(FMPRESA Y FINANZAS, OCT, 06)
Unas tiritas de madera fijadas mediante púas a la suela de la bota hacían las veces de tacos, tal que esas botas más que borceguíes parecían zuecos, en nada adecuados para jugar al fútbol con ellos en suelo de asfalto. Así, junto a un balón de plástico y el skyjama a modo de chándal, los zagales jugaban "abajo" al fútbol casi todas las tardes de los días de la semana con excepción hecha del domingo en que acudían al viejo estadio de la Condomina, unas veces pagando la exigua cantidad que daba derecho a observar los partidos desde la grada de General y otras sorteando los trozos de vidrios cementados en lo alto de la valla para evitar el asalto de esa panda de zagales. El muy viejo estadio de la Condomina ha sido escenario de patadas geniales (Juárez, Álvarez...), medidos pases en profundidad (Ruiz Abellán) al delantero más adelantado, y paradas esplendorosas (Campillo, Ojeda...) de nuestros mejores porteros.
Ha parecido, sin embargo, demasiada larga la singladura del vetusto campo. Demasiada, sin duda. Hasta tal punto que hubo momentos en que la cada vez más desilusionada afición pensó que tal vez fuera imposible, para Murcia, contar con un estadio cuyas condiciones estuvieran en consonancia con las de algunos de los equipos de palmarés parecido al de nuestra ciudad. Muchos titulares en las páginas deportivas de nuestros diarios han dado cuenta a lo largo de estos (al menos) 40 años de las circunstancias por las cuales las iniciativas tendentes a construir un nuevo estadio se hacían patentes, no siempre de manera real sino más bien producto de los anhelos deportivos de quienes compartían aficiones futbolísticas: periodistas, empresarios, poderes políticos y aficionados. Como pasa que la ilusión es lo último que se pierde, nunca es tarde si la dicha es, más que buena, excelente, extraordinaria, sorprendente. El nuevo Estadio situado en el complejo comercial Nueva Condomina resulta ser un regalo inesperado no sólo para la afición deportiva sino para mayor gloria de la ciudad. No olvidemos que una ciudad resulta atractiva cuando el conjunto de sus hitos (históricos, culturales, artísticos y ahora, más que nunca, deportivos) constituyen una imagen de marca de auténtica calidad. Y eso pasa ahora en Murcia. El desarrollo comercial al norte de la ciudad, dentro del respeto que merece mantener una huella ecológica sostenible, en el espacio y en el tiempo, resulta ser un elemento de gran importancia al objeto de colocar a Murcia en el lugar que le corresponde, no sólo en atención a su número de habitantes -que por ellos ya ocupa el séptimo lugar de todas las ciudades de España- sino en el estilo y profundidad de su propia imagen como ciudad moderna, rica y emprendedora. Y haciendo un ejercicio endomórfico bajo los contornos físicos que delimitan el nuevo espacio de Nueva Condomina, nos encontramos con que el Estadio es su cuestión más emblemática, la que ha de llevar el nombre de nuestra ciudad (sólo falta que el equipo ascienda a primera división) hasta los rincones más alejados de esta Europa comunitaria para que, desde allí, se pueda tener el conocimiento exacto de que en la periferia de la periferia de Europa existe una región con vocación turística. En el bien entendido de que el ejercicio de mejorar las condiciones para el turismo tenga un lugar reservado el criterio de la sostenibilidad. Eso sí, mediante la exposición democrática de decisiones políticas basadas en la ciencia. En toda la ciencia, en la experimental y en la teórica. Si cada uno de los elementos intervinientes en el debate que ha de producirse juegan limpio, es posible no consumir el futuro de la región sin menoscabo de explotar nuestras posibilidades: el sol y la playa. Eso de momento, porque está región tiene potencialidades por descubrir.
Con tacos de goma o de aluminio -según la humedad del césped-, con camisetas que absorben el sudor, chándals de marcas acreditadas y balones de reglamento, con el estadio de Nueva Condomina, los componentes de la plantilla del real Murcia tiene por delante una importante tarea para incrementar el prestigio de nuestra ciudad y nuestra región: jugar bien y marcar más goles de los que se reciben. Así, y dado que las ciudades casi siempre crecen hacia norte, esto es, hacia arriba, el fútbol y la calidad comercial de Nueva Condomina, ayudarán a que nuestra ciudad esté en el lugar que se merece.
JUAN GUILLAMÓN
Ha parecido, sin embargo, demasiada larga la singladura del vetusto campo. Demasiada, sin duda. Hasta tal punto que hubo momentos en que la cada vez más desilusionada afición pensó que tal vez fuera imposible, para Murcia, contar con un estadio cuyas condiciones estuvieran en consonancia con las de algunos de los equipos de palmarés parecido al de nuestra ciudad. Muchos titulares en las páginas deportivas de nuestros diarios han dado cuenta a lo largo de estos (al menos) 40 años de las circunstancias por las cuales las iniciativas tendentes a construir un nuevo estadio se hacían patentes, no siempre de manera real sino más bien producto de los anhelos deportivos de quienes compartían aficiones futbolísticas: periodistas, empresarios, poderes políticos y aficionados. Como pasa que la ilusión es lo último que se pierde, nunca es tarde si la dicha es, más que buena, excelente, extraordinaria, sorprendente. El nuevo Estadio situado en el complejo comercial Nueva Condomina resulta ser un regalo inesperado no sólo para la afición deportiva sino para mayor gloria de la ciudad. No olvidemos que una ciudad resulta atractiva cuando el conjunto de sus hitos (históricos, culturales, artísticos y ahora, más que nunca, deportivos) constituyen una imagen de marca de auténtica calidad. Y eso pasa ahora en Murcia. El desarrollo comercial al norte de la ciudad, dentro del respeto que merece mantener una huella ecológica sostenible, en el espacio y en el tiempo, resulta ser un elemento de gran importancia al objeto de colocar a Murcia en el lugar que le corresponde, no sólo en atención a su número de habitantes -que por ellos ya ocupa el séptimo lugar de todas las ciudades de España- sino en el estilo y profundidad de su propia imagen como ciudad moderna, rica y emprendedora. Y haciendo un ejercicio endomórfico bajo los contornos físicos que delimitan el nuevo espacio de Nueva Condomina, nos encontramos con que el Estadio es su cuestión más emblemática, la que ha de llevar el nombre de nuestra ciudad (sólo falta que el equipo ascienda a primera división) hasta los rincones más alejados de esta Europa comunitaria para que, desde allí, se pueda tener el conocimiento exacto de que en la periferia de la periferia de Europa existe una región con vocación turística. En el bien entendido de que el ejercicio de mejorar las condiciones para el turismo tenga un lugar reservado el criterio de la sostenibilidad. Eso sí, mediante la exposición democrática de decisiones políticas basadas en la ciencia. En toda la ciencia, en la experimental y en la teórica. Si cada uno de los elementos intervinientes en el debate que ha de producirse juegan limpio, es posible no consumir el futuro de la región sin menoscabo de explotar nuestras posibilidades: el sol y la playa. Eso de momento, porque está región tiene potencialidades por descubrir.
Con tacos de goma o de aluminio -según la humedad del césped-, con camisetas que absorben el sudor, chándals de marcas acreditadas y balones de reglamento, con el estadio de Nueva Condomina, los componentes de la plantilla del real Murcia tiene por delante una importante tarea para incrementar el prestigio de nuestra ciudad y nuestra región: jugar bien y marcar más goles de los que se reciben. Así, y dado que las ciudades casi siempre crecen hacia norte, esto es, hacia arriba, el fútbol y la calidad comercial de Nueva Condomina, ayudarán a que nuestra ciudad esté en el lugar que se merece.
JUAN GUILLAMÓN
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