En Dublín (toda la vida diciendo Dublín y ahora resulta que es Dáblin) en la Church (iglesia) de Cristo, de corte protestante en la católica Irlanda, la independiente, la del Sur, dispone de una especie de museo en sus sótanos. Hay de todo, pero me llamó especialmente la atención una vitrina en donde se encuentra el cuerpo real de un gato y a poca distancia el cuerpo, también real, de un ratón. Cuenta el cartel aclaratorio que ambos animales fueron encontrados dentro de uno de los tubos del magnífico órgano que se dispone en el trascoro de esa iglesia. El ratón, huyendo del gato, se escondió en el tubo pero el gato, indesmayable en la persecución de lo que sería un buen bocado, lo siguió; el minino se encajó de tal suerte en el tubo (no era de su talla) que no pudo salir, y tapó a su vez la escapada de la presa. Quedaron atrapados los dos. Se desconoce por medio de qué sustancia los cuerpos quedaron incorruptos. Quizá, Santa Teresa pasó por allí, ya sin brazo, y con su santa experiencia obró el milagro de conservar incorruptos tanto al cazador como a su presa. En fin.
(observe el lector mi gran capacidad de análisis para todo aquello que para el común resulta accesorio y para mí, fundamental. No puedo negarlo.)
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