El menor de mis hijos me ha confesado con respecto al mayor de sus hermanos que éste no piensa casarse hasta los 35 años. Y yo le he dicho que le diga a su hermano que se puede casar cuando le venga en gana, pero que a los 30 años lo echo de casa, porque he leído en los periódicos que la edad media para independizarse los hijos es de 30 años. Claro que como está el mercado no sería en nada extraño que esta media subiera, en años sucesivos, hasta los 40 ó 50 años.
Siempre hube pensado que las relaciones entre los partidos políticos debería ser una cuestión de "rivalidad", pero, una vez más, con motivo de la presentación del ambicioso Plan Regional de Vivienda por parte del gobierno, he podido comprobar, constatar, confirmar etc. que esas relaciones más que de rivalidad son de “enemistad”, por aquello de que "al enemigo, ni agua", ¿qué ciudadano, cumplidor y sereno, ha de mantener la calma ante tal cúmulo de ataques y contraataques entre dos partidos agresivamente enfrentados e incapaces de reconocer nada bueno el uno del otro? La no presencia de los alcaldes socialistas en la convocatoria hecha por el presidente del gobierno con motivo de la presentación del citado Plan es, como poco, irresponsable. A mí no me hace la menor gracia. Mas vayamos al meollo de la cuestión. El PRV 2007-2010 contempla unos objetivos muy interesantes, pues va dirigido a ese sector (los jóvenes) cuyas necesidades son mayores que las del resto de la población por cuanto su capacidad de adquisición resulta a todas luces insuficiente frente a la escalada de precios que la vivienda presenta año tras año. Ni la puesta en el mercado (véase la última legislación en materia urbanística) de gran cantidad de suelo, ni el intento legislativo de hacer participar al capital privado en el desarrollo urbanístico (lo que en un principio se intentó hacer a través de los "convenios urbanísticos", el tiempo los ha convertido en la mejor arma de financiación -por todos los conceptos- de los ayuntamientos) han dado con la solución al principal problema, que como ya hemos apuntado es el acceso de los jóvenes a la vivienda. No hay por qué hacer denuestos a priori de las medidas anunciadas porque esto es cosa de interventores desconfiados, y lo que conviene es permanecer expectante ante el desarrollo de los acontecimientos necesarios para alcanzar los objetivos, para que al final unos y otros puedan aplaudir el éxito o por el contrario "poner a parir" a los gestores fracasados en intentos que a la larga no han sido sino flecos, adornos y scoubidous de algo que, lejos de ser un honesto proyecto, no pasa de mero anuncio electoral. Entonces sí. Ahora, la oposición tendría sobrados motivos para denostar a su rival; qué digo, a su enemigo.
A los actuales precios que rigen en el mercado de la vivienda, los jóvenes (ahora un joven lo es hasta los 35 ó 40 años, cuando yo a esa edad ya era viejo) tienen muy difícil la adquisición de una de ellas, aunque sea de 30 m², porque con sueldos de 800-900 euros/mes difícilmente se puede aspirar a obtener hipotecas que cubran por encima de los 100.000 €. Creo que las autoridades políticas, sean del signo que sean, han de incluir entre sus prioridades la de encontrar solución al acceso a la vivienda para este tramo social -la juventud- tan necesitado de ayudas. De poco vale contar con una carrera universitaria si luego la retribución mensual producto de los estudios cursados no es suficiente para dar cumplimiento a un derecho constitucional tan importante como es el de la vivienda. Qué duda cabe de que en una sociedad moderna como la nuestra la participación del capital privado debe ser incentivada. Eso sí, sin que al poder político se le vaya de las manos las condiciones de contorno de dicha participación, como ha sido el caso de los convenios urbanísticos. Pues lo que hubo sido planteado como elemento ágil en la ejecución del urbanismo y de manera puntual, se ha convertido en una práctica habitual que, en la generalidad de los casos, poco o nada ha solucionado en aras de mejorar los accesos a las viviendas, habiéndose convertido la construcción de éstas en el mejor y más seguro de entre los productos destinados a la inversión.
Juan Guillamón.
Siempre hube pensado que las relaciones entre los partidos políticos debería ser una cuestión de "rivalidad", pero, una vez más, con motivo de la presentación del ambicioso Plan Regional de Vivienda por parte del gobierno, he podido comprobar, constatar, confirmar etc. que esas relaciones más que de rivalidad son de “enemistad”, por aquello de que "al enemigo, ni agua", ¿qué ciudadano, cumplidor y sereno, ha de mantener la calma ante tal cúmulo de ataques y contraataques entre dos partidos agresivamente enfrentados e incapaces de reconocer nada bueno el uno del otro? La no presencia de los alcaldes socialistas en la convocatoria hecha por el presidente del gobierno con motivo de la presentación del citado Plan es, como poco, irresponsable. A mí no me hace la menor gracia. Mas vayamos al meollo de la cuestión. El PRV 2007-2010 contempla unos objetivos muy interesantes, pues va dirigido a ese sector (los jóvenes) cuyas necesidades son mayores que las del resto de la población por cuanto su capacidad de adquisición resulta a todas luces insuficiente frente a la escalada de precios que la vivienda presenta año tras año. Ni la puesta en el mercado (véase la última legislación en materia urbanística) de gran cantidad de suelo, ni el intento legislativo de hacer participar al capital privado en el desarrollo urbanístico (lo que en un principio se intentó hacer a través de los "convenios urbanísticos", el tiempo los ha convertido en la mejor arma de financiación -por todos los conceptos- de los ayuntamientos) han dado con la solución al principal problema, que como ya hemos apuntado es el acceso de los jóvenes a la vivienda. No hay por qué hacer denuestos a priori de las medidas anunciadas porque esto es cosa de interventores desconfiados, y lo que conviene es permanecer expectante ante el desarrollo de los acontecimientos necesarios para alcanzar los objetivos, para que al final unos y otros puedan aplaudir el éxito o por el contrario "poner a parir" a los gestores fracasados en intentos que a la larga no han sido sino flecos, adornos y scoubidous de algo que, lejos de ser un honesto proyecto, no pasa de mero anuncio electoral. Entonces sí. Ahora, la oposición tendría sobrados motivos para denostar a su rival; qué digo, a su enemigo.
A los actuales precios que rigen en el mercado de la vivienda, los jóvenes (ahora un joven lo es hasta los 35 ó 40 años, cuando yo a esa edad ya era viejo) tienen muy difícil la adquisición de una de ellas, aunque sea de 30 m², porque con sueldos de 800-900 euros/mes difícilmente se puede aspirar a obtener hipotecas que cubran por encima de los 100.000 €. Creo que las autoridades políticas, sean del signo que sean, han de incluir entre sus prioridades la de encontrar solución al acceso a la vivienda para este tramo social -la juventud- tan necesitado de ayudas. De poco vale contar con una carrera universitaria si luego la retribución mensual producto de los estudios cursados no es suficiente para dar cumplimiento a un derecho constitucional tan importante como es el de la vivienda. Qué duda cabe de que en una sociedad moderna como la nuestra la participación del capital privado debe ser incentivada. Eso sí, sin que al poder político se le vaya de las manos las condiciones de contorno de dicha participación, como ha sido el caso de los convenios urbanísticos. Pues lo que hubo sido planteado como elemento ágil en la ejecución del urbanismo y de manera puntual, se ha convertido en una práctica habitual que, en la generalidad de los casos, poco o nada ha solucionado en aras de mejorar los accesos a las viviendas, habiéndose convertido la construcción de éstas en el mejor y más seguro de entre los productos destinados a la inversión.
Juan Guillamón.
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