le pido misericordia y comprensión acerca de mi modesto punto de vista, pues tal precisión de reclamo carece toda insidia hacia el respeto que me merecen los principios de una sociedad sostenible que no sólo tiene en cuenta los valores ambientales que afectan a fauna y flora sino también a las personas, que no por ser racionales no dejan de ser componente muy principal de la fauna.
        Tales son las cosas que, desde la vejez, me inspira Andrés Aroca.
La verdad, enero 2011
Juan Guillamón


3 comentarios:

Anónimo dijo...

efectivamente, el sentido de la vista, que no el del olfato, te fue gravemente afectado, hasta el día de hoy, en que sigues haciendo gala de una presbicia digna del mayor encomio.

Anónimo dijo...

Pues descarte la presbicia que supone mirarse no más allá del ombligo: no es el caso; quizá más acertado sería identificar buena vista con acierto en identificar el horizonte. Quizá

Juan Guillamón dijo...

Esto del anonimato tiene sus ventajas, ¿o no? Tirar la piedra y esconder la mano no es mala táctica para denostar -justa o injustamente- sin castigo. Mejor sería para todos (excepción hecha para quien se ampara -furtivo- en el anonimato) que supiéramos su nombre o en su defecto el apellido pues universalmente sabríamos (todos) el cómo y el porqué de su, en apariencia, estúpido comentario. Por cierto descalificado por otro anónimo, el del ombligo.
¿Nos vemos en la calle?, o mejor: A la salida te espero.

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