José Revilla Cortezón, director de la Escuela de
Caminos de Santander -y patriarca de tres tribus-, y servidor
Caminos de Santander -y patriarca de tres tribus-, y servidor
en el Aula Mgna de la Escuela..
La Escuela de Caminos, Canales y Puertos de Santander, creada hace 40 años, no es sino la consecuencia de un reconocimiento exacto a la tradición ingenieril que la ciudad siempre tuvo. Hoy, son alrededor de 1.000 los ingenieros de caminos que se encuentran colegiados en Cantabria. Por tanto procede abrir el discurso que, en estos desgraciados momentos (y siempre maniatado por sentimientos políticos interesados), se viene desarrollando entre los representantes políticos pertenecientes a territorios supuestamente bendecidos por abundante agua y esos otros que intentan gobernar sobre la base de la escasez, de la sequía y, desde luego, bajo la amenaza tremenda de la desertificación. Ningún sitio mejor que Santander, imparcialmente tratada en materia hídrica e hidráulica, para exponer un punto de vista, que si bien particular es ampliamente suscrito por ordenadores del territorio con visión moderna y multidimensional, mediante el cual se critica duramente la acción gubernamental por la que se pretende dar carácter legal y jurídico a esa tendencia por la que los ribereños se consideran dueños del río y sus riquezas. La nueva Ley de Aguas (en borrador) y los reales decretos ya aprobados relativos a las Demarcaciones Hidrográficas y a los Comités de Autoridades han resuelto la cuestión de las discrepancias hídricas entre los españoles, dando el máximo de participación posible a los poderes autonómicos que presiden a los ciudadanos de los respectivos territorios. En contra de lo que ya se impuso como norma de obligado asentimiento intelectual en la lejana Carta Europea del Agua (1968) ahora, parece que sin más remedio, el Agua sí tiene fronteras: las territoriales.
Para la aplicación de las decisiones gubernamentales últimas relacionadas con el Agua, las autoridades han echado mano de los argumentos de los ideólogos ecologistas más radicales, los cuales partiendo de un dato perverso y poderosamente incierto, tal es que hasta su fortalecimiento actual (pecado mortal que algún día nuestra ministra ambiental deberá pagar con creces) todos, y sobre todo los ingenieros, hemos considerado a los ríos como canales y depósitos de agua; y no sólo eso, sino que ese agua sólo y exclusivamente es valorada como un bien económico. Siendo venenosa esta premisa, es fácil establecer, a la luz de los documentos pertinentes, que tal arranque ultra conservacionista contra quienes hubieron gestionado el Agua hasta hoy, tiene los fundamentos muy de acuerdo con determinada ideología política. En efecto, en 1993 el entonces gobierno socialista intentó sin éxito la aprobación de un PHN de carácter muy global y que respondía al criterio de interconectar entre sí todas las cuencas peninsulares, al modo de como funcionan otro tipo de infraestructuras tales como el sistema eléctrico, oleoductos, gaseoductos etc. El entonces partido opositor (PP) por razones estrictamente políticas puso las trabas necesarias para que tal proyecto no se llevara a cabo. Años más tarde, y por aquello de que en el ejercicio del gobierno las decisiones son más razonables, el antes partido de la oposición actualiza el PHN socialista, de modo que aún respetando todos (o casi todos) los conceptos integrantes del plan, limitan la acción trasvasista a un solo elemento: un trasvase de 1.050 hm3 desde la desembocadura del Ebro hasta Almería, repartiendo sabiamente el agua a lo largo de todo su recorrido mediterráneo. Casi podría afirmar que los ingenieros de caminos que trabajaron para el ministro Borrel y para el popular Matas, fueron los mismos. En el año 1999, el Ministerio pública El Libro Blanco del Agua (LBA) que, sin duda, constituye el compendio más inteligente y completo de todo lo que el Agua ha significado en España. En su apartado medioambiental, se expresan consideraciones científicas y sociales acerca del porqué la política hidráulica practicada hasta ese momento (la gran hidráulica) ha hecho crisis, precisamente porque además de aplicar el agua en los desarrollos económicos y en la mejora social de los ciudadanos, ahora el Medio Ambiente -considerado globalmente- es el primer y más genuino usuario del agua. Después, aparece (2000) la muy manoseada Directiva Marco del Agua (DMA) que examinada de modo neutral, esto es, sin intrusiones políticas interesadas, viene a refrendar lo que el LBA ya hubo apuntado. Pero resulta que, fuera de las dos cuestiones capitales que se encierran en el articulado de la DMA -la calidad del agua como mantenedor de un medio ambiente deseable, y la repercusión de todos los costes en los usuarios-, en ningún sitio se dice que cada territorio ha de apañarse con el agua tiene, lo cual hace que el camino emprendido para las transferencias hidráulicas entre cuencas sea posible. Y no lo contrario.
Posible y necesario. El río Nalón vierte al mar más agua que el conjunto de todos los ríos mediterráneos, excluido el Ebro. Por eso resulta científicamente estúpido admitir que una detracción equivalente al 6% de las aportaciones del río Ebro al mar, puedan producir daños irreparables en las biocenosis allegadas a las descargas de agua dulce de tal río. A 1.050 hm3 asciende esa detracción que a su vez supone la sexta parte del volumen (6.550 hm3) auto adjudicado por los aragoneses en su estatuto para uso exclusivo de ellos mismos. No pediré que los cántabros se arremolinen en torno a Fontibre y que impidan el paso de las aguas a lo largo y ancho del cauce del Ebro, so pretexto de que aquéllas son suyas por haber nacido en su territorio. No, pero si creo necesario explicitar que los ingenieros de caminos deberán seguir estudiando la Hidráulica como elemento necesario en la regulación de las aguas, para uso de todos, y que la ausencia de la práctica hidráulica nos dejaría en manos exclusivas de conservacionistas que en su amor a la Naturaleza son como aquél que amando tanto a la novia…, la dejó virgen. No todos los que no formamos parte de colectivos radicales ecologistas, somos depredadores. Algunos, aun, somos 100 veces más útiles que ellos para la sociedad.
Nota: Escribo todo lo anterior en homenaje a los ingenieros Aguilar, Quince y Bengoa, artífices de la creación de la Escuela de las Llamas, hace 40 años.
La Escuela de Caminos, Canales y Puertos de Santander, creada hace 40 años, no es sino la consecuencia de un reconocimiento exacto a la tradición ingenieril que la ciudad siempre tuvo. Hoy, son alrededor de 1.000 los ingenieros de caminos que se encuentran colegiados en Cantabria. Por tanto procede abrir el discurso que, en estos desgraciados momentos (y siempre maniatado por sentimientos políticos interesados), se viene desarrollando entre los representantes políticos pertenecientes a territorios supuestamente bendecidos por abundante agua y esos otros que intentan gobernar sobre la base de la escasez, de la sequía y, desde luego, bajo la amenaza tremenda de la desertificación. Ningún sitio mejor que Santander, imparcialmente tratada en materia hídrica e hidráulica, para exponer un punto de vista, que si bien particular es ampliamente suscrito por ordenadores del territorio con visión moderna y multidimensional, mediante el cual se critica duramente la acción gubernamental por la que se pretende dar carácter legal y jurídico a esa tendencia por la que los ribereños se consideran dueños del río y sus riquezas. La nueva Ley de Aguas (en borrador) y los reales decretos ya aprobados relativos a las Demarcaciones Hidrográficas y a los Comités de Autoridades han resuelto la cuestión de las discrepancias hídricas entre los españoles, dando el máximo de participación posible a los poderes autonómicos que presiden a los ciudadanos de los respectivos territorios. En contra de lo que ya se impuso como norma de obligado asentimiento intelectual en la lejana Carta Europea del Agua (1968) ahora, parece que sin más remedio, el Agua sí tiene fronteras: las territoriales.
Para la aplicación de las decisiones gubernamentales últimas relacionadas con el Agua, las autoridades han echado mano de los argumentos de los ideólogos ecologistas más radicales, los cuales partiendo de un dato perverso y poderosamente incierto, tal es que hasta su fortalecimiento actual (pecado mortal que algún día nuestra ministra ambiental deberá pagar con creces) todos, y sobre todo los ingenieros, hemos considerado a los ríos como canales y depósitos de agua; y no sólo eso, sino que ese agua sólo y exclusivamente es valorada como un bien económico. Siendo venenosa esta premisa, es fácil establecer, a la luz de los documentos pertinentes, que tal arranque ultra conservacionista contra quienes hubieron gestionado el Agua hasta hoy, tiene los fundamentos muy de acuerdo con determinada ideología política. En efecto, en 1993 el entonces gobierno socialista intentó sin éxito la aprobación de un PHN de carácter muy global y que respondía al criterio de interconectar entre sí todas las cuencas peninsulares, al modo de como funcionan otro tipo de infraestructuras tales como el sistema eléctrico, oleoductos, gaseoductos etc. El entonces partido opositor (PP) por razones estrictamente políticas puso las trabas necesarias para que tal proyecto no se llevara a cabo. Años más tarde, y por aquello de que en el ejercicio del gobierno las decisiones son más razonables, el antes partido de la oposición actualiza el PHN socialista, de modo que aún respetando todos (o casi todos) los conceptos integrantes del plan, limitan la acción trasvasista a un solo elemento: un trasvase de 1.050 hm3 desde la desembocadura del Ebro hasta Almería, repartiendo sabiamente el agua a lo largo de todo su recorrido mediterráneo. Casi podría afirmar que los ingenieros de caminos que trabajaron para el ministro Borrel y para el popular Matas, fueron los mismos. En el año 1999, el Ministerio pública El Libro Blanco del Agua (LBA) que, sin duda, constituye el compendio más inteligente y completo de todo lo que el Agua ha significado en España. En su apartado medioambiental, se expresan consideraciones científicas y sociales acerca del porqué la política hidráulica practicada hasta ese momento (la gran hidráulica) ha hecho crisis, precisamente porque además de aplicar el agua en los desarrollos económicos y en la mejora social de los ciudadanos, ahora el Medio Ambiente -considerado globalmente- es el primer y más genuino usuario del agua. Después, aparece (2000) la muy manoseada Directiva Marco del Agua (DMA) que examinada de modo neutral, esto es, sin intrusiones políticas interesadas, viene a refrendar lo que el LBA ya hubo apuntado. Pero resulta que, fuera de las dos cuestiones capitales que se encierran en el articulado de la DMA -la calidad del agua como mantenedor de un medio ambiente deseable, y la repercusión de todos los costes en los usuarios-, en ningún sitio se dice que cada territorio ha de apañarse con el agua tiene, lo cual hace que el camino emprendido para las transferencias hidráulicas entre cuencas sea posible. Y no lo contrario.
Posible y necesario. El río Nalón vierte al mar más agua que el conjunto de todos los ríos mediterráneos, excluido el Ebro. Por eso resulta científicamente estúpido admitir que una detracción equivalente al 6% de las aportaciones del río Ebro al mar, puedan producir daños irreparables en las biocenosis allegadas a las descargas de agua dulce de tal río. A 1.050 hm3 asciende esa detracción que a su vez supone la sexta parte del volumen (6.550 hm3) auto adjudicado por los aragoneses en su estatuto para uso exclusivo de ellos mismos. No pediré que los cántabros se arremolinen en torno a Fontibre y que impidan el paso de las aguas a lo largo y ancho del cauce del Ebro, so pretexto de que aquéllas son suyas por haber nacido en su territorio. No, pero si creo necesario explicitar que los ingenieros de caminos deberán seguir estudiando la Hidráulica como elemento necesario en la regulación de las aguas, para uso de todos, y que la ausencia de la práctica hidráulica nos dejaría en manos exclusivas de conservacionistas que en su amor a la Naturaleza son como aquél que amando tanto a la novia…, la dejó virgen. No todos los que no formamos parte de colectivos radicales ecologistas, somos depredadores. Algunos, aun, somos 100 veces más útiles que ellos para la sociedad.
Nota: Escribo todo lo anterior en homenaje a los ingenieros Aguilar, Quince y Bengoa, artífices de la creación de la Escuela de las Llamas, hace 40 años.
Juan Guillamón
El diario Montañés, 15 de mayo, 2007
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