De errores también se vive. El caso de la Zerrichera es uno de ellos, no tanto por constituir un caso de ilegalidad manifiesta y/o de determinadas irregularidades administrativas, sino por la sencilla razón de que, con los tiempos que corren, su proyección en el terreno político es todo un filón para la Oposición, a la que por cierto no le faltan argumentos para preparar su ataque. En efecto, los terrenos sobre los que se pretende determinada actuación urbanística están clasificados como LIC Y ZEPA, lo que lleva, en principio, a extremar las condiciones de autorización de ciertas actividades. Y no es que los LIC y las ZEPAS sean poco menos que la santísima dualidad de los misterios ambientales, pero se quiera reconocer o no los lugares de interés comunitario se merecen un mayor respeto que otros no así cualificados. Además, las zonas en donde los pájaros (los que tienen plumas, y no otros) ponen sus huevos (los de los nidos, y no otros) deben tener una cierta prioridad para eso, para que las aves aniden y disfruten sin que los humanos las molesten, pues de sobra existen otros parajes, con menos condiciones de contorno impuestas, para que se pueda pasear y aun vivir. Cierto es que hacer compatible las condiciones establecidas para los LICs y las ZEPAs y las exigidas para que las urbanizaciones de nuevo cuño pueden asentarse, resulta administrativamente complicado, y nada digamos si, además. los grupos ecologistas (en ocasiones cargados de razones ambientales de asunción generalizada) plantean la batalla, por delante y por detrás, a las resoluciones administrativas que hacen de estos terrenos sus campos de batallas; campos de justificadas batallas, por supuesto.
El principal error que se deriva del expediente de la Zerrichera es que a partir de él se puede practicar con toda naturalidad lo que, por desgracia, viene siendo habitual en la lucha política: aplicar el ventilador, ampliar el foco y valiéndose del método de la inducción completa, estimar -para que todo el mundo lo sepa- que un asunto tipo Zerrichera, lejos de ser una excepción urbanística, es el paradigma o cuestión prevalente de la gestión global en materia ambiental de la Administración. Además de esto, entiendo que los procesos administrativos llevados por los funcionarios correspondientes han tenido sus más y sus menos, y al final se ha encontrado el resquicio (atención, ¡siempre lo hay!) mediante el cual, posiblemente con ‘calzador’, arbitrar soluciones adecuadas para proceder a una autorización que en todo caso tiene un coste político. Lo mejor, en este tipo de casos, es ajustarse al contenido literal de la normativa referida al Urbanismo y el Medio Ambiente a fin de no dirigir los pasos hacia terrenos pantanosos y dejar que, dentro de la armonía global que el libre mercado determina para todos, pobres y ricos, el empresariado de la construcción pueda proceder a mantener sus negocios, procurando que la ordenación a establecer permita el mantenimiento de su contribución a la economía regional, entre el 12 y el 14%, cantidad que ciertamente no es excesivamente alta para nuestra región, cuya costa, menos presionada que otras (Cataluña, Valencia y Andalucía, entre otras) aún permite actuaciones urbanísticas de baja densidad, como así se han aplicado en Cabo Cope, pese a quien le pese: 0,14 m²/m² no es para asustarse.
En todo caso, lo que sí supone un espectáculo digno de finalización urgente es el desfile de funcionarios y ex altos cargos por la Fiscalía; algunos de ellos justificando lo justificable, mientras que otros se quitan el ‘mochuelo’ de encima a costa de lo que sea, lo cual poco dice en favor de nadie porque cuando se firma una cosa, se firma con todas sus consecuencias. Quiero decir que, incluso en la Administración, el jefe es el jefe y por consiguiente los funcionarios deben seguir sus instrucciones para ponerlas en práctica, dentro de lo que la legalidad ordena. Algunos funcionarios bien intencionados saben buscar el resquicio oportuno, mientras que otros se debaten en la inmanencia del miedo que les hace buscar desesperadamente el precepto por el cual se logre informar negativamente. Y termino. Hace algún tiempo tuve un jefe que se empeñó en que yo informara el trazado de determinada carretera lo más cercano posible a Cartagena, siendo mi intención proponer un trazado distinto que alejaba la tal carretera 3 km más lejos de Cartagena y más cerca de Murcia. Como el jefe es el jefe, no me costó trabajo alguno encontrar el criterio técnico por el cual la traza de la infraestructura se dispusiera tal y como él pidió. Y santas pascuas