Estando en preparación el borrador del Anteproyecto para la retirada de los símbolos religiosos en centros públicos, a fin de facilitar la ruta emprendida por nuestro actual gobierno (de la Nación) y cuyo rumbo queda fijado en la notable iniciativa que pretende purgar los centros públicos de ese distorsionador elemento -que es el Crucifijo- para una sociedad que, plena de nuevos valores, debería -según nuestro gobierno- rechazar de plano, planteo la cuestión (que de continuo ofrezco) sugiriendo una serie de anotaciones que bien podrían contemplarse para hacer el recorrido laico mucho más fácil y, lo que es éticamente más deseable, más responsable, todo ello a desdén profundo de nuestro acervo cultural.
1.- A partir del próximo año, el orden para su denominación cardinal debería ser AÑO 6. De este modo, para España (previa consulta a las nacionalidades o identidades nacionales afectadas) se conmemoraría el decisivo momento en que, tras unas dos o tres eventuales explosiones, accede al poder la figura inigualable de J. L. Rodríguez Zapatero, pleno de talante y desbordado de democracia, la que sin duda nos está llevando a los españoles hasta lugares no imaginados. De feliz rebote eliminaríamos, al tiempo, la referencia religiosa que a unos pocos (¿o muchos?) afecta y que nos lleva a la sinrazón de tener presente que el año CERO es el año en que nació Jesús, el hijo de Dios para algunos, pero no para todos. Así es que nada de 2010, mejor 6, para que quienes se sintieron ofendidos por la intrusión religiosa se serenen.
2.- Debería disponerse, de inmediato, pues a lo visto la cuestión obliga, el estudio completo de los 365 días del año a fin de que el nefasto Santoral quede sustituido necesariamente por un conjunto de signos, animales, personas o cosas, que representen más genuinamente los nuevos valores democráticos. A tal efecto se identificarían a los días previamente designados conceptos tan válidos como Consenso, Pluralidad, Aborto, No a algunas Guerras, Fuera los Obispos, Nunca Mais etc. Una vez suprimido felizmente el Santoral, el ciudadano tendría la posibilidad de (en ceremonia democrática sustitutiva) bautizar a sus respectivos vástagos con nombres tales como Consenso, María de la Democracia, Aborto, Aído, Dante, Estatuto etc., entre otros.
3.- Se suprimiría (por Real Decreto, posteriormente convalidable) las Fiestas de Nochebuena y Navidad, lo que llevaría consigo la creación de nuevas festividades en días distintos de los actuales, dejando bien claro que lo conmemorativo del asunto tendría que ver exclusivamente con la exaltación de los nuevos valores (¡tan interesantes!) propuestos por el Gobierno que, haciendo uso y ostentación de su poder, ideará el efecto alegórico más ajustado de la forma más simple, como por ejemplo, situar a los nuevos sociólogos de la Nueva Moral como son los artistas, actores y cantantes, y sus progenitores, haciendo como que juegan al corro de la patata en una grande y enorme zapatería. Y con la ceja levantada.
4.- El día 6 de enero, la festividad intrusiva de los Reyes Magos tendría que ser necesariamente eliminada. En su lugar se propondrá la venida de los Tres Senadores del Oriente de España (bien podrían ser de Cataluña) que simbólicamente ofrecerán al ciudadano los auténticos elixires de la pluralidad de España.
5.- La Semana Santa por supuesto que debe desaparecer pues ¿Qué pinta un ciudadano agnóstico y curtido en valores democráticos obligado a reconocer con su descanso festivo el dolor, y después la gloria, de quien es considerado el Hijo de Dios por unos pocos intransigentes descarados? No, la Semana Santa debe desaparecer, si bien no la festividad consecuente ¿Qué hacer, pues? Sencillo: implantar una Semana Gótica durante la cual el morado nazareno sea relevado por el negro gótico en prendas y calzados. Todos, un sábado de gloria en la calle, haciendo votos para que, en el futuro, los valores laicos no se vean acosados por quienes los impiden con sus muestras religiosas. Para completar esta ruidosa y feliz semana (martes o miércoles) bien podrían incorporarse algunos elementos folclóricos bien seleccionadas de los felices Días del Orgullo Gay.
6.- En fin, ni que decir tiene que días de ocio como aquéllos que recuerdan nuestra identidad bien podrían ser mantenidos: La Constitución , los distintos Días de la Región, el del Trabajo y todo el extraordinario espectro de las Fiestas Locales que, sin embargo, deberían conmemorarse bajo un patronazgo distinto al que hoy se acogen. Nada de santos de la Iglesia, mejor otros personajes. Propongo a Aristóteles, el geocéntrico, y a Galileo, el no geocéntrico. También a Heráclito y Parménides, los dos juntos, y ¿porqué no? a la mamá de Barden, una auténtica matrona. Así es que, riojanos, disponed de un nuevo patrón pues San Mateo caduca. Ah, y los días festivos los miércoles: ya se sabe, los domingos tienen un carácter muy propio de origen cristiano.
7.- Dicho todo lo anterior sin ánimo de molestar.
El valor religioso de los símbolos, a más de su sentido auténtico dispone de un contenido cultural enriquecido por años de historia. A lo mejor, por eso, todas las propuestas anteriores carecerían de valor y, además, estamos próximos a la Navidad. A todos, creyentes y gentiles: ¡Feliz Navidad!
JUAN GUILLAMÓN
6 diciembre 2009. La verdad
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