Tengo ante mí, no sé si como fuente propia del diario El país o como resumen propio, el Estudio realizado por Greenpeace en relación con el estado de las costas españolas. Es de interés objetivo dicho Estudio porque, dado el clamor existente en toda España -y en particular en Murcia- que establece un abuso en el uso del suelo del litoral con corrupción sistemática en todas sus formas de explotación, resulta sorprendente observar que de todas las regiones litorales (mediterráneas, atlánticas y cantábricas) sólo Asturias registra una ocupación de suelo menor que la región de Murcia. Aquí, de los 274 Km. de litoral existentes solamente el 13,6% está ocupado por la edificación. En Asturias este porcentaje (respecto a sus 345 Km.) no alcanza el 9%. Esto indica que aproximadamente la situación de Murcia es, hoy por hoy, casi equivalente, en cuanto abuso del cemento, a la inmaculada región de Asturias. No obstante lo anterior, nuestro litoral se encuentra en disposición de construir muchas, muchas viviendas pero, eso sí, bajo el estricto parámetro que establece una densidad no superior a 0,14 m²/m². De otro lado, resulta además curioso que la región de Murcia es la que menos ocupa (en el Mediterráneo) su litoral, muy por debajo de Cataluña (que se lleva la palma, no podría ser de otro modo) con el 39% de ocupación, seguida de Valencia con casi el 34% y Andalucía con el 24,5%.
Entiéndase lo anterior, no con ánimo de justificar una medida exagerada en la construcción de viviendas en el litoral sino como bálsamo -o al menos elemento placebo- que consuele a los murcianos de los ataques virulentos que se nos dirigen desde el exterior. En efecto, no es de recibo admitir que Murcia es un ejemplo devastador de horizontes marítimos y medioambientales. Podrá decirse que estamos construyendo espacios que nos serán reclamados por visitantes y turistas extranjeros. Podrá afirmarse que, por supuesto, nuestro futuro económico se basa en la explotación de nuestro sector Servicios, acompañada de un oferta viviendas capaz de atraer a miles y millones de ricos y nuevos ricos allende nuestras fronteras: Miguel Sebastián, director de la oficina económica de la Presidencia del Gobierno, animó a la sociedad civil murciana para que instrumentara los recursos suficientes aptos para fidelizar, mediante el establecimiento de amplios complejos residenciales, un turismo que procedente de China producirá dentro de unos años 70 millones de chinos ricos (¡a paseo las huchas de barro que recolectan dinero para el Domund!). En definitiva, téngase claro que los murcianos no somos los malos de la película. Eso sí es que hay malos que parece que sí pero, desde luego, Murcia no. Ojo, pues, con lo que se dice porque no podemos caer en el error de admitir, por ejemplo, que cada vez que la ministra Narbona se refiera Murcia lo haga en función de "parques, jardines, baldeos de calles, usos no esenciales y campos de golf". Mientras que cuando hace consideraciones respecto a que el 8% de las hectáreas de regadío producen 70% del valor añadido de la Agricultura y que más de la mitad de la superficie regada en España produce sólo un 2% del valor añadido, elude hablar de Murcia, como si no fuera la artífice de eso, lo del 8%.
Juan Guillamón Álvarez
Entiéndase lo anterior, no con ánimo de justificar una medida exagerada en la construcción de viviendas en el litoral sino como bálsamo -o al menos elemento placebo- que consuele a los murcianos de los ataques virulentos que se nos dirigen desde el exterior. En efecto, no es de recibo admitir que Murcia es un ejemplo devastador de horizontes marítimos y medioambientales. Podrá decirse que estamos construyendo espacios que nos serán reclamados por visitantes y turistas extranjeros. Podrá afirmarse que, por supuesto, nuestro futuro económico se basa en la explotación de nuestro sector Servicios, acompañada de un oferta viviendas capaz de atraer a miles y millones de ricos y nuevos ricos allende nuestras fronteras: Miguel Sebastián, director de la oficina económica de la Presidencia del Gobierno, animó a la sociedad civil murciana para que instrumentara los recursos suficientes aptos para fidelizar, mediante el establecimiento de amplios complejos residenciales, un turismo que procedente de China producirá dentro de unos años 70 millones de chinos ricos (¡a paseo las huchas de barro que recolectan dinero para el Domund!). En definitiva, téngase claro que los murcianos no somos los malos de la película. Eso sí es que hay malos que parece que sí pero, desde luego, Murcia no. Ojo, pues, con lo que se dice porque no podemos caer en el error de admitir, por ejemplo, que cada vez que la ministra Narbona se refiera Murcia lo haga en función de "parques, jardines, baldeos de calles, usos no esenciales y campos de golf". Mientras que cuando hace consideraciones respecto a que el 8% de las hectáreas de regadío producen 70% del valor añadido de la Agricultura y que más de la mitad de la superficie regada en España produce sólo un 2% del valor añadido, elude hablar de Murcia, como si no fuera la artífice de eso, lo del 8%.
Juan Guillamón Álvarez
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