Empezó como reflexión acerca de la energía, sus carencias y estrecheces y, de momento, está abierto a todo tipo de conjeturas, a lo que se me ocurra...Aunque eso sí: Agua, Energía y Medio Ambiente, siempre.
jueves, mayo 24, 2007
UN ONCE SENSACIONAL, ¡Y MORATA DE PORTERO!
1959. El semblante serio, como disgustado, del Hermano Víctor (de paisano, José Luis Napal) acompaña a los componentes del equipo de 2ºB, en el patio del Colegio de La Merced (Murcia).
MORATA; CASTILLO, MARÍN, L. HERNÁNDEZ; CEBRIÁN , JUÁREZ; GÓMEZ-SÁNCHEZ, REVERTE, RUIZ ABELLÁN, GUILLAMÓN Y EGEA.
Nota.- Hoy, la mayoría de ellos están al borde de los 60 años, ¿y qué pasa?
MORATA; CASTILLO, MARÍN, L. HERNÁNDEZ; CEBRIÁN , JUÁREZ; GÓMEZ-SÁNCHEZ, REVERTE, RUIZ ABELLÁN, GUILLAMÓN Y EGEA.
Nota.- Hoy, la mayoría de ellos están al borde de los 60 años, ¿y qué pasa?
DERECHOS Y DEBERES
Partiendo del principio, sagrado, de que la normativa debe siempre componer un cuerpo unitario, objetivo y exacto, lo cierto es que nada mejor para hacer uso de ella que su característica principal tenga la posibilidad de que su aplicación posea elasticidad suficiente para adaptarse a los cambios que el proceso social, en continuo trasiego, lleva consigo. Así pues, en el asunto de la vivienda, del suelo y sus valoraciones, hemos transitado a lo largo de diferentes épocas (incluida, desde luego, la correspondiente al franquismo) por los senderos utópicos -pero deseables- que políticos de todo signo han establecido para lograr lo que, ahora constitucionalmente, es el derecho a una vivienda digna por parte de todos. En efecto, desde la ya muy talluda Ley del Suelo de 1956, la invocación obligada a los derechos y deberes de todo ciudadano en relación con la vivienda, hasta la última normativa (1998), aún hoy vigente (al menos hasta el 1 de julio del presente año), ha sido la cuestión prevalente en todas las Exposiciones de Motivos de todas y cada una de las modificaciones habidas en la cuestión que nos ocupa. Pero lo cierto es que "el hombre propone, pero Dios dispone". Así, si hacemos caso de los comentarios que ha suscitado la reciente aprobación de la Ley del Suelo propuesta por el actual gobierno, nos encontramos con valores tópicos que desde luego han figurado, como ya he dicho, en propuestas anteriores: "frenar la espiral de precios desorbitados..."; "la vivienda es el principal problema de los ciudadanos..."; cosas de la transparencia y el control, que corresponden, como todo el mundo bien sabe, a formulaciones -por lo común- calificadas como "políticamente correctas". Y así.
En lo personal no creo que la propuesta vigente basada en los Convenios Urbanísticos, y que figuran en la Ley que se deroga, haya sido beneficiosa para el ciudadano. En todo caso, los promotores han tenido un nuevo campo sobre el qué actuar, eso sí, bajo la legalidad innegable de los supuestos normativos, que, la vista está, han propiciado escasos beneficios al segmento de la población más necesitado de favores urbanísticos. Me refiero a la gente joven, cuyos recursos en general no dan para mucho por cuanto el precio de la vivienda se ha disparado. Además, la figura del Convenio Urbanístico ha dado lugar a una cierta "inseguridad programática", por cuanto que el uso y/o abuso de esta técnica ha violentado de alguna manera al control urbanístico que, por encima de todos los controles, debe recaer –siempre- en las decisiones de las respectivas corporaciones municipales. Y otro asunto, no menos importante, que obliga a replantearse los objetivos urbanísticos es el tratamiento actual que, para frenar la escalada de precios, califica como suelo urbanizable a todo aquel suelo que no ha sido calificado por los planes generales como protegidos de alguna manera, encuadrándolos genéricamente como "no urbanizables". Y aquí está la razón por la cual las modificaciones urbanísticas se han hecho obligatorias: no por disponer de más suelo, el precio de éste se ha estabilizado. La verdad es que en materia de urbanismo, los modelos económicos han fracasado, pues ¿qué economista podría negar que aumentos marginales en la oferta, acaso no producen una disminución consecutiva de los precios de mercado? En urbanismo, esto no ha pasado.
En todo caso, espero que el instinto interventor del gobierno en materia de urbanismo no pase de ser (y desde luego no por falta de entusiasmo, de iniciativa y de sentido común) algo así como un ¡viva Cartagena!, entonado ya en pleno siglo XXI. La determinación de fijar un porcentaje tan alto, tan ideal, como es el 30% para usos residenciales amparados por la legislación de viviendas protegidas, tiene todos los visos de fracasar, porque esta obligatoriedad, unida a la posibilidad de que los proyectos urbanísticos se obliguen a ceder al ayuntamiento respectivo hasta un 15% de su aprovechamiento medio, será origen de problemas para los promotores, pues a nadie se le ocurre pensar que los aumentos de los costes en la producción de viviendas caerán sobre sus espaldas. Si algo cuesta lo que cuesta, alguien debe pagarlo. En consecuencia, cargar el coste de los derechos ciudadanos sobre empresarios tiene mala pinta.
Mi pronóstico ante este conjunto de circunstancias no puede ser otro que aquél que nos obligará, pronto, a nuevas modificaciones en materia de Suelo. También, que los perjudicados por la nueva legislación serán aquellos que han acumulado suelo a bajo precio para ponerlo en el mercado. Y por último, ¿tan difícil es estar al acecho de las transacciones que se producen en la venta de terrenos de uso rústico con destino a la construcción de viviendas para poder gravar fuertemente, con todas sus consecuencias, el dinero obtenido por el propietario del terreno rústico agraciado por la lotería de la expansión urbanística? Ahí es donde los ayuntamientos deberían estar presentes para obtener parte de las plusvalías generadas por la venta terrenos. Y, por consiguiente, no tener que tentar la suerte reclamando el 15% de los aprovechamientos adjudicados al promotor, porque éste, ya se ha dicho, de ninguna de las maneras renunciará a parte de su beneficio. Ni mucho menos, perder dinero.
Mayo, 2007. Empresa y finanzas.
En lo personal no creo que la propuesta vigente basada en los Convenios Urbanísticos, y que figuran en la Ley que se deroga, haya sido beneficiosa para el ciudadano. En todo caso, los promotores han tenido un nuevo campo sobre el qué actuar, eso sí, bajo la legalidad innegable de los supuestos normativos, que, la vista está, han propiciado escasos beneficios al segmento de la población más necesitado de favores urbanísticos. Me refiero a la gente joven, cuyos recursos en general no dan para mucho por cuanto el precio de la vivienda se ha disparado. Además, la figura del Convenio Urbanístico ha dado lugar a una cierta "inseguridad programática", por cuanto que el uso y/o abuso de esta técnica ha violentado de alguna manera al control urbanístico que, por encima de todos los controles, debe recaer –siempre- en las decisiones de las respectivas corporaciones municipales. Y otro asunto, no menos importante, que obliga a replantearse los objetivos urbanísticos es el tratamiento actual que, para frenar la escalada de precios, califica como suelo urbanizable a todo aquel suelo que no ha sido calificado por los planes generales como protegidos de alguna manera, encuadrándolos genéricamente como "no urbanizables". Y aquí está la razón por la cual las modificaciones urbanísticas se han hecho obligatorias: no por disponer de más suelo, el precio de éste se ha estabilizado. La verdad es que en materia de urbanismo, los modelos económicos han fracasado, pues ¿qué economista podría negar que aumentos marginales en la oferta, acaso no producen una disminución consecutiva de los precios de mercado? En urbanismo, esto no ha pasado.
En todo caso, espero que el instinto interventor del gobierno en materia de urbanismo no pase de ser (y desde luego no por falta de entusiasmo, de iniciativa y de sentido común) algo así como un ¡viva Cartagena!, entonado ya en pleno siglo XXI. La determinación de fijar un porcentaje tan alto, tan ideal, como es el 30% para usos residenciales amparados por la legislación de viviendas protegidas, tiene todos los visos de fracasar, porque esta obligatoriedad, unida a la posibilidad de que los proyectos urbanísticos se obliguen a ceder al ayuntamiento respectivo hasta un 15% de su aprovechamiento medio, será origen de problemas para los promotores, pues a nadie se le ocurre pensar que los aumentos de los costes en la producción de viviendas caerán sobre sus espaldas. Si algo cuesta lo que cuesta, alguien debe pagarlo. En consecuencia, cargar el coste de los derechos ciudadanos sobre empresarios tiene mala pinta.
Mi pronóstico ante este conjunto de circunstancias no puede ser otro que aquél que nos obligará, pronto, a nuevas modificaciones en materia de Suelo. También, que los perjudicados por la nueva legislación serán aquellos que han acumulado suelo a bajo precio para ponerlo en el mercado. Y por último, ¿tan difícil es estar al acecho de las transacciones que se producen en la venta de terrenos de uso rústico con destino a la construcción de viviendas para poder gravar fuertemente, con todas sus consecuencias, el dinero obtenido por el propietario del terreno rústico agraciado por la lotería de la expansión urbanística? Ahí es donde los ayuntamientos deberían estar presentes para obtener parte de las plusvalías generadas por la venta terrenos. Y, por consiguiente, no tener que tentar la suerte reclamando el 15% de los aprovechamientos adjudicados al promotor, porque éste, ya se ha dicho, de ninguna de las maneras renunciará a parte de su beneficio. Ni mucho menos, perder dinero.
Mayo, 2007. Empresa y finanzas.
SÓLO PALOP, ADEMÁS DE PARARLOS, PUEDE METER GOLES
Un intento, casi imposible, de centrar las cuestiones que interesan al hombre, y no necesariamente a los partidos, me llevan a situarme en el baricentro del triángulo mágico de la sostenibilidad, cuyos vértices son: economía, bienestar y patrimonio natural. Vano intento, por cuanto éstos –los ecologistas- con los que ayer (¿30-40 años?) compartí criterios conservacionistas no dejan que me acerque. Ya no hay tantos 'malos’ enfrentados a la Naturaleza, hay menos. No soy, desde luego, de los que radicalizan sus posturas (aunque son imprescindibles) sino de los que aceptan respuestas 'grises' enmedio del rígido blanco-negro con que se tiñen los debates de los modelos políticos. Ya me gustaría a mí que los ecologistas me tuvieran en consideración, y no como elemento ideal para predicar sus argumentos, al tiempo que me convierten en uno más de los depredadores del territorio que aún pululan por aquí.
La suerte que tenemos los que tomamos parte en la ordenación del territorio, es que los románticos naturalistas, ya caducos allá por los años 60, fueron sustituidos por los ecologistas, menos inmanentes y con mayor capacidad de penetración por entre los misterios de la sociedad. Tal aparición fue muy necesaria. No tanto como sus prédicas actuales que los sitúan en los límites de la sinrazón pues, con alguna reiteración, sus argumentos tienen su fundamento en la descalificación del resto de los mortales. Cada uno tiene su papel y su obligación de desempeñarlo tal y como ordena su propia conciencia. Insisto, el ecologismo debe ser el guardián de la sociedad frente a los desmanes a que ella misma se somete. Pero su conciencia no es universal y descalificante, hay otras conciencias dignas de tener en cuenta. Por ejemplo que si no hay desarrollo económico no es posible predicar la sostenibilidad, y por eso me acuerdo de Burundi, o de la población que no puede alimentarse y cuyos problemas vitales superan a aquellos que proceden de una conciencia ambiental. Si, de acuerdo con los intereses armónicos de los ciudadanos, damos la importancia adecuada a cada uno de los vértices del mágico triángulo de la sostenibilidad, lo normal sería que en el equipo que ha de derrotar a los desmanes de unos y otros, cada uno cumpla con la función encomendada. Así, la ‘defensa’ correspondería a los ambientalistas, el ‘ataque’ a los empresarios democráticos y el ‘centro del campo’, cómo no, a los encargados de repartir equitativamente los beneficios del bienestar social. Con la excepción de Palop (campeón Europa), unos deberán meter los goles, mientras que otros tendrán obligación de evitarlos.
Por fortuna, soy ingeniero de caminos. De acuerdo con ello, entiendo que la Naturaleza, en su configuración inicial, careció de caminos, canales y puertos. Entiendo la práctica de mi profesión como un intento de 'apropiación', digamos poética, de la propia Naturaleza para corregir aquellas iniciales carencias, al objeto de que la vida cotidiana del hombre no sea una tragedia (algo de huella ecológica dejamos, siempre, en nuestras actuaciones: el hombre -y los animales- es por naturaleza depredador). Nada más. Y ello es compatible con el mantenimiento de políticas eficientes en la Ordenación del Territorio, sin necesidad de acudir a la radicalidad de ese vértice del patrimonio ambiental, tan invocado y venerado -tótem sagrado- por sus defensores, quienes, desde luego, no son héroes sino una parte más del conjunto de 'agentes' que buscan soluciones para la gran cuestión: ‘QUÉ TERRITORIO’.
La verdad, mayo 07
jueves, mayo 17, 2007
EL GRIS VERSUS BLANCO-NEGRO
Un intento, casi imposible, de centrar las cuestiones que interesan al hombre, y no necesariamente a los partidos, llevan a situarme en el baricentro del triángulo mágico de la sostenibilidad, cuyos vértices son: economía, bienestar y patrimonio natural. Vano intento, por cuanto éstos con los que ayer (¿30 años?) compartí criterios conservacionistas no dejan que me acerque. Ya no hay tantos 'malos´enfrentados a la Naturaleza, hay menos. No soy, desde luego, de los que radicalizan sus posturas (aunque son imprescindibles) sino de los que aceptan respuestas 'grises' enmedio del rígido blanco-negro con que se tiñen los debates de los modelos políticos. Ya me gustaría a mí, que los ecologistas me tuvieran en consideración, y no como elemento ideal para predicar sus argumentos, al tiempo que me convierten en uno más de los depredadores del territorio que aún pululan por aquí.
Por suerte, soy ingeniero de caminos. De acuerdo con ello, entiendo que la Naturaleza, en su configuración inicial, careció de caminos, canales y puertos. Entiendo la práctica de mi profesión como un intento de 'apropiación', digamos poética, de la propia Naturaleza para corregir aquellas iniciales carencias, al objeto de que la vida cotidiana del hombre no sea una tragedia. Nada más. Y ello es compatible con el mantenimiento de políticas eficientes en la Ordenación del Territorio, sin necesidad de acudir a la radicalidad de ese vértice del patrimonio cultural, tan invocado y venerado -totem sagrado- por sus defensores, quienes, desde luego, no son héroes sino una parte más del conjunto de 'agentes' que buscan soluciones para la gran cuestión: ´QUÉ TERRITORIO'.
Respecto a Marina de Cope, me vuelvo cartesiano: los bárbaros del Norte, huyen del frío. Es natural prestarle cobijo (igual que, en otro sentido, a los inmigrantes). Este es un movimiento imparable. La Región tiene 'clima', y esto es lo que podemos vender de una forma razonable (sostenible, dirían todos). Resulta sorprendente, con la que está cayendo, que el litoral de Murcia, tras el de Asturias, es el menos 'trabajado' de España. Algo de desarrollo, por tanto, debe admitirse. 0,14 m2/m2 es una edificabilidad que como poco está muy por debajo de los límites reglamentarios por los que se fija la 'edificabilidad baja'.
Algo de huella ecológica dejamos, siempre, en nuestras actuaciones. El hombre (y los animales) es por naturaleza depredador. Bueno sería que los conservacionistas hicieran gala de cierta flexibilidad y dejaran la política...para los políticos.
He incluido entre mis links, la página www.um.es/eubacteria/marinadecope.html de mis amigos bacterianos.
miércoles, mayo 16, 2007
LA RÉPLICA (TIERNA Y CON RÁBANO SIN HOJAS)
Incluyo, como elemento positivo y muy a mi favor, este artículo, publicado por La verdad, que pretende ser una réplica a mi insinuación omeya (véase estirpe) acerca del fundador de la ciudad de Murcia, Abderramán II. Réplica fallida, pues mis dos tesis planteadas: 1.- No daré crédito alguno al movimiento ecologísta murciano hasta tanto en cuanto critique (con intensidad séxtupla) la reserva del Ebro, en cantidad de 6550 hm3, para 'uso exclusivo de los aragoneses'. Y 2.- La libertad de cátedra es todo un campo abierto para hacer política con marcados tintes muy, muy determinados.
Comprenderán mis queridos aprendices de polemistas, además, otras dos cosas: 1.- No puedo perder el tiempo rebatiendo estúpidos argumentos (¿de Laboratorio?). 2.- No por no ser ecologístas, los no ecologístas somos, todos, muy malos, malísimos.
CODA. Aprovecho la ocasión para agradecer la aparición de los ecologístas, hace más de 30 años, pues gracias a ellos, los desmanes desarrollistas sin cuento tuvieron su merecido freno y dejaran de hacer goles . Hoy, las cosas son diferentes: hay casi tantos buenos como malos; por eso no estaría mal para el ciudadano que, además de los ambientalistas, otros puedan meter goles (siempre y cuando no estén fuera de juego).
¡A las defensas, pues, ecologistas independientes.., y no tanto! Pero ni miento, ni manipulo.
LA TRIBUNA DE 'LA VERDAD, 15 de mayo, 2007
Juan, dile a Abderramán que ya puede bajar del monte (I et non plus)
DAVID SAURA LÓPEZ, JOSÉ ROBLES LÓPEZ E IGNACIO SOTO MOLINA/
El 2 y el 3 de mayo, en esta misma sección, se publicaron dos artículos consecutivos de mano del decano del Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos, el señor Juan Guillamón Álvarez, bajo el título Dile a Abderramán que haga su palacio en el monte (I y II). En el primero de ellos se nos aludía de forma directa, por lo que hemos creído conveniente contestar.Esta alusión llega en forma de ataque malintencionado, ya que se nos acusa de no tener criterio propio por compartir la opinión de Miguel Ángel Esteve, profesor de Ecología de la UMU, y para justificarlo nombra a sólo uno de nosotros (Ignacio Soto), alumno suyo, obviando al otro autor (José Robles), periodista, licenciado en Madrid y que no tiene el placer de conocerle. Deducimos que sólo así podía sustentar su «hipótesis de la secta ecologista».Asimismo afirma que los ecologistas están comprometidos con una opción política determinada y para argumentarlo cita al profesor Esteve « claro que en Murcia es posible un desarrollo sostenible, sólo hemos de cambiar de gobierno». Sin embargo, el señor Guillamón, que asegura no mentir ni manipular, olvidó mencionar lo que seguía: «Este cambio es condición necesaria y, aunque no es garantía suficiente (realmente de lo que hay que cambiar es de modelo de crecimiento), facilitará mucho las cosas para que lo sea»; por lo que nos da la impresión de que lee hasta donde quiere leer e interpreta lo que desea interpretar.Otro ejemplo de esta no manipulación es la cita que hace de la ecóloga Vidal-Abarca de la que destaca que no se debe extraer de un río más del 6% de sus recursos hídricos en la desembocadura con el fin de no alterar su función natural, justificando que parte de este 6% podría venir a la Región. Señor Guillamón, el río Ebro cuenta ya con 180 presas en su cuenca, 8 trasvases y alguno más propuesto. Los recursos hídricos superficiales suponen de media 18.217 Hm3, de los cuales, las demandas (lo que ya se extrae) suponen un 40% o más (CHE, usos del agua), por lo que ese 6% queda bastante superado. Por tanto los 1.050 hm3 que se pretendían trasvasar supondrían otro 5% a añadir a este alto porcentaje ¿o es que siempre se puede extraer un 6% de cualquier río sea cual sea su estado? ¿Del Segura también?No contento con ello justifica la conveniencia del trasvase derogado con la reserva hídrica para Aragón y con las recientes inundaciones. Las inundaciones son situaciones de emergencia, consecuencia de fenómenos meteorológicos puntuales, durante las cuales es tremendamente difícil obtener agua para trasvasar. Consideramos poco acertado este argumento que relaciona estas eventualidades con el trasvase, ya que estas estructuras, hasta donde nosotros (que no somos ingenieros de Caminos) entendemos, no sirven para evitarlas.En cuanto a los 6.550 Hm3 de reserva exclusiva para Aragón, y al órdago que lanza este ingeniero a los ecólogos y ecologistas para que «pongan en solfa la cuestión de la reserva hídrica aragonesa», diremos que es descorazonador que muchos políticos (de todos los colores), promotores y personas afines (Guillamón et col.) propongan, aprueben y defiendan proyectos altamente insostenibles y sustentados en intereses económicos no generales, y cuando se les han acabado los argumentos para defendernos recurran al -como los de allí lo hacen, nosotros también tenemos derecho a hacerlo-.Esta forma insostenible de pensamiento la trató de manera genial Garret Hardin en su artículo La Tragedia de los Comunes, publicado en Science en 1968, que explica la sobreexplotación de los bienes públicos de propiedad común (en este caso el Ebro) por el hecho de que todos los agentes económicos tienden a exprimir cada vez más el recurso teniendo la seguridad de que los demás harán lo mismo. Esto lleva a beneficios individuales a corto plazo y la ruina irreversible y anunciada a medio y largo plazo.Posiblemente no existiría una oposición tan frontal al trasvase si nuestra Región no sufriera un modelo de crecimiento (que no de desarrollo) depredador hasta el límite de recursos y agresivo con el territorio, basado en el monocultivo del ladrillo. Existe un término en Economía denominado Coste de Oportunidad que viene a decir (en este caso) que si dedicas agua a plantar ladrillos tendrás que quitársela a los tomates. De ahí que suene a fraude pedir agua para los agricultores cuando se pretende duplicar el número de viviendas actuales la Región y triplicar su población (suponiendo que las viviendas sean para que la gente viva en ellas, claro, y no para amasar billetes) en no más de treinta años.Respecto a su investigación que concluye que las sardinas y boquerones no dependen de los aportes del Ebro; señor Guillamón, investigan los investigadores, como Charton, usted se documenta y es muy osado afirmar que estas especies no dependen del río que aporta los nutrientes básicos de la cadena trófica de la que forman parte.En relación a la apropiación por parte de los ecologistas del término sosteniblididad, señor Guillamón, en ninguna de las herramientas de ordenación territorial aprobadas en Murcia por el PP desde la desgracia de la Ley del Suelo se ha aplicado este término con propiedad. El adjetivo sostenible implica no poner en peligro el derecho de los futuros murcianos a vivir, a disfrutar de lo mismo que nosotros disfrutamos hoy, y a desarrollarse saludablemente. Por el contrario, el gobierno regional parece haber adquirido el programa Microsoft Sostenible, que inserta este adjetivo cada 20 palabras en cualquier texto, pero no por ello hace que lo que en él se diga lo sea de verdad.Y como dijo Forrest Gump, del que ninguno de nosotros hemos sido alumnos: no tenemos nada más que decir sobre esto.
Juan, dile a Abderramán que ya puede bajar del monte (I et non plus)
DAVID SAURA LÓPEZ, JOSÉ ROBLES LÓPEZ E IGNACIO SOTO MOLINA/
El 2 y el 3 de mayo, en esta misma sección, se publicaron dos artículos consecutivos de mano del decano del Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos, el señor Juan Guillamón Álvarez, bajo el título Dile a Abderramán que haga su palacio en el monte (I y II). En el primero de ellos se nos aludía de forma directa, por lo que hemos creído conveniente contestar.Esta alusión llega en forma de ataque malintencionado, ya que se nos acusa de no tener criterio propio por compartir la opinión de Miguel Ángel Esteve, profesor de Ecología de la UMU, y para justificarlo nombra a sólo uno de nosotros (Ignacio Soto), alumno suyo, obviando al otro autor (José Robles), periodista, licenciado en Madrid y que no tiene el placer de conocerle. Deducimos que sólo así podía sustentar su «hipótesis de la secta ecologista».Asimismo afirma que los ecologistas están comprometidos con una opción política determinada y para argumentarlo cita al profesor Esteve « claro que en Murcia es posible un desarrollo sostenible, sólo hemos de cambiar de gobierno». Sin embargo, el señor Guillamón, que asegura no mentir ni manipular, olvidó mencionar lo que seguía: «Este cambio es condición necesaria y, aunque no es garantía suficiente (realmente de lo que hay que cambiar es de modelo de crecimiento), facilitará mucho las cosas para que lo sea»; por lo que nos da la impresión de que lee hasta donde quiere leer e interpreta lo que desea interpretar.Otro ejemplo de esta no manipulación es la cita que hace de la ecóloga Vidal-Abarca de la que destaca que no se debe extraer de un río más del 6% de sus recursos hídricos en la desembocadura con el fin de no alterar su función natural, justificando que parte de este 6% podría venir a la Región. Señor Guillamón, el río Ebro cuenta ya con 180 presas en su cuenca, 8 trasvases y alguno más propuesto. Los recursos hídricos superficiales suponen de media 18.217 Hm3, de los cuales, las demandas (lo que ya se extrae) suponen un 40% o más (CHE, usos del agua), por lo que ese 6% queda bastante superado. Por tanto los 1.050 hm3 que se pretendían trasvasar supondrían otro 5% a añadir a este alto porcentaje ¿o es que siempre se puede extraer un 6% de cualquier río sea cual sea su estado? ¿Del Segura también?No contento con ello justifica la conveniencia del trasvase derogado con la reserva hídrica para Aragón y con las recientes inundaciones. Las inundaciones son situaciones de emergencia, consecuencia de fenómenos meteorológicos puntuales, durante las cuales es tremendamente difícil obtener agua para trasvasar. Consideramos poco acertado este argumento que relaciona estas eventualidades con el trasvase, ya que estas estructuras, hasta donde nosotros (que no somos ingenieros de Caminos) entendemos, no sirven para evitarlas.En cuanto a los 6.550 Hm3 de reserva exclusiva para Aragón, y al órdago que lanza este ingeniero a los ecólogos y ecologistas para que «pongan en solfa la cuestión de la reserva hídrica aragonesa», diremos que es descorazonador que muchos políticos (de todos los colores), promotores y personas afines (Guillamón et col.) propongan, aprueben y defiendan proyectos altamente insostenibles y sustentados en intereses económicos no generales, y cuando se les han acabado los argumentos para defendernos recurran al -como los de allí lo hacen, nosotros también tenemos derecho a hacerlo-.Esta forma insostenible de pensamiento la trató de manera genial Garret Hardin en su artículo La Tragedia de los Comunes, publicado en Science en 1968, que explica la sobreexplotación de los bienes públicos de propiedad común (en este caso el Ebro) por el hecho de que todos los agentes económicos tienden a exprimir cada vez más el recurso teniendo la seguridad de que los demás harán lo mismo. Esto lleva a beneficios individuales a corto plazo y la ruina irreversible y anunciada a medio y largo plazo.Posiblemente no existiría una oposición tan frontal al trasvase si nuestra Región no sufriera un modelo de crecimiento (que no de desarrollo) depredador hasta el límite de recursos y agresivo con el territorio, basado en el monocultivo del ladrillo. Existe un término en Economía denominado Coste de Oportunidad que viene a decir (en este caso) que si dedicas agua a plantar ladrillos tendrás que quitársela a los tomates. De ahí que suene a fraude pedir agua para los agricultores cuando se pretende duplicar el número de viviendas actuales la Región y triplicar su población (suponiendo que las viviendas sean para que la gente viva en ellas, claro, y no para amasar billetes) en no más de treinta años.Respecto a su investigación que concluye que las sardinas y boquerones no dependen de los aportes del Ebro; señor Guillamón, investigan los investigadores, como Charton, usted se documenta y es muy osado afirmar que estas especies no dependen del río que aporta los nutrientes básicos de la cadena trófica de la que forman parte.En relación a la apropiación por parte de los ecologistas del término sosteniblididad, señor Guillamón, en ninguna de las herramientas de ordenación territorial aprobadas en Murcia por el PP desde la desgracia de la Ley del Suelo se ha aplicado este término con propiedad. El adjetivo sostenible implica no poner en peligro el derecho de los futuros murcianos a vivir, a disfrutar de lo mismo que nosotros disfrutamos hoy, y a desarrollarse saludablemente. Por el contrario, el gobierno regional parece haber adquirido el programa Microsoft Sostenible, que inserta este adjetivo cada 20 palabras en cualquier texto, pero no por ello hace que lo que en él se diga lo sea de verdad.Y como dijo Forrest Gump, del que ninguno de nosotros hemos sido alumnos: no tenemos nada más que decir sobre esto.
David Saura López es licenciado en Ciencias Ambientales, José Robles López es periodista e Ignacio Soto Molina es estudiante de Ciencias Ambientales.
LOS HECHOS DIFERENCIALES CENTRÍPETOS
En Els Vergos, Barcelona, analizamos (serenamente) la difícil tarea de 'engranar' aspiraciones totalmente, universalmente y absolutamente, incompatibles con la gestión global del Agua en España: ?¿quién puede colocar el cascabel a tal problema? Pues allí donde el partido mayoritario tenga el mismo signo que el que gobierna en España.
Nunca, como en el asunto hídrico-hidráulico, se vio tan rotundamente la intrusión de lo absoluto (POLÍTICA) en las entrañas de lo incierto (CIENCIA).
martes, mayo 15, 2007
HIDRÁULICA
José Revilla Cortezón, director de la Escuela de
Caminos de Santander -y patriarca de tres tribus-, y servidor
Caminos de Santander -y patriarca de tres tribus-, y servidor
en el Aula Mgna de la Escuela..
La Escuela de Caminos, Canales y Puertos de Santander, creada hace 40 años, no es sino la consecuencia de un reconocimiento exacto a la tradición ingenieril que la ciudad siempre tuvo. Hoy, son alrededor de 1.000 los ingenieros de caminos que se encuentran colegiados en Cantabria. Por tanto procede abrir el discurso que, en estos desgraciados momentos (y siempre maniatado por sentimientos políticos interesados), se viene desarrollando entre los representantes políticos pertenecientes a territorios supuestamente bendecidos por abundante agua y esos otros que intentan gobernar sobre la base de la escasez, de la sequía y, desde luego, bajo la amenaza tremenda de la desertificación. Ningún sitio mejor que Santander, imparcialmente tratada en materia hídrica e hidráulica, para exponer un punto de vista, que si bien particular es ampliamente suscrito por ordenadores del territorio con visión moderna y multidimensional, mediante el cual se critica duramente la acción gubernamental por la que se pretende dar carácter legal y jurídico a esa tendencia por la que los ribereños se consideran dueños del río y sus riquezas. La nueva Ley de Aguas (en borrador) y los reales decretos ya aprobados relativos a las Demarcaciones Hidrográficas y a los Comités de Autoridades han resuelto la cuestión de las discrepancias hídricas entre los españoles, dando el máximo de participación posible a los poderes autonómicos que presiden a los ciudadanos de los respectivos territorios. En contra de lo que ya se impuso como norma de obligado asentimiento intelectual en la lejana Carta Europea del Agua (1968) ahora, parece que sin más remedio, el Agua sí tiene fronteras: las territoriales.
Para la aplicación de las decisiones gubernamentales últimas relacionadas con el Agua, las autoridades han echado mano de los argumentos de los ideólogos ecologistas más radicales, los cuales partiendo de un dato perverso y poderosamente incierto, tal es que hasta su fortalecimiento actual (pecado mortal que algún día nuestra ministra ambiental deberá pagar con creces) todos, y sobre todo los ingenieros, hemos considerado a los ríos como canales y depósitos de agua; y no sólo eso, sino que ese agua sólo y exclusivamente es valorada como un bien económico. Siendo venenosa esta premisa, es fácil establecer, a la luz de los documentos pertinentes, que tal arranque ultra conservacionista contra quienes hubieron gestionado el Agua hasta hoy, tiene los fundamentos muy de acuerdo con determinada ideología política. En efecto, en 1993 el entonces gobierno socialista intentó sin éxito la aprobación de un PHN de carácter muy global y que respondía al criterio de interconectar entre sí todas las cuencas peninsulares, al modo de como funcionan otro tipo de infraestructuras tales como el sistema eléctrico, oleoductos, gaseoductos etc. El entonces partido opositor (PP) por razones estrictamente políticas puso las trabas necesarias para que tal proyecto no se llevara a cabo. Años más tarde, y por aquello de que en el ejercicio del gobierno las decisiones son más razonables, el antes partido de la oposición actualiza el PHN socialista, de modo que aún respetando todos (o casi todos) los conceptos integrantes del plan, limitan la acción trasvasista a un solo elemento: un trasvase de 1.050 hm3 desde la desembocadura del Ebro hasta Almería, repartiendo sabiamente el agua a lo largo de todo su recorrido mediterráneo. Casi podría afirmar que los ingenieros de caminos que trabajaron para el ministro Borrel y para el popular Matas, fueron los mismos. En el año 1999, el Ministerio pública El Libro Blanco del Agua (LBA) que, sin duda, constituye el compendio más inteligente y completo de todo lo que el Agua ha significado en España. En su apartado medioambiental, se expresan consideraciones científicas y sociales acerca del porqué la política hidráulica practicada hasta ese momento (la gran hidráulica) ha hecho crisis, precisamente porque además de aplicar el agua en los desarrollos económicos y en la mejora social de los ciudadanos, ahora el Medio Ambiente -considerado globalmente- es el primer y más genuino usuario del agua. Después, aparece (2000) la muy manoseada Directiva Marco del Agua (DMA) que examinada de modo neutral, esto es, sin intrusiones políticas interesadas, viene a refrendar lo que el LBA ya hubo apuntado. Pero resulta que, fuera de las dos cuestiones capitales que se encierran en el articulado de la DMA -la calidad del agua como mantenedor de un medio ambiente deseable, y la repercusión de todos los costes en los usuarios-, en ningún sitio se dice que cada territorio ha de apañarse con el agua tiene, lo cual hace que el camino emprendido para las transferencias hidráulicas entre cuencas sea posible. Y no lo contrario.
Posible y necesario. El río Nalón vierte al mar más agua que el conjunto de todos los ríos mediterráneos, excluido el Ebro. Por eso resulta científicamente estúpido admitir que una detracción equivalente al 6% de las aportaciones del río Ebro al mar, puedan producir daños irreparables en las biocenosis allegadas a las descargas de agua dulce de tal río. A 1.050 hm3 asciende esa detracción que a su vez supone la sexta parte del volumen (6.550 hm3) auto adjudicado por los aragoneses en su estatuto para uso exclusivo de ellos mismos. No pediré que los cántabros se arremolinen en torno a Fontibre y que impidan el paso de las aguas a lo largo y ancho del cauce del Ebro, so pretexto de que aquéllas son suyas por haber nacido en su territorio. No, pero si creo necesario explicitar que los ingenieros de caminos deberán seguir estudiando la Hidráulica como elemento necesario en la regulación de las aguas, para uso de todos, y que la ausencia de la práctica hidráulica nos dejaría en manos exclusivas de conservacionistas que en su amor a la Naturaleza son como aquél que amando tanto a la novia…, la dejó virgen. No todos los que no formamos parte de colectivos radicales ecologistas, somos depredadores. Algunos, aun, somos 100 veces más útiles que ellos para la sociedad.
Nota: Escribo todo lo anterior en homenaje a los ingenieros Aguilar, Quince y Bengoa, artífices de la creación de la Escuela de las Llamas, hace 40 años.
La Escuela de Caminos, Canales y Puertos de Santander, creada hace 40 años, no es sino la consecuencia de un reconocimiento exacto a la tradición ingenieril que la ciudad siempre tuvo. Hoy, son alrededor de 1.000 los ingenieros de caminos que se encuentran colegiados en Cantabria. Por tanto procede abrir el discurso que, en estos desgraciados momentos (y siempre maniatado por sentimientos políticos interesados), se viene desarrollando entre los representantes políticos pertenecientes a territorios supuestamente bendecidos por abundante agua y esos otros que intentan gobernar sobre la base de la escasez, de la sequía y, desde luego, bajo la amenaza tremenda de la desertificación. Ningún sitio mejor que Santander, imparcialmente tratada en materia hídrica e hidráulica, para exponer un punto de vista, que si bien particular es ampliamente suscrito por ordenadores del territorio con visión moderna y multidimensional, mediante el cual se critica duramente la acción gubernamental por la que se pretende dar carácter legal y jurídico a esa tendencia por la que los ribereños se consideran dueños del río y sus riquezas. La nueva Ley de Aguas (en borrador) y los reales decretos ya aprobados relativos a las Demarcaciones Hidrográficas y a los Comités de Autoridades han resuelto la cuestión de las discrepancias hídricas entre los españoles, dando el máximo de participación posible a los poderes autonómicos que presiden a los ciudadanos de los respectivos territorios. En contra de lo que ya se impuso como norma de obligado asentimiento intelectual en la lejana Carta Europea del Agua (1968) ahora, parece que sin más remedio, el Agua sí tiene fronteras: las territoriales.
Para la aplicación de las decisiones gubernamentales últimas relacionadas con el Agua, las autoridades han echado mano de los argumentos de los ideólogos ecologistas más radicales, los cuales partiendo de un dato perverso y poderosamente incierto, tal es que hasta su fortalecimiento actual (pecado mortal que algún día nuestra ministra ambiental deberá pagar con creces) todos, y sobre todo los ingenieros, hemos considerado a los ríos como canales y depósitos de agua; y no sólo eso, sino que ese agua sólo y exclusivamente es valorada como un bien económico. Siendo venenosa esta premisa, es fácil establecer, a la luz de los documentos pertinentes, que tal arranque ultra conservacionista contra quienes hubieron gestionado el Agua hasta hoy, tiene los fundamentos muy de acuerdo con determinada ideología política. En efecto, en 1993 el entonces gobierno socialista intentó sin éxito la aprobación de un PHN de carácter muy global y que respondía al criterio de interconectar entre sí todas las cuencas peninsulares, al modo de como funcionan otro tipo de infraestructuras tales como el sistema eléctrico, oleoductos, gaseoductos etc. El entonces partido opositor (PP) por razones estrictamente políticas puso las trabas necesarias para que tal proyecto no se llevara a cabo. Años más tarde, y por aquello de que en el ejercicio del gobierno las decisiones son más razonables, el antes partido de la oposición actualiza el PHN socialista, de modo que aún respetando todos (o casi todos) los conceptos integrantes del plan, limitan la acción trasvasista a un solo elemento: un trasvase de 1.050 hm3 desde la desembocadura del Ebro hasta Almería, repartiendo sabiamente el agua a lo largo de todo su recorrido mediterráneo. Casi podría afirmar que los ingenieros de caminos que trabajaron para el ministro Borrel y para el popular Matas, fueron los mismos. En el año 1999, el Ministerio pública El Libro Blanco del Agua (LBA) que, sin duda, constituye el compendio más inteligente y completo de todo lo que el Agua ha significado en España. En su apartado medioambiental, se expresan consideraciones científicas y sociales acerca del porqué la política hidráulica practicada hasta ese momento (la gran hidráulica) ha hecho crisis, precisamente porque además de aplicar el agua en los desarrollos económicos y en la mejora social de los ciudadanos, ahora el Medio Ambiente -considerado globalmente- es el primer y más genuino usuario del agua. Después, aparece (2000) la muy manoseada Directiva Marco del Agua (DMA) que examinada de modo neutral, esto es, sin intrusiones políticas interesadas, viene a refrendar lo que el LBA ya hubo apuntado. Pero resulta que, fuera de las dos cuestiones capitales que se encierran en el articulado de la DMA -la calidad del agua como mantenedor de un medio ambiente deseable, y la repercusión de todos los costes en los usuarios-, en ningún sitio se dice que cada territorio ha de apañarse con el agua tiene, lo cual hace que el camino emprendido para las transferencias hidráulicas entre cuencas sea posible. Y no lo contrario.
Posible y necesario. El río Nalón vierte al mar más agua que el conjunto de todos los ríos mediterráneos, excluido el Ebro. Por eso resulta científicamente estúpido admitir que una detracción equivalente al 6% de las aportaciones del río Ebro al mar, puedan producir daños irreparables en las biocenosis allegadas a las descargas de agua dulce de tal río. A 1.050 hm3 asciende esa detracción que a su vez supone la sexta parte del volumen (6.550 hm3) auto adjudicado por los aragoneses en su estatuto para uso exclusivo de ellos mismos. No pediré que los cántabros se arremolinen en torno a Fontibre y que impidan el paso de las aguas a lo largo y ancho del cauce del Ebro, so pretexto de que aquéllas son suyas por haber nacido en su territorio. No, pero si creo necesario explicitar que los ingenieros de caminos deberán seguir estudiando la Hidráulica como elemento necesario en la regulación de las aguas, para uso de todos, y que la ausencia de la práctica hidráulica nos dejaría en manos exclusivas de conservacionistas que en su amor a la Naturaleza son como aquél que amando tanto a la novia…, la dejó virgen. No todos los que no formamos parte de colectivos radicales ecologistas, somos depredadores. Algunos, aun, somos 100 veces más útiles que ellos para la sociedad.
Nota: Escribo todo lo anterior en homenaje a los ingenieros Aguilar, Quince y Bengoa, artífices de la creación de la Escuela de las Llamas, hace 40 años.
Juan Guillamón
El diario Montañés, 15 de mayo, 2007
lunes, mayo 14, 2007
OTRO ASCENSO A PRIMERA DIVISION DEL REAL MURCIA
LOS PRODUCTORES SE FUERON A LA PLAYA.
En la etapa anterior a la democracia que venimos disfrutando, en el Día Mundial del Trabajo -uno de mayo- se celebraba, creo que en el estadio Bernabéu, un Concurso adonde acudían todos los trabajadores y obreros, citados para la mayor gloria del régimen dictatorial del general Franco. Éste, no sabemos si con intenciones espurias, dio en llamar productores a lo que siempre se había entendido como trabajadores y obreros. El Día del Trabajo era pues un día en donde se conmemoraba no exactamente la unión y los deseos de los trabajadores sino el triunfo de un régimen. Pero, por fortuna, esto ya no es lo que era. Pero no es lo que era ni cuando era antes de Franco. Los sindicatos hoy defienden cuestiones que hace al menos un siglo eran francamente impensables. Se ha diluido el motivo fundamental que era (y no otro) la defensa del proletariado, siendo éste un conjunto de hombres trabajadores con ingresos inferiores al mínimo nivel de subsistencia y que, por consiguiente, no teniendo dinero para nada, lo único que poseía era su propia prole. Y todo ello, por demás, agravado por la ausencia de técnicas médicas que asistieran en la decisión razonable de limitar el número de hijos en función de unas circunstancias económicas en modo alguno favorables.
Ahora ya no hay proletarios; sí que hay personas con trabajo y personas sin trabajo. De entre aquéllas, las hay con cometidos permanentes y las hay con las limitaciones tenebrosas que la contratación temporal impone. No es de extrañar, entonces, que los líderes sindicalistas pongan el acento en la corrección de esta temporalidad que no sólo beneficiaría a quienes la sufren sino que también al resto de la clase trabajadora, por cuanto la seguridad de un sueldo fijo por tiempo indeterminado hacen al poseedor de este tesoro un consumidor activo, lo que no es otra cosa que el pivote sobre el que la Administración debería actuar para que el reparto de rentas logre el difícil objetivo de mejorar la calidad de vida de todos, reduciendo las diferencias lógicas habidas por la diferencia de talentos entre quienes componen la sociedad: ¿alguien duda de que el hombre es un lobo para el resto de los hombres? En todo caso resulta inquietante lo que los sindicatos apuntan en el sentido de que casi la mitad, un 40%, de los contratos laborales se dispensan con carácter temporal. Y resulta muy extraño pues hoy los bancos acumulan beneficios importantes, no sólo por la virtuosa capacidad bancaria de colocar los dineros en los sitios más adecuados sino que también, en buena medida, porque se consume mucho gracias a los préstamos hipotecarios y personales que obligan al prestatario a unos pagos sistemáticos durante un tiempo fijo, lo cual va en contra de las previsiones que pudiera acumular aquel trabajador temporal.
Pero resulta lamentable que el trabajador, obrero, productor y en definitiva empleado, esté sujeto a las mismas devociones de que quienes no lo son. Me refiero a la avidez con que todos acudimos a disfrutar de los días de fiesta. Recuerdo que durante una famosa huelga convocada (¿1989?) un 14 de diciembre, un trabajador fue sorprendido por su cuñado cuando en la ilegal compañía de su acompañante disfrutaba, a su modo, en un apartamento de una playa cercana, siendo lo propio de su condición no otra cosa que manifestarse en esa huelga contra el gobierno vigente. En consecuencia, los líderes sindicalistas han tomado la decisión de que el día de los trabajadores no ha de coincidir con puente festivo alguno ya que la asistencia se resiente de un modo espectacular (y lamentable).
Claro que un poquito de política nunca viene mal. En Murcia, los líderes sindicales, con independencia de formular consignas y arengas favorables a los partidos políticos con los que de una manera acaso semántica, difusa, se encuentran unidos por mor de ideologías idénticas, han optado por el modernismo en sus discursos. Así, el líder de CC.OO, solicitó a las autoridades políticas, en medio de una concentración que según los cálculos de la policía local apenas alcanzaba los 2.000 individuos, ampliar y profundizar los campos de la innovación y de la tecnología, al tiempo que establecía un memento acerca de esos casi 1.500 millones de personas que pasan hambre en el mundo. No hay proletarios. En todo caso, hay gente que come y quien no tiene qué comer. Por eso soy de la opinión de que este tipo de celebraciones puede muy bien suprimirse, sobre todo porque los propios actores han decidido hacer un mutis por el foro, un foro que les conduce directamente a sus segundas residencias ubicadas no lejos de sus centros de trabajo. Y a mí esto me parece bien, igual que me pareció muy bien que en los años 60, los productores alcanzaron la dicha de poder conducir un seiscientos de su propiedad.
Juan Guillamón.
Empresa y finanzas, 4 de mayo, 2007.
Ahora ya no hay proletarios; sí que hay personas con trabajo y personas sin trabajo. De entre aquéllas, las hay con cometidos permanentes y las hay con las limitaciones tenebrosas que la contratación temporal impone. No es de extrañar, entonces, que los líderes sindicalistas pongan el acento en la corrección de esta temporalidad que no sólo beneficiaría a quienes la sufren sino que también al resto de la clase trabajadora, por cuanto la seguridad de un sueldo fijo por tiempo indeterminado hacen al poseedor de este tesoro un consumidor activo, lo que no es otra cosa que el pivote sobre el que la Administración debería actuar para que el reparto de rentas logre el difícil objetivo de mejorar la calidad de vida de todos, reduciendo las diferencias lógicas habidas por la diferencia de talentos entre quienes componen la sociedad: ¿alguien duda de que el hombre es un lobo para el resto de los hombres? En todo caso resulta inquietante lo que los sindicatos apuntan en el sentido de que casi la mitad, un 40%, de los contratos laborales se dispensan con carácter temporal. Y resulta muy extraño pues hoy los bancos acumulan beneficios importantes, no sólo por la virtuosa capacidad bancaria de colocar los dineros en los sitios más adecuados sino que también, en buena medida, porque se consume mucho gracias a los préstamos hipotecarios y personales que obligan al prestatario a unos pagos sistemáticos durante un tiempo fijo, lo cual va en contra de las previsiones que pudiera acumular aquel trabajador temporal.
Pero resulta lamentable que el trabajador, obrero, productor y en definitiva empleado, esté sujeto a las mismas devociones de que quienes no lo son. Me refiero a la avidez con que todos acudimos a disfrutar de los días de fiesta. Recuerdo que durante una famosa huelga convocada (¿1989?) un 14 de diciembre, un trabajador fue sorprendido por su cuñado cuando en la ilegal compañía de su acompañante disfrutaba, a su modo, en un apartamento de una playa cercana, siendo lo propio de su condición no otra cosa que manifestarse en esa huelga contra el gobierno vigente. En consecuencia, los líderes sindicalistas han tomado la decisión de que el día de los trabajadores no ha de coincidir con puente festivo alguno ya que la asistencia se resiente de un modo espectacular (y lamentable).
Claro que un poquito de política nunca viene mal. En Murcia, los líderes sindicales, con independencia de formular consignas y arengas favorables a los partidos políticos con los que de una manera acaso semántica, difusa, se encuentran unidos por mor de ideologías idénticas, han optado por el modernismo en sus discursos. Así, el líder de CC.OO, solicitó a las autoridades políticas, en medio de una concentración que según los cálculos de la policía local apenas alcanzaba los 2.000 individuos, ampliar y profundizar los campos de la innovación y de la tecnología, al tiempo que establecía un memento acerca de esos casi 1.500 millones de personas que pasan hambre en el mundo. No hay proletarios. En todo caso, hay gente que come y quien no tiene qué comer. Por eso soy de la opinión de que este tipo de celebraciones puede muy bien suprimirse, sobre todo porque los propios actores han decidido hacer un mutis por el foro, un foro que les conduce directamente a sus segundas residencias ubicadas no lejos de sus centros de trabajo. Y a mí esto me parece bien, igual que me pareció muy bien que en los años 60, los productores alcanzaron la dicha de poder conducir un seiscientos de su propiedad.
Juan Guillamón.
Empresa y finanzas, 4 de mayo, 2007.
lunes, mayo 07, 2007
DILE A ABDERRAMÁN QUE HAGA SU PALACIO EN EL MONTE
(I)
Con toda sinceridad debo reconocer mi modesta indignación intelectual cuando (casi siempre, en formación) los líderes ecologistas critican opiniones mías. Y no digo que yo siempre he de llevar la razón, mas -siendo incierta la realidad- puedo someterme a cualquier juicio -no sectario- en la seguridad de que jamás miento, ni manipulo. Las facciones ecologistas emplean un par de tácticas muy recurrentes para enfrentarse a quienes se pongan delante de un campo que consideran absolutamente suyo: la sostenibilidad. Parece que los demás no tenemos derecho a opinar sobre tal cuestión (1ª táctica). Y cuando lo hacemos, el ecologista de turno se encarga (2ª táctica) de interpretar la opinión del modo más negativo posible, de manera que ellos, como verdaderos apóstoles de la Naturaleza, santifican sus inconmovibles criterios al tiempo que te dejan a la altura de un verdadero imbécil científico. Y qué gran error el de Abderramán II al fundar Murcia en donde no debió hacerlo, caso de haber existido este enérgico ecologismo que ahora nos conmueve. Mejor se hubiera ido a las montañas.
En los asuntos del río Ebro, me he mostrado francamente cándido frente a estos ecologistas, y les he dado pie para que pongan en práctica sus dos tácticas. Pero lo cierto es que yo digo lo que digo, no lo que ellos se empeñan en decir qué digo. Soy ‘cierto ingeniero’, y para algunos de su colectivo nada menos que "el tal Guillamón", tal como se expresa el sr. Chaston. Dos maneras estúpidas con las que me demuestran su desprecio. Pero no he de caer en la trampa de la estupidez. Durante los tiempos tormentosos de este abril lluvioso que ha ocasionado desbordamientos indeseables a lo largo (y ancho) de todo el río Ebro, han sido muchas las voces que ha expresado el lamento de ver cómo de un río tan caudaloso no es posible sustraer cuota alguna de su caudal para ser transportado a tierras sedientas. La maliciosa y tendenciosa postura ecologista se aleja de lo que sólo es un lamento y adjudica a todos que lo que estamos diciendo es que el agua del Ebro no se debe desperdiciar en el mar y debe venir toda al sur peninsular. Y además dicen que esto es una tontería. Naturalmente que es una tontería porque jamás nadie podría decir algo así y menos siendo "cierto ingeniero" o el ‘tal Guillamón’. La cuestión es, como dice textualmente la catedrática Vidal-Abarca, "¿Cuánta agua se puede extraer de un río (en este caso, el Ebro) sin alterar significativamente su capacidad para autodepurar, para mantener la vida acuática, para que cumpla, en definitiva, su función natural?". La respuesta es bien sencilla: no más del 6%, en la desembocadura. Mantener por tanto que esta detracción, bien que insignificante, es un atentado medioambiental al sistema hidráulico-hídrico del Ebro es como poco la constancia expresa de la identidad profunda que existe entre las teorías ecologistas y determinada opción política. Para que no haya dudas al respecto, procedo a justificarlo.
Veamos, el 9 de marzo la Tribuna de La verdad publicaba un artículo de Miguel Ángel Esteve, profesor de Ecología, titulado "En Murcia es posible" en el que además de difundir sabiamente su discurso objetivo (y aceptable) respecto a las cuestiones ambientales más relevantes, añade "... en Murcia es posible un desarrollo sostenible, sólo hemos de cambiar de gobierno. Este cambio es condición necesaria...". La libertad de cátedra da opciones tan plurales como ésta, si bien justo es recordar que en tiempos pretéritos la única libertad de cátedra existente era la Formación del Espíritu Nacional (FEN), inyectada directamente en vena. Esta expresión de la docencia tan identificada con una ideología política bien determinada, no cae en saco roto. En efecto, con posterioridad, el 29 de marzo, también en La verdad y bajo el título "La sardina multimedia", Ignacio Soto Molina, estudiante de Ciencias Ambientales, toma nota y textualmente escribe "... estando tan cerca del 27 de mayo, citamos al maestro ecólogo y ecologista Miguel Ángel Esteve, para decir que en nuestras manos está, no lo desaprovechemos. Nunca un voto habrá evitado tanto daño". El ecologismo está, como bien pueden verse, al servicio de la política. La libertad de cátedra da pie a incluir la política en la didáctica.
¿Por qué si no, este cacareo tan constante para denostar la detracción de 1.050 Hm3 en la desembocadura del Ebro junto a ese silencio intolerable, cómplice y farisaico frente a la reserva hídrica de 6.550 Hm3 "para uso exclusivo de la Comunidad Autónoma” que figura en el Estatuto de Aragón recién refrendado en el Senado? Política y nada más que política: 6.550 Hm3 es algo así como seis veces el volumen correspondiente al trasvase del Ebro derogado por cuestiones ambientales. Me permitirán, ecólogos y ecologistas, que en lo sucesivo no tome en consideración sus determinaciones hasta tanto en cuanto pongan en solfa la cuestión de la reserva hídrica aragonesa (y con una intensidad seis veces mayor).
(II)
En otro orden de cosas, me parece cuanto menos inapropiado hablar de boquerones, sardinas, búhos reales, anchoas, murcianos pedigüeños insaciables, demagogos, interpretación interesada del cambio climático, el río Po, el Ródano, el bacalao de Noruega, el bogavante, el rodaballo, el jurel, el Mar Negro, Chile, Taiwán, los langostinos, el río Mississippi, las Tres Gargantas, el Sudeste Asiático, África, el Golfo de México etc.... y no tengamos la decencia de establecer que la caridad bien ordenada empieza por el hombre, a quien debemos proteger, desde luego sin menoscabo del bogavante ni del rodaballo, procurando que las descargas de agua dulce al mar sean las que preserven el biotopo marino y su biocenosis, para mayor disfrute de aquellos que han de venir tras nosotros. Un dato que me parece muy interesante citar es que el 30% de los desastres naturales que se producen en el planeta corresponden a inundaciones. Gracias a los esfuerzos de ingenieros cuidadosos (sostenibles, por mucho que les pese a aquéllos que se creen dueños de este adjetivo tan manoseado como imprescindible en todo discurso políticamente correcto) que han establecido el diálogo adecuado entre los valores naturales a conservar y las modificaciones necesarias para hacer, dentro de un orden, compatibles sus potencialidades con los derechos de las personas, la tragedia no constituye algo cotidiano. No todos los que actúan sobre la Naturaleza son depredadores; por tanto, acusaciones de quienes entienden que la Naturaleza es intocable (algo así como quienes aman tanto la novia que desean que permanezca virgen) se pierden en el limbo de la inmanencia porque, para suerte de todos y desgracia de quienes hacen de la crítica desmesurada su virtud, la actitud generalizada ante la Naturaleza es hoy un valor que impregna a la generalidad de los profesionales que ejercitan su oficio teniendo presente aquello de que lo que hoy destruimos, mañana podría haber sido necesario para nuestros descendientes. Pero, convénzanse todos, aquéllos que actúan de buena voluntad, de alguna manera, a la Naturaleza deben que modificarla.
Y cuando en alguna ocasión he dicho que el Segura no es el río Nilo, me refiero al Nilo de aquellos faraones qué estúpidamente hicieron enterrarse con sus jodidas riquezas en sus formidables pirámides. En modo alguno me refiero al Nilo actual. Las inundaciones de sus llanuras aledañas han de evitarse porque los hombres han decidido instalarse en aquellos lugares en donde la vida promete algo más que la pobreza: en las márgenes de los ríos. Bien sé que acaso hubiese sido más saludable para todos haber escalado hacia las montañas y abandonado las riberas para que los regímenes fluviales, con sus sequías y sus inundaciones, hubieren campado por su respetos, pero lo cierto es que Murcia, fundada por Abderramán II, se situó exactamente de acuerdo con los criterios musulmanes que estimaban a nuestro viejo Thader en virtud de sus características muy parecidas a los ríos de sus lugares de origen: el Nilo, Tigris, Eúfrates etc., caracterizados por la variación fluvial que provoca la fertilización de sus valles. Hoy, las cosas son diferentes, pues sería estúpido permitir que el río Segura campara por sus respetos. Por eso, los distintos gobiernos de España han dedicado gran parte de sus presupuestos a evitar inundaciones. El Plan de Defensa contra las Avenidas, felizmente culminado, ha costado una pasta, pero ha merecido la pena porque los desbordamientos del río están controlados. Así se evitan desgracias importantes que -como ya dije- en esto de las inundaciones su aportación a las tragedias producidas por los fenómenos naturales es del orden del 30%. La Fundación Ingeniería y Sociedad, con la cual he participado en algunas de sus actividades, pretende armonizar la acción del ingeniero con las aspiraciones de la sociedad. Precisamente en Internet (www.futuropasado.com/?p=194 - 24k) puede examinarse el capítulo redactado por mí -Sistemas Hidráulicos en el Levante Peninsular- correspondiente al libro titulado Ingeniería Hispano Musulmana. En él se justifica la elección del Valle del Segura por parte de los moros, ya que -con rotundidad- en el siglo VIII nuestro río funcionaba como lo hacía el Nilo. Ahora bien, sería de locos haber dejado las cosas tal y como la propia Naturaleza las puso en este mundo.
Siguiendo con mis investigaciones he podido averiguar, además, que la cabaña de sardinas en la desembocadura del Ebro no depende de las descargas de éste, sino que están muy relacionadas con la dirección de los vientos reinantes. También que los peces de aguas profundas crecen más despacio por causa del cambio climático. Sucede, también, que la superficie afectada "como daños fuera del dominio público" es de unas 18.000 hectáreas en Aragón, con 4.000 arboladas, y 15.000 hectáreas en Navarra. Para su restauración se están preparando los preceptivos proyectos.
Y, en fin, aunque a los poderosos afincados en Murcia les interesa una visión peyorativa de la Naturaleza (MA. Esteve, dixit), lo cierto es que nadie puede creer que, con los recursos actuales, la cuenca del Segura puede asegurarse un futuro decente. El cambio climático nos convertirá en desierto, pues con agua desalada, más uso eficiente y más reutilización, ¿podremos, además de subsistir, mantener las masas de agua continentales y de transición en las condiciones de calidad que nos exige la Directiva Marco?
No.
Y ¿Quién le dice, ahora, a Abderramán que se haga su palacio en el monte…., y con ladrillos?
JUAN GUILLAMÓN.
Con toda sinceridad debo reconocer mi modesta indignación intelectual cuando (casi siempre, en formación) los líderes ecologistas critican opiniones mías. Y no digo que yo siempre he de llevar la razón, mas -siendo incierta la realidad- puedo someterme a cualquier juicio -no sectario- en la seguridad de que jamás miento, ni manipulo. Las facciones ecologistas emplean un par de tácticas muy recurrentes para enfrentarse a quienes se pongan delante de un campo que consideran absolutamente suyo: la sostenibilidad. Parece que los demás no tenemos derecho a opinar sobre tal cuestión (1ª táctica). Y cuando lo hacemos, el ecologista de turno se encarga (2ª táctica) de interpretar la opinión del modo más negativo posible, de manera que ellos, como verdaderos apóstoles de la Naturaleza, santifican sus inconmovibles criterios al tiempo que te dejan a la altura de un verdadero imbécil científico. Y qué gran error el de Abderramán II al fundar Murcia en donde no debió hacerlo, caso de haber existido este enérgico ecologismo que ahora nos conmueve. Mejor se hubiera ido a las montañas.
En los asuntos del río Ebro, me he mostrado francamente cándido frente a estos ecologistas, y les he dado pie para que pongan en práctica sus dos tácticas. Pero lo cierto es que yo digo lo que digo, no lo que ellos se empeñan en decir qué digo. Soy ‘cierto ingeniero’, y para algunos de su colectivo nada menos que "el tal Guillamón", tal como se expresa el sr. Chaston. Dos maneras estúpidas con las que me demuestran su desprecio. Pero no he de caer en la trampa de la estupidez. Durante los tiempos tormentosos de este abril lluvioso que ha ocasionado desbordamientos indeseables a lo largo (y ancho) de todo el río Ebro, han sido muchas las voces que ha expresado el lamento de ver cómo de un río tan caudaloso no es posible sustraer cuota alguna de su caudal para ser transportado a tierras sedientas. La maliciosa y tendenciosa postura ecologista se aleja de lo que sólo es un lamento y adjudica a todos que lo que estamos diciendo es que el agua del Ebro no se debe desperdiciar en el mar y debe venir toda al sur peninsular. Y además dicen que esto es una tontería. Naturalmente que es una tontería porque jamás nadie podría decir algo así y menos siendo "cierto ingeniero" o el ‘tal Guillamón’. La cuestión es, como dice textualmente la catedrática Vidal-Abarca, "¿Cuánta agua se puede extraer de un río (en este caso, el Ebro) sin alterar significativamente su capacidad para autodepurar, para mantener la vida acuática, para que cumpla, en definitiva, su función natural?". La respuesta es bien sencilla: no más del 6%, en la desembocadura. Mantener por tanto que esta detracción, bien que insignificante, es un atentado medioambiental al sistema hidráulico-hídrico del Ebro es como poco la constancia expresa de la identidad profunda que existe entre las teorías ecologistas y determinada opción política. Para que no haya dudas al respecto, procedo a justificarlo.
Veamos, el 9 de marzo la Tribuna de La verdad publicaba un artículo de Miguel Ángel Esteve, profesor de Ecología, titulado "En Murcia es posible" en el que además de difundir sabiamente su discurso objetivo (y aceptable) respecto a las cuestiones ambientales más relevantes, añade "... en Murcia es posible un desarrollo sostenible, sólo hemos de cambiar de gobierno. Este cambio es condición necesaria...". La libertad de cátedra da opciones tan plurales como ésta, si bien justo es recordar que en tiempos pretéritos la única libertad de cátedra existente era la Formación del Espíritu Nacional (FEN), inyectada directamente en vena. Esta expresión de la docencia tan identificada con una ideología política bien determinada, no cae en saco roto. En efecto, con posterioridad, el 29 de marzo, también en La verdad y bajo el título "La sardina multimedia", Ignacio Soto Molina, estudiante de Ciencias Ambientales, toma nota y textualmente escribe "... estando tan cerca del 27 de mayo, citamos al maestro ecólogo y ecologista Miguel Ángel Esteve, para decir que en nuestras manos está, no lo desaprovechemos. Nunca un voto habrá evitado tanto daño". El ecologismo está, como bien pueden verse, al servicio de la política. La libertad de cátedra da pie a incluir la política en la didáctica.
¿Por qué si no, este cacareo tan constante para denostar la detracción de 1.050 Hm3 en la desembocadura del Ebro junto a ese silencio intolerable, cómplice y farisaico frente a la reserva hídrica de 6.550 Hm3 "para uso exclusivo de la Comunidad Autónoma” que figura en el Estatuto de Aragón recién refrendado en el Senado? Política y nada más que política: 6.550 Hm3 es algo así como seis veces el volumen correspondiente al trasvase del Ebro derogado por cuestiones ambientales. Me permitirán, ecólogos y ecologistas, que en lo sucesivo no tome en consideración sus determinaciones hasta tanto en cuanto pongan en solfa la cuestión de la reserva hídrica aragonesa (y con una intensidad seis veces mayor).
(II)
En otro orden de cosas, me parece cuanto menos inapropiado hablar de boquerones, sardinas, búhos reales, anchoas, murcianos pedigüeños insaciables, demagogos, interpretación interesada del cambio climático, el río Po, el Ródano, el bacalao de Noruega, el bogavante, el rodaballo, el jurel, el Mar Negro, Chile, Taiwán, los langostinos, el río Mississippi, las Tres Gargantas, el Sudeste Asiático, África, el Golfo de México etc.... y no tengamos la decencia de establecer que la caridad bien ordenada empieza por el hombre, a quien debemos proteger, desde luego sin menoscabo del bogavante ni del rodaballo, procurando que las descargas de agua dulce al mar sean las que preserven el biotopo marino y su biocenosis, para mayor disfrute de aquellos que han de venir tras nosotros. Un dato que me parece muy interesante citar es que el 30% de los desastres naturales que se producen en el planeta corresponden a inundaciones. Gracias a los esfuerzos de ingenieros cuidadosos (sostenibles, por mucho que les pese a aquéllos que se creen dueños de este adjetivo tan manoseado como imprescindible en todo discurso políticamente correcto) que han establecido el diálogo adecuado entre los valores naturales a conservar y las modificaciones necesarias para hacer, dentro de un orden, compatibles sus potencialidades con los derechos de las personas, la tragedia no constituye algo cotidiano. No todos los que actúan sobre la Naturaleza son depredadores; por tanto, acusaciones de quienes entienden que la Naturaleza es intocable (algo así como quienes aman tanto la novia que desean que permanezca virgen) se pierden en el limbo de la inmanencia porque, para suerte de todos y desgracia de quienes hacen de la crítica desmesurada su virtud, la actitud generalizada ante la Naturaleza es hoy un valor que impregna a la generalidad de los profesionales que ejercitan su oficio teniendo presente aquello de que lo que hoy destruimos, mañana podría haber sido necesario para nuestros descendientes. Pero, convénzanse todos, aquéllos que actúan de buena voluntad, de alguna manera, a la Naturaleza deben que modificarla.
Y cuando en alguna ocasión he dicho que el Segura no es el río Nilo, me refiero al Nilo de aquellos faraones qué estúpidamente hicieron enterrarse con sus jodidas riquezas en sus formidables pirámides. En modo alguno me refiero al Nilo actual. Las inundaciones de sus llanuras aledañas han de evitarse porque los hombres han decidido instalarse en aquellos lugares en donde la vida promete algo más que la pobreza: en las márgenes de los ríos. Bien sé que acaso hubiese sido más saludable para todos haber escalado hacia las montañas y abandonado las riberas para que los regímenes fluviales, con sus sequías y sus inundaciones, hubieren campado por su respetos, pero lo cierto es que Murcia, fundada por Abderramán II, se situó exactamente de acuerdo con los criterios musulmanes que estimaban a nuestro viejo Thader en virtud de sus características muy parecidas a los ríos de sus lugares de origen: el Nilo, Tigris, Eúfrates etc., caracterizados por la variación fluvial que provoca la fertilización de sus valles. Hoy, las cosas son diferentes, pues sería estúpido permitir que el río Segura campara por sus respetos. Por eso, los distintos gobiernos de España han dedicado gran parte de sus presupuestos a evitar inundaciones. El Plan de Defensa contra las Avenidas, felizmente culminado, ha costado una pasta, pero ha merecido la pena porque los desbordamientos del río están controlados. Así se evitan desgracias importantes que -como ya dije- en esto de las inundaciones su aportación a las tragedias producidas por los fenómenos naturales es del orden del 30%. La Fundación Ingeniería y Sociedad, con la cual he participado en algunas de sus actividades, pretende armonizar la acción del ingeniero con las aspiraciones de la sociedad. Precisamente en Internet (www.futuropasado.com/?p=194 - 24k) puede examinarse el capítulo redactado por mí -Sistemas Hidráulicos en el Levante Peninsular- correspondiente al libro titulado Ingeniería Hispano Musulmana. En él se justifica la elección del Valle del Segura por parte de los moros, ya que -con rotundidad- en el siglo VIII nuestro río funcionaba como lo hacía el Nilo. Ahora bien, sería de locos haber dejado las cosas tal y como la propia Naturaleza las puso en este mundo.
Siguiendo con mis investigaciones he podido averiguar, además, que la cabaña de sardinas en la desembocadura del Ebro no depende de las descargas de éste, sino que están muy relacionadas con la dirección de los vientos reinantes. También que los peces de aguas profundas crecen más despacio por causa del cambio climático. Sucede, también, que la superficie afectada "como daños fuera del dominio público" es de unas 18.000 hectáreas en Aragón, con 4.000 arboladas, y 15.000 hectáreas en Navarra. Para su restauración se están preparando los preceptivos proyectos.
Y, en fin, aunque a los poderosos afincados en Murcia les interesa una visión peyorativa de la Naturaleza (MA. Esteve, dixit), lo cierto es que nadie puede creer que, con los recursos actuales, la cuenca del Segura puede asegurarse un futuro decente. El cambio climático nos convertirá en desierto, pues con agua desalada, más uso eficiente y más reutilización, ¿podremos, además de subsistir, mantener las masas de agua continentales y de transición en las condiciones de calidad que nos exige la Directiva Marco?
No.
Y ¿Quién le dice, ahora, a Abderramán que se haga su palacio en el monte…., y con ladrillos?
JUAN GUILLAMÓN.
La verdad, mayo 2000.
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