Decía Kronecker, matemático insigne y famoso por su delta (no precisamente la del Ebro) que los números naturales es cosa de Dios y que el resto corresponde a los hombres. Así, dos y dos son cuatro siempre y cuando no estemos hablando de política, pues en este último caso dos y dos puede ser lo que determine Carod-Rovira y cualesquiera otro paladín de los hechos diferenciales con los que se pretenden nacionalismos que aspiran a mejorar a despecho de todo hijo de vecino. Como es bien sabido ERC tiene cogido al socialismo catalán por las pelotas del alma, esto es, Maragall ha vendido su alma socialista a los republicanos separatistas en lo que parece una estupidez si tenemos en cuenta el ámbito de cobertura que goza en toda España el socialismo. Es de suponer que la intención de la “esquerra catalana” sea la de convertirse en la CIU de la izquierda, de tal modo que el horizonte a dibujar en Cataluña tendría su base en dos partidos: uno de derechas (CIU) y otro de izquierdas (ERC), pero con la singularidad de que ambos son separatistas. En la Cataluña actual, cuyos votantes parece que lo que quieren es rock-and-roll y fuerza centrífuga en cantidad, el futuro que se adivina es el de utilizar con éxito las amenazas separatistas para lograr mejoras sustanciales y diferencias favorables respecto al común del territorio español.
Reconozco que estoy indignado, las últimas vacaciones de Semana Santa las he pasado en compañía de mi familia en Lanzarote. Allí hemos tenido ocasión de asistir a Misa -una misa multitudinaria- y observar -desde luego, con admiración- cómo el sacerdote oficiante tenía en cuenta al guirigay de guiris fieles que llenaban la ermita y oficiaba simultáneamente en tres idiomas: español (mi indignación, espero que transitoria, rechaza el término castellano), alemán e inglés, de tal forma que la participación en el Santo Sacrificio estaba asegurada casi universalmente. Todo lo contrario sucede cuando voy a Sitges -territorio catalán.-, bonito lugar playero cuya característica es la libertad pues, entre otros detalles de menor interés, los homosexuales pasean a la luz del día sus bultos, cogidos de la mano (y por la noche se cojen directamente del bulto). Allí, el cura se expresa en catalán y sólo en catalán, produciendo en el fiel que asiste a la ceremonia una pequeña incomodidad al principio y un enfado monumental al final porque no se entiende nada, ¿por qué decir “Para" en lugar de Padre con lo fácil que es decir padre? Hombre yo creo que la Fe es universal y no cosa de quatra fieles con complejo diferencial. Y como esto es así no pienso ir a misa en Cataluña, en todo caso volvería a Lanzarote y disfrazado de guiri alemán conmemoraría aquello que es obligado en la Santa Misa.
En Canal Sur hay un programa llamado Los Ratones Coloraos, dirigido por Jesús Quintero, El Loco de la Colina, que es una especie de bálsamo contra la telemierda que nos asola día tras día. El invitado de la última semana era precisamente el señor Carod-Rovira quien a la pregunta de qué era España para él, respondió: "España, si existe, no sabe lo que quiere". Indignante, ¿no les parece?, y encima chulo. Dice Fernando Savater que el nacionalismo no es un sentimiento de amor al propio país y a la propia tradición, sino la manipulación ideológica de ese sentimiento para convertirlo en legitimación de una élite política con la no muy sana intención de sacarle partido a lo que después se ha dado en llamar hecho diferencial, por mucho que los demás, esos que no nos arrimamos demasiado a nuestro origen y miramos hacia delante con ciertas dosis de solidaridad, estemos hasta las narices de la mal llamada España plural que a lo único que ha de conducir es a la desestructuración social del territorio y a la eliminación de los elementos comunes. Lástima de Reconquista y pena de moros expulsados porque esto es un puzzle de difícil resolución.
De Cataluña me asombra sobre todo su pragmatismo, eso de que " la pela es la pela", porque los periódicos se editan en castellano (quiero decir, español) y los grandes escritores, pese a sí mismos y pese a su hecho diferencial, escriben sus obras en castellano (español). También me asombra de Cataluña esa tendencia deportiva hacia sus propias representaciones, es decir, su sueño de un enfrentamiento (en fútbol, por ejemplo) con Alemania o Francia, y ello con desdén a España. Bien, espero y deseo que algún día en la Liga Nacional de Fútbol de Cataluña se diera el siguiente resultado: Olot 1; Barcelona 1.
Por eso, y como un hugonote cobarde, periférico y nacional, declaro que “Cataluña no vale una Misa".
JUAN GUILLAMÓN
Reconozco que estoy indignado, las últimas vacaciones de Semana Santa las he pasado en compañía de mi familia en Lanzarote. Allí hemos tenido ocasión de asistir a Misa -una misa multitudinaria- y observar -desde luego, con admiración- cómo el sacerdote oficiante tenía en cuenta al guirigay de guiris fieles que llenaban la ermita y oficiaba simultáneamente en tres idiomas: español (mi indignación, espero que transitoria, rechaza el término castellano), alemán e inglés, de tal forma que la participación en el Santo Sacrificio estaba asegurada casi universalmente. Todo lo contrario sucede cuando voy a Sitges -territorio catalán.-, bonito lugar playero cuya característica es la libertad pues, entre otros detalles de menor interés, los homosexuales pasean a la luz del día sus bultos, cogidos de la mano (y por la noche se cojen directamente del bulto). Allí, el cura se expresa en catalán y sólo en catalán, produciendo en el fiel que asiste a la ceremonia una pequeña incomodidad al principio y un enfado monumental al final porque no se entiende nada, ¿por qué decir “Para" en lugar de Padre con lo fácil que es decir padre? Hombre yo creo que la Fe es universal y no cosa de quatra fieles con complejo diferencial. Y como esto es así no pienso ir a misa en Cataluña, en todo caso volvería a Lanzarote y disfrazado de guiri alemán conmemoraría aquello que es obligado en la Santa Misa.
En Canal Sur hay un programa llamado Los Ratones Coloraos, dirigido por Jesús Quintero, El Loco de la Colina, que es una especie de bálsamo contra la telemierda que nos asola día tras día. El invitado de la última semana era precisamente el señor Carod-Rovira quien a la pregunta de qué era España para él, respondió: "España, si existe, no sabe lo que quiere". Indignante, ¿no les parece?, y encima chulo. Dice Fernando Savater que el nacionalismo no es un sentimiento de amor al propio país y a la propia tradición, sino la manipulación ideológica de ese sentimiento para convertirlo en legitimación de una élite política con la no muy sana intención de sacarle partido a lo que después se ha dado en llamar hecho diferencial, por mucho que los demás, esos que no nos arrimamos demasiado a nuestro origen y miramos hacia delante con ciertas dosis de solidaridad, estemos hasta las narices de la mal llamada España plural que a lo único que ha de conducir es a la desestructuración social del territorio y a la eliminación de los elementos comunes. Lástima de Reconquista y pena de moros expulsados porque esto es un puzzle de difícil resolución.
De Cataluña me asombra sobre todo su pragmatismo, eso de que " la pela es la pela", porque los periódicos se editan en castellano (quiero decir, español) y los grandes escritores, pese a sí mismos y pese a su hecho diferencial, escriben sus obras en castellano (español). También me asombra de Cataluña esa tendencia deportiva hacia sus propias representaciones, es decir, su sueño de un enfrentamiento (en fútbol, por ejemplo) con Alemania o Francia, y ello con desdén a España. Bien, espero y deseo que algún día en la Liga Nacional de Fútbol de Cataluña se diera el siguiente resultado: Olot 1; Barcelona 1.
Por eso, y como un hugonote cobarde, periférico y nacional, declaro que “Cataluña no vale una Misa".
JUAN GUILLAMÓN
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