jueves, enero 31, 2008

A LA MATEMÁTICA LE SALEN FACCIONES

Me refirieron que el enojo de los cristóffeles fue mayúsculo justo al aparecer misteriosamente el Sr. Riemann[1]. En absoluto se contaba con él; no obstante, y por fortuna, la cosa no pasó a mayores por cuanto que Ricci planteó a Einstein[2] la cuestión, consiguiendo una serie de relaciones tensoriales que apaciguaron las covarianzas de todos y cada uno de los cristóffeles. Ante la actitud tan hermítica[3] de todos los presentes se decidió por regularidad manifiesta adoptar como domino de operadores a la variedad real encabezada por Hadamard. Este señor expuso su métrica y rechazó rotundamente la igualdad de grammianos aunque, eso sí, cedió al fin un tanto presionado por el grupo ortogonal, el cual había hecho ostensible su propuesta. También cabe resaltar, por lo notable, la decidida adhesión de Minkonski y otros a las desigualdades expresadas por Hadamard[4].
Entre las afinidades más claras que salieron a relucir, cabe reseñar la que a continuación se produjo entre la fracción Cristoffélica[5] y el Sr. Riemann: ¡Todo es posible! Tras largo debate se constituyó por vez primera en la historia el llamado Grupo de Riemann-Cristóffel[6], cuya finalidad habría de centrarse, así se dijo, en negar ciertas desigualdades[7] relativas a la coalición covariante. La crítica más dura corrió a cargo de Schwartz quien expuso con todo el rigor del mundo la imperfección de esas desigualdades[8], demostrando claramente y de modo ortogonal[9], la clarísima tendencia euclídea del grupo Riemann-Cristóffel.
Fue TrKalian[10] quien desarrolló la tesis más aguda y compleja acerca de la tensión entre los divergentes de la fracción ortogonal[11] (dicen que se les vio el culo) denunciando con maestría el hecho de que determinados rotacionales anulaban su acción en el partido conservativo. También se mostró decidido partidario de Beltrami[12] y matizó ciertas cuestiones cuya anormalidad era constante. Tomó la palabra Laplace[13] y su exhorto a la fracción divergente de la rotacional fue tan brillante que casi consigue integrarlos en un grupo armónico[14]. Quizá la sugerencia fue en extremo exigente ya que la plena integración se antojó a todos los presentes como excesivamente complicada y sujeta a ciertas funciones arbitrarias no precisamente fáciles de determinar. En fin, se les igualó a cero -como medida excepcional, claro- ofreciéndoseles la colaboración de Poisson, Green y Newman[15] que fue aceptada. Dirichlet[16] hizo, finalmente, uso de la palabra para manifestar que si el grupo derivaba normalmente la acción interior sería nula. Unicamente se le opuso alguna condición que él aceptó sin mayores inconvenientes. Tras lo cual quedó cerrada la sesión.

Se hace notar que justificaron su ausencia Cantor y Gödel, por hallarse encerrados en determinados centros sanitarios a fin de curar determinadas dolencias de dimensión infinita y distintos niveles, ascendentes, que han originado en el segundo, eso dicen, desánimos justificados. Hilbert, enterado de la cuestión que afecta a sus dos amigos, les ha ofrecido alojamiento en su hotel advirtiéndoles que no existe problema alguno por falta de sitio.

En otro orden, Evaristo Galois no pudo asistir por estar, ese día, batiéndose en duelo.
Ah, y Echegaray, truncuneando de aquí para allá con el ánimo de divulgar, en prosa y hasta en verso todo lo que observa, llevando en el puño de la espada el Nobel que sin duda apetecerían todos los del 98.
[1] Tensor de Riemann.
[2] Tensor de Ricci-Einstein.
[3] Espacios Hermíticos.
[4] Variedad real de Hadamard
[5] Símbolos de Cristoffel de 1ª y 2ª Especie.
[6] Tensor de Riemann- Cristoffel.
[7] Desigualdad de Minkonski
[8] Desigualdad de Schwarzt.
[9] Ortogonalidad.
[10] El Campo Complejo de TrKalian.
[11] La divergencia del rotacional.
[12] Anormalidad del Campo de Beltrami.
[13] Laplaciano
[14] Campos Armónicos
[15] Teoremas de Poisson, Green y Newmann.
[16] Teorema de Dirichlet

EL BICHO QUE PICÓ AL TREN




Los medios de comunicación se hacen eco de lo que el denominado Comité de Expertos sobre la sequía ha dictaminado acerca del asunto de las desalinizadoras. La mayoría de las personas interesadas en esta cuestión -tan dramática- del agua toman en consideración todo el conjunto de esas determinaciones para concluir que, en efecto, la desalinización no ofrece ni de lejos oportunidades razonables para el desarrollo de una Agricultura tan avanzada como la existente en el Levante español.

Fuera de toda tentación prepotente y ridícula, el abajo firmante puede asegurar que no necesita las conclusiones de tal y sesudo Comité para dar por supuesto que eso de la desalinización es cuando menos una broma pesada para la Agricultura. Mi condición de entendido en la materia (y no experto, desde luego) ha tenido desde junio de 2004 la convicción científica de que el coste de producción de un metro cúbico desalinizado es como mínimo el doble del que pudiera esperarse sí el trasvase del Ebro se hubiera llevado a cabo. En efecto, de acuerdo Bernouilli (cualquier estudiante de primero de Escuela Técnica lo sabe) las presiones que actúan en un punto son función de la altura y de la energía cinética. Según esto, la altura geométrica máxima a la que habría de elevarse el agua procedente del Ebro estaría en torno a los 800-900 metros, lo cual supone aproximadamente una presión de 80-90 atmósferas. De otro lado, la presión necesaria a que deben someterse las membranas osmóticas en una desalinizadora es de unas 70-75 atmósferas. Teniendo en cuenta que lo mismo que cuando sube el agua necesita aporte de energía, cuando baja produce (¡¡) energía. La sabia combinación de horas punta y horas valle en la explotación del trasiego de agua ofrece la posibilidad de recuperar una parte importante de la energía consumida en la elevación de los caudales. La desalinización -hoy muy avanzada- no permite esa recuperación por razones obvias y, además, dado que la ubicación de las fábricas de agua se sitúa a cota cero (nivel del mar) es preciso un consumo adicional de energía para disponer el agua a 250 metros, que aproximadamente es la cota media de la superficies de regadío en nuestra Región. Ya lo sabía, y lo sabe la ministra del MMA, quien además de lista y exigente es claramente la peor enemiga de esta Región porque si no, ¿de dónde su pérfido silencio ante explosiones tan vomitivas como la de Martínez Guijarro, ministro excelso de Castilla-La Mancha al afirmar que los murcianos somos insaciables y no nos conformamos incluso si tuviéramos además del Mediterráneo, el Cantábrico y el Pacífico (y la madre que parió a todos los frescos políticos que nos extorsionan de manera evidente en el asunto del agua)?, ¿por qué no nos defiende Narbona si sabe perfectamente que los números hidráulicos de Murcia son los mejores de España en cuanto eficiencia, ahorro, reutilización y altos precios?
Y, ¿cómo puede admitir el juicio repulsivo, más propio del estalinismo más cruel, del ecologista Martín Barajas que se permite afirmar por ejemplo algo así como “la presa de Finisterre es la obra más grande y la más inútil. No funciona para nada y no recoge agua porque se calculó mal en su día”? El silencio sectario y su actitud habitual son como la del bicho malo que picó al tren. La hidráulica -y sus ejecutores, los ingenieros de caminos- es la mejor aliada para la Ordenación del Territorio y para que la vida cotidiana no sea una constante tragedia sometida a sequías, inundaciones y episodios de desabastecimientos urbanos. Por el contrario, quedar a expensas de los criterios conservacionistas a ultranza sería desalentador. Y para terminar, el vergonzoso anuncio del traslado de agua desde Almería a Barcelona en plan naval constituye la medida más pintoresca que pudiera darse con tal de no tocar una pequeña parte del vertido del Ebro al mar. Ya sólo faltaría que a esta propuesta naval se uniera otra de corte aeronáutico consistente en traer el agua de la Luna, pues en la Expo[1] de Zaragoza el pabellón de la China tendrá por uno de sus lemas el siguiente: “El agua en la Luna y en China y el futuro”. La noticia es que hay mucha agua en la Luna, pues a por ella.
La actual política sectaria de los asuntos hidráulicos supone el mayor camelo gubernativo de la España democrática, pues el conjunto de disposiciones normativas en la materia, en lugar de perseguir la protección del interés general, ha tenido por objeto satisfacer los deseos (distorsionados por discursos políticos interesados) de determinados colectivos territoriales. Así las cosas, ¿quien puede escapar de la tristeza intelectual que todo lo anterior provoca?
JUAN GUILLAMÓN.
LA VERDAD, enero 2007.

[1] En la EXPO, además de estar controlada la intervención de expertos no afines, queda prohibido el uso del vocablo ‘trasvase’.

lunes, enero 28, 2008

Narbona: "El agua desalinizada cuesta 500 veces menos que el agua embotellada"


La respuesta a la inquietante ministra del Medio Ambiente, (sectaria y paradigma de la perfidia intelectual, por demás maniobrera conservacionista, ligeramente cínica al presentar sin escrúpulos sus determinaciones hidrológicas, todo eso) si hacemos oídos sordos a las propuestas disparatadas de lo más radical del ecologismo es: ¡¡¡¡ SEÑORA, LOS AGRICULTORES NO RIEGAN CON AGUA EMBOTELLADA!!!!
Nadie tiene autoridad para mentir tanto, acaso Pinocho.
Claro que a ella le importa un pijo decir: "cuando se habla de Agua, es necesario hacerlo con rigor, más sensatez y menos manipulación". Por todo ello convengamos en acusarla de chapucera, insensata y manipuladora, pues en sus recurrentes referencias al Agua jamás incluye entre sus declaraciones que NO ES LO MISMO el Agua para abastecimiento que para la agricultura. Al menos, por una vez, debería hacer una referencia, de lo contrario, eso: manipuladora, insensata y sectaria.
El daño que a la política hidráulica le está haciendo esta señora es extraordinario. Hoy, el agua que pasa por delante de cada cual es de cada uno, ¿de quien, el agua y sus riquezas? Ciudadanos, ¡a las barricadas...hidráulicas!

domingo, enero 27, 2008

FERNANDO ROCA EXISTE EN REALIDAD


(Transcribo el mensaje esclarecedor y sincero de F. Roca. A la vista del cual me tomaré mi tiempo -estoy muy ocupado- para dar una respuesta a tono con su nivel.)


ME JODO, LUEGO EXISTO. Querido Juan, voy a dar por zanjadas estos elogio-insultos que tanto nos gustan. Pero antes quisiera corregirte algunas cosas, pues las meninges te han sido afectadas, sin duda, por alguna infección de un garbotazo superior que se te infectó en la niñez. ¡Qué cacao tienes Juan! He de decirte que la parajoda, si parajoda, de Epiménides- en realidad Epimenides si hemos de atender a Jesus Mosterín y su reglas de pronunciación del griego arcaico-es una paradoja que ningún Ingeniero de Caminos puede comprender, pues ningún Ingeniero ha dicho jamás una verdad- fíjate una verdad, no la verdad- según avala mi experiencia. De Kurt Gódel he de decirte que lo más interesante para mí es que murió literalmente de inanición, y creía que le envenenaban con manzanas, como en el cuento. Se cuenta de él, que enfrentado en Princeton a las fuertes espaldas de los chicos del medio oeste, su nariz nunca abandonó la pizarra. Las matemáticas son incompletas, desde luego, casi como tu concepción de la lógica formal, o quizá un poco menos. Para cubrir este grave déficit te recomiendo, que leas los siguientes libros, para que solfees y no cantes como un niño de coro con los mocos colgando: "Elementos de lógica Teórica" de tu admirado Hilbert y también de Ackermannn. A mi no me gusta y comienza diciendo "la lógica matemática es una extensión del método formal de la matemática en el campo de la lógica", página 11, Tecnos, 3a Edición 1993. Hilbert dijo una vez en 1914 que "Oímos ante nosotros una perpetua llamada. Hay un problema. Encuentra su solución. Es posible hacerlo con la pura razón". En cuanto al amigo Russell, por el que yo estuve fascinado en mi infancia, que como habrás podido comprobar está lejos de terminar, te dire que a mi me expulsaron de un curso de doctorado, por el simple hecho de mencionarle, y me dijo un catedrático "homo uni libri", "este no es lugar para eso, vaya usted a Espinardo". Al principio, dado mi desconocimiento de la geografía pimentonera, creí que me mandaban directamente al cementerio, pero luego me tranquilizó un compañero al aclararme que por alli pacía la Facultad de Filosofía. Allí siguen ambas entidades. Eso es la Universidad actual.Abandonando el terreno metodológico y entrando en el ontológico, te diré que la única manera de saber si uno existe es comprobar si está jodido. Sí lo está, pocas dudas puede haber de su existencia. Esta teoría, principal contribución de Fernando Roca a la Humanidad, en unión de algunas nada despreciables interpretaciones de Tárrega y Albéniz, posee un corolario no menos interesante, a saber: Los no jodidos no existen. Así, la gente féliz en realidad tiene un carácter espectral, fantasmagórico. ¿Crees que me darán algún enchufe para desarrollar mi teoría? ¿a cuántas Mesas Redondas seré invitado a participar? ¿Viviré de ello?

jueves, enero 24, 2008

FERNANDO ROCA PIENSA Y ¿EXISTE?

Pensamos, sin duda, Fernando. Ni uno solo de los rayos cósmicos de que estamos compuestos, tú y yo, son iguales. Luego pensamos, pero ¿Existimos? Yo sí, desde luego: respecto a ti, mis tengo dudas –metódicas- porque en demasiadas ocasiones me has demostrado que los cisticercos de los cenuros….gravitan en tu propia inmanencia, porque sí. Puedes hacer, entonces, como yo: revisar el córtex porque en esa superficie cerebral se genera la conciencia no ya del entorno sino de uno mismo ¡Qué cosa tan interesante llegar hasta tu propio conocimiento! Siendo, no obstante, imposible llegar a la meta, el ejercicio desarrollado durante el (vano) intento te ayudará a corregir alguno de los que configuran el cúmulo de tus defectos. Pasa igual que con la evangélica frase ¿Sed perfectos como mi Padre (Dios mismo) es perfecto’, pues alguno de nuestro entorno parece haber tomado al pie de la letra este metafórico mandato divino y pretende llegar hasta el final. Yo no, no me interesa ya ser director de carreteras ni de nada. Lo sabes bien. Tú y tus cien mil millones de neuronas con las que todavía razonas; claro que la sinapsis no conecta con precisión cuando diriges tus diatribas contra mí. Puedes cambiar de coordenadas si lo deseas; elige por ejemplo las esféricas pues con ellas los símbolos de Christoffel tienen un aspecto matemático precioso, nada cartesiano (por cierto). En relación con los carbotazos dados a ese niño de piernas repletas de pelos, en Cartagena, te diré que fueron improcedentes para ti y para mí pues la venganza del niño, cuando ya mayor y pajarito real, se cebó en nosotros, sobre todo en mí. Cuestión de falta de escrúpulos y mejora sustancial de inteligencia, como la de Cantor, aquél que terminó en un manicomio. Por osado, por pretender entenderlo todo cuando esto es matemáticamente imposible. Ya Gödell justificó que la matemática no es capaz de demostrar todo el conjunto de cosas evidentes.
Y, ¿qué me dices de las paradojas? Bonita la del barbero de Russell, pero por encima de todas me quedo con aquello que Epiménides enunció, mucho antes de que nosotros naciéramos, claro: “Yo soy un mentiroso”. Lo cierto es que en este mundo, penosamente contingente, no todo puede entenderse; y mucho menos la actitud de Dios con todos sus atributos plenos de infinitud en este mundo imperfecto pero que, sin embargo, es el mejor de los mundos posibles porque lo creó Dios; aun así, ¿es posible aceptar que la perfección de los procesos químicos y biológicos de los 15.000 millones de años que tiene el Universo es cosa del azar y no del Creador? Medita literalmente sobre esto, recógete con tu trigémino enervado y solicita para los próximos días habitación en el “Hotel de Hilbert”. Allí encontrarás infinitas habitaciones pero con una particularidad: una vez lleno, quedarían infinitas habitaciones libres (Y así sucesivamente).

Como ejercicio del intelecto final y a fin de que hagas practicar a la parte frontal más adelantada de tu cerebro, responsable de la capacidad de planificar, te propongo el siguiente análisis booleano: Si el conocimiento es la intersección de la ciencia y la verdad, ¿qué resultaría de la intersección de la ciencia y la falsedad?
Dímelo, amigo.

jueves, enero 17, 2008

Resignado y refractario: Los peligros del tren.

He llegado a la científica conclusión de que, a despecho de la fortuna que me hubo sonreído alguna vez, soy un resignado (ya no irascible) y un refractario irredento. No frente a lo fundamental de las cosas de la vida; tan sólo respecto a un par de cosas, accesorias y carentes de importancia. Sí, pero es que yo renuncié no hace tanto a lo fundamental y prioritario de los asuntos porque eso se lo dejo a los responsables que ejercen. Lo mío tiene por tótem lo accesorio, la piel indefinida que rodea a cada una de las circunstancias. Por eso resulta, al menos para mí, ilustrar el porqué de lo resignado y el por que sí de refractario. Veamos. Yo tengo ordenador (¿podría ser de otro modo?); su portabilidad se encierra en un maletín ‘ad hoc’ que dispone: a/ dos compartimentos, b/ un asa, c/ una bandolera y d/ dos tiradores de cremallera por cada compartimento, en uno de los cuales tiene cabida el propio ordenador. Cada vez que dispongo el uso del artilugio quedo sometido a las leyes del azar: dos tiradores de cremalleras por dos compartimentos suponen cuatro alternativas y las posibilidades de que acierte a la primera es, por tanto, de ¼. Pues bien, irremediablemente siempre doy con el tirador de la cremallera adecuado al cuarto intento, siempre. Incluso cuando a veces (consciente de mi mala suerte) hago un amago y elijo una solución distinta a la que hube optado en un principio, ¡también soy presa del error¡ Pero es que además, ya de lleno en la cuarta opción, la correíta de la bandolera siempre queda pellizcada en la cremallera, por joder. Antes me irritaba; ahora me conformo. Yo, pues, soy un resignado. Pero también un refractario ante otros asuntos de poca monta, hijuelas de algo principal. Tiene que ver con los viajes en tren, esos viajes tan placenteros en donde la tranquilidad se supone garantizada. Un par de educados mozos o mozas te interrumpen durante una hora y quince minutos ofreciendo con suma educación un montón de cosas: ‘¿desea un periódico?’, ‘¿le apetece un zumo?’, ‘¿unos auriculares?, ‘¿desea una toallita caliente?’, ‘tenga Vd. la carta del desayuno’. Luego te traen un aborrecible menú en una bandeja de plástico; al rato te ofrecen bebida, después que si quieres más pan; luego, café o infusión. Antes de recoger, se insiste: ‘algo más’. No, ¡coño! Y así durante hora y cuarto. Pero la cosa no acaba aquí.
Cuando te dispones a leer o dormir, o meditar acerca de los distintos niveles de los aleph de Cantor, ¡suena un móvil¡ Comienza el espectáculo del merluzo con corbata que viaja en los primeros asientos. La voz es profunda. Timbre, tono y altura dan cobijo a unos comentarios insulsos pero que ‘voceados’ por el merluzo de adelante adquieren tintes épicos: ‘…he llamado a Roberto y le he dicho que el albarán de los botes lo tiene que cambiar porque el camión cargó después de las ocho y no estaba Benito; como llego a Albacete a las doce y media se lo vuelvo a recordar’. Mientras, lo más profundo de mi corazón refractario dice (no sé si en voz alta) ¡Dale recuerdos al padre de Benito¡’ Por último, una voz en off, a pique de llegar a tu destino, hace votos por que el viaje haya sido agradable y, también, que no olvidemos nuestro equipaje no sea que las cremalleras del maletín se queden en el tren.
Los viajes en tren tienen dos peligros: uno, que pueden convertirte en un resignado; y otro, que al final del trayecto te quedes con la pepla del albarán del padre de Benito. Estos y no otros son los principales riesgos que se corren al viajar en tren. Si bien antes (no sé si todavía ahora también) los peligros eran muy otros.
Juan Guillamón.
La verdad, enero 2008.

C = k (L/h)


Por muchas vueltas que le demos, por mucho que se empeñen los políticos, el asunto de la corrupción no es cosa de la política ni de sus facciones. Al contrario, la corrupción es asunto intrínseco de cada individuo y es función directamente proporcional a la distancia (L) en que la caja de los cuartos se sitúa respecto de él, así como inversamente proporcional a sus dosis de honestidad (h). Si a ello le unimos la constante que representa la debilidad humana (k), podríamos incluso modelar tal tendencia mediante una fórmula matemática de corte newtoniano, C = k (L/h). Sin embargo, la experiencia demuestra que los políticos desprecian los supuestos jurídicos en los que se establece la presunción de inocencia hasta que la culpabilidad haya sido legalmente establecida, siempre y cuando tal desprecio suponga el desgaste del rival político que, por desgracia, no es visto como rival sino como enemigo. La rigidez con que se aplica la normativa en el ámbito jurídico debiera aplicarse, por el bien de todos, al campo político, si bien lo mejor sería que la intrusión política, no sólo en el campo jurídico sino en cualquier otro, fuera cuando menos despreciable. En las responsabilidades políticas la presunción de inocencia no debe interpretarse de otro modo del que se entiende en el derecho penal. Lo más esperpéntico de las acusaciones políticas para individuos encausados por supuestos atropellos a la cosa pública es que existe una simetría total de argumentos con los que denostar al enemigo dando patadas al culo del encausado, como si no fuera sagrado el precepto de la presunción. No quiero con esto decir que en los asuntos políticos se deban despreciar las pruebas indiciarias porque, acaso, podría generarse cierta impunidad en la comisión de un delito.

La actitud política del partido que cae sobre un encausado perteneciente al partido rival en modo alguno prestará su conformidad a pruebas que no sean de las que a él pudieran interesarle, dándose la pintoresca circunstancia de que los portavoces de aquel partido se constituyen de facto en jueces y parte, lo cual en justicia es un disparate. No doy pábulo alguno a las acusaciones dentro del ámbito político: no tienen valor. Sólo a pruebas indiciarias procedentes de hechos plenamente probados. Y es más, entiendo que de alguna manera la justicia debería establecer formulaciones objetivas acerca del estado de espíritu de aquel político supuestamente corrupto, ya que la incriminación de su comportamiento es clave para deducir si lo suyo es cosa de la culpabilidad o, por el contrario, de una actitud negligente. Que no es lo mismo.
CAÍN
La Economía, enero 2008.

BARCELONA 4 MURCIA 0




¡Ya es mala suerte que Henry empezara a jugar bien contra el Murcia.

En la primera parte le metimos miedo al Barsa. En la segunda nos pudieron machacar.



La Concejal de Medio Ambiente de Murcia (Ciudad)
que sufrió, conmigo, el partido.

jueves, enero 03, 2008

¿Derribos en el litoral?Juan Guillamón Álvarez





La Economía
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Para castigos ejemplares, mejor revisar (otra vez) la declaración de la Renta de Lola Flores. La falta de disciplina urbanística en la actividad inmobiliaria ubicada en la costa tiene mucho que ver con determinadas actitudes necesariamente pasivas de las administraciones concurrentes. Tengo la seguridad de que los excesos urbanísticos en el litoral provienen de injustos actos legales producidos por la autoridad competente. Así por ejemplo, La Manga, además de ser producto de un diseño demencial, tiene cumplidos todos los trámites legales con origen en las profundidades de los años sesenta, tan desarrollistas ellos, del pasado siglo, en donde un gestor desconsiderado y una Administración permisiva dieron lugar a un Plan de Excelencia -¡increíble excelencia!- tal que ha sido posible la erección de una ciudad lineal de 20 kilómetros de largo abastecida, en lo que a tráfico se refiere, por una carretera de siete metros: ¡solemne disparate! En cuanto a las construcciones ilegales, soy partidario de multar a sus promotores y no propiciar demoliciones ejemplares que a nada conducen (véase el caso de Lola Flores). En todo caso, según los exegetas del cambio climático, esos promotores depredadores van a tener su castigo pues institución tan respetable (?) como Greenpeace –ésa que nos anunció, hace poco menos que un año, que en la Cuenca del Segura no hace falta agua sino que sobra (!!)- ha anunciado gráficamente que de inmediato el litoral español estará anegado por las aguas crecidas del mar. Esta estupidez gráfica y desalmada podría cumplir una función alternativa: o bien dar su merecido a los desalmados profesionales del sector inmobiliario y a todos sus trabajadores (directos e indirectos) o bien situar en la inmanencia de la tiranía intelectual y sectaria a todos aquellos exegetas de la cosa ambiental para que, recluidos en nichos y foros pertinentes, puedan seguir utilizando a su propio interés teorías catastrofistas a despecho de la escala geológica a la que los cambios en el clima responden. Porque, ¿quién duda, hoy, de que el cambio climático presenta dos características muy significadas y que son: una, que es real, y otra, que es un título especialmente diseñado para su manipulación conveniente por parte del más despabilado?

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