martes, julio 04, 2006

LOS TRANSFUGAS QUE SE CONVIERTEN EN TESIS AMBIENTALES....SIN PRETENDERLO









LOS TRANSFUGAS

Seamos razonables: pidamos lo posible. Bajo el punto de vista razonable y basado en consideraciones científicas comúnmente asumidas por todos, no parece sensato aplicar medidas ecológicas a ultranza en una región que se caracteriza por su pobreza ambiental (ESTO FUE UN GRAN ERROR, ADMITIDO) (esto no es el Amazonas). Quiero decir que la utilización de los criterios generalistas en que se basa la protección al medio ambiente para determinar si el desarrollo de esta región es sostenible o no, nos llevan sin remedio a una solución sin salida. Saladares, malas tierras, gledas y tormos limosos no son suelos precisamente muy aptos para la expresión de doctrinas conservacionistas a ultranza. Si las cosas fueran de otra forma, Polaris podría desarrollar su oficio sin tanto sobresalto en esta región. Porque, señores, esto no es la Amazonia, ni Alaska, ni el parque natural de Monfragüe: es Murcia, territorio que dada la globalidad existente resulta ser un lugar muy apetecidos para que los crudos bárbaros del norte puedan disfrutar del clima que les ha sido negado por razón de su procedencia. Polaris es un ejemplo de esfuerzo empresarial, no lo derribemos.
Claro que habitualmente los derribos políticos tienen un denominador común: los tránsfugas. En España, a lo largo de nuestra Democracia, hay casos verdaderamente sorprendentes cuando no decisivos. Veamos.
Allá por 1989 en el ayuntamiento de Madrid dos concejales del CDS abandonaron su grupo para incorporarse al socialista, lo cual originó un nefasto giro en la política nacional pues el "mosqueo" de la dirección del partido centrista tuvo como consecuencia la organización de un pacto de centro-derecha que terminó como Rosario de la Aurora (dicen que el motivo por el que los tránsfugas actuaron tuvo que ver con un asunto de faldas). En Aragón, tierras solidaria donde las haya y símbolo de la nobleza hidráulica, Gomariz, diputado de ascendencia murciana, arrebató a la derecha el Gobierno para entregárselo a la oposición (este señor fue olvidado muy rápidamente, tal y como se merecen los tránsfugas de cualquier especie). Y, ¿qué me dicen del Sr. Piñero, sangrante tránsfuga de la comunidad de Madrid que sirvió en bandeja la presidencia a Joaquín Leguina del PSOE a cambio de una nunca demostrada explotación de gasolineras?
Si bien lo habitual en el transfuguismo es que el pecador abandone la parte derecha de los escaños para aliviar la minoría de la izquierda y darle a ésta la oportunidad de hacerse con un gobierno que las urnas les hubo negado, tenemos la excepcional pareja de diputados madrileños formada por Tamayo y Sáez, quienes no siendo capaces de dejar sin escarmiento a determinada fracción de su partido -el PSOE- que les hubo esclarecido, con su trampa hicieron repetir unas elecciones que cambiaron los resultados obtenidos en los primeros comicios: gracias a la parejita, doña Esperanza Aguirre lleva dos años, casi tres, mandando en Madrid.
Pero no es necesario apelar al exterior del esta región para denostar con energía a esa especie política denominada "los tránsfugas", pues hemos tenido casos suficientes como para ver que, salvo alguna deshonrosa excepción, el tránsfuga de turno siempre, saliendo por la puerta trasera, ha caído en el olvido y en la indiferencia más acusada. A finales de los 80, en el ayuntamiento de Murcia se hubo dado una circunstancia más que vergonzosa, penosa. Dos concejales, uno del PP y otro del PSOE, se convirtieron en tránsfugas notorios. Sánchez Cárceles, paisano de Algezares, mal asesorado por un mono que compartía vivienda con él, fue cazado por militantes del PSOE para neutralizar el intento llevado por el socialista Juan Alhama para derribar al alcalde de su partido, José Méndez. El pitoste municipal fue devorado y gracias a que la ida y vuelta de estos tránsfugas se compensó en su propio trayecto, las cosas quedaron como estaban. Pero en el caso, a mi modo de ver, más atípico, más alejado de la racionalidad de las cosas, sorprendente y falto de castigo, corresponde al gobernador civil, hoy llamado delegado del gobierno, don Angel González, quien habiendo sido elegido diputado regional por él CDS, por motivos ya de incompatibilidad con los miembros de su grupo, ya por mor de una ilustrez que el sujeto asimismo se atribuye o ya por motivos meramente económicos, abandonó a su grupo, convirtiéndose en el único tránsfuga dentro de la asamblea regional ha habido hasta el momento. El partido socialista de la región (o más concretamente su líder, Pedro Saura) han premiado este recurso de traslación con el nombramiento con que se adorna el señor González. Y para terminar, nos encontramos con la tránsfuga más perniciosa que hemos padecido en esta región. Se trata de Teresa Rodríguez, concejal de Alhama, quien ha sido capaz de, a despecho de avances informativos, planes generales, planes parciales, estudios de detalle, asignación de usos, declaraciones de impacto ambiental, rayitas finas trazadas por urbanistas imparciales, delimitación de polígonos, aprobaciones inicial y provisional, modificar y mandar al carajo una propuesta de progreso y beneficio global para su pueblo al utilizar su voto decisivo en contra de lo que evita el sentido común y que no es otro que la vocación de Alhama y de otros pueblos de nuestra región es la de acoger la demanda que se produce en materia de edificación.

Así es que entre González (único y paradigmático diputado tránsfuga regional) y Rodríguez (tránsfuga decisiva municipal de Alhama) podemos encontrar un elemento común: ¿habrá alguien, después de visto lo visto, que pudieran votar su presencia institucional de ahora en adelante? No.

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