viernes, diciembre 12, 2014

EPODOS (PERO MENOS)

Echando un vistazo, casual, a mis archivos del ordenador, encuentro una carpeta que titulo ‘Pendiente’. Imagino que son artículos a los que no se les dio el visto bueno a su publicación por quien correspondiera y pasaron a engrosar esa carpeta. Es muy factible que eso fuera así pues en alguno de ellos me he producido con demasiada ironía y yo mismo, ahora, debería pedir disculpas por ello. Así lo hago y así lo publico. Eso sí, no todos estarían sujetos a la condición de epodos o epigramas. No todos.

EL COLOR ROSA PALO
         La esmeralda es una piedra preciosa carísima, tan cara que está al alcance de muy pocos y cuyo lugar de exposición debería limitarse, no tanto por su belleza como por su precio, a museos y exposiciones varias. Pese a ello algunas damas con sobrado poderío las exhiben como muestra de pujanza cuando no de omnipotencia y en la mayoría de los casos con falta de salero. Acostumbrado como estoy desde niño a mirar y remirar todo, el pasado fin de semana he tenido la oportunidad de estremecer mi propio horror cuando distraídamente hojeaba los santos de la revista Hola. Detuve mi atención en la referencia exhaustiva que el semanario rosa y amarillo hace de las bodas de plata matrimoniales de Antonio Asensio y Chantal. Antonio Asensio es, además de presidente de Antena 3 y el Grupo Z, personaje de actualidad por cuanto tiene establecida una agria polémica (decodificadores y tal) con el portavoz del Gobierno M. A. Rodríguez. Polémica que tiene que ver sobre todo con el dinero, los capitales y los rendimientos del mismo, pero que sin embargo (probablemente porque a los medios de comunicación les importa) tiene todas las trazas de ser una polémica de corte político, y lo que es aún peor, de guerra crispada de las derechas contra las izquierdas, fuerzas que por cierto han perdido el norte de sus respectivas ideologías y defienden (por supuesto que coyunturalmente) lo que en principio parece todo lo contrario de lo que habrían de defender. Como vivo en provincias y mi jaque es simple ó sencillo no me entero demasiado bien de las cosas que por la capital se debaten pero mi exclusivo instinto me lleva a pensar que el tal Rodríguez presenta un jaez de chulería tan palmaria que difícilmente puede estarse a su favor a menos que se explique con holgura, cosa que por otra parte no voy a pedirle pues existen cosas más interesantes que atender a su explicación. En pugna tiene a un señor, Asensio, cuya presencia se nos muestra fosca y sombría, sólo alumbrada por el persistente rosetón con que sus mejillas se adornan. Asensio debe ser uno de los mayores capitales del país; empezó con el rollo de Interviú, los desnudos y la apertura, y terminó (de momento) con el control casi absoluto de Antena 3. Como buen empresario, decidido, batallador y arriesgado (amen de favorecido por las sínfisis políticas) no ha parado en mientes para conseguir sus objetivos. Sus aliados, ahora, son los socialistas. Y parece que en la penumbra de lo que queda una vez que se esfuma el mundo de la lógica y la razón, y que por tanto ya todo es opinable, ninguno de ellos ha reflexionado ante el mejunje cronicado que Hola publica del guateque en los dichosos 25 años de Asensio y su mujer Chantal.
         Luce Chantal una gargantilla, o collar, de oro blanco en la que van engarzados una docena de esmeraldas de respetable tamaño a juego con pendientes de la misma condición, formando el conjunto un aderezo de valor incalculable. Subida a unos zapatos de tacón tipo Norma Duval con su lazo zapatero y todo, nos muestra la dama un conjunto de color rosa palo verdaderamente espantoso: el vestido de una pieza nos muestra en su parte superior un enorme escote que intenta realzar el busto, bajar la cintura y por tanto sugerir un aumento de talla. Alrededor del busto puede verse exuberante tela de seda con brocados dorados cuyos relieves resaltan sutilmente sobre el fondo rosa palo que se remata en dos enormes rosas pálidas del mismo color (y que sugieren capullos rojos pasados de moda) afianzadas por una serie de tirabuzones
 -también en rosa palo - a modo de descuidados tallos como quien no quiere la cosa. La parte alta del corpiño termina en un inmenso cuello (volante o erguido faralá) que cubre el pescuezo de la dama e impide observar si bajo ese corpiño el atavío corporal se alimenta, además, de pololo y basquiña. Si por delante Chantal parece la duquesa de Urbina sin canesú de rubíes inmortalizada por Tiziano, por detrás parece que nos encontramos ante una cortina drapeada con doce lazos con que la emperatriz Catalina II de Rusia hubo dispuesto en los ventanales de alguno de los palacios que en vida regaló a unos cuantos amantes. Doce lazos, son muchos lazos. Una colgadura transversal o manteleta de fina seda remata la parte alta de la espalda y oculta, bien que parcialmente, el brocado de oro que las escápulas cuajan sin vergüenzas.
         Y por si fuera poco los celebrantes se regalan, como si tal cosa, sendos relojes de brillantes. Me parece que el asunto se acerca a eso que, de poder ser, celebrarían las personas vulgares y de mal gusto. O por el contrario, como si el ama Pascuala en lugar de inspirar con reiteración la pluma del escritor cubriera sus inagotables ubres con guadamecí de invierno y motivos sutiles sugeridos por Juan Sebastián Gaviota.
         Quiero decir que si finalmente la guerra de los decodificadores es ganada por los que están de parte del marido de Chantal más nos valdría decodificar todos nuestros televisores para que de una vez por todas no veamos jamás ni una sola imagen en la pantalla. Y eso que la televisión es ya insufrible y hortera: de color rosa palo.
Febrero, 1998


EN NEGRITAS
         Siendo más que posible que los cisticercos de los cenuros se disparen en el subconsciente del ídolo local y  estrella escritora de artículos sobre todo absurdos, me obliga el instinto a recordar que barroco pudiera ser, acaso, el papel de pintar que se puso de moda hace un montón de años. El máximo esplendor de ese papel sustitutorio de la clásica pintura y el gotelé se pudo apreciar en los escaparates que ofrecen al visitante las porterías de los edificios. Tiempo estuve horrorizado con semejante moda que nunca me gustó. Ahora, Martínez Abarca se ha convertido en el papel pintado del articulismo fácil; para él no existe la pintura y pese a todo este buscador de polémicas frustrado usufructúa mucho, quizá demasiado, el barroco. Tiene la pluma fácil y dócil a su propio instinto pero ello no justifica un desvarío que yo califico delirante. Preso como está de las letras en negritas lleva algo así como un año esperando el despegue que no se produce. Intelectual de pacotilla o frustrado según se mire, el pequeño maestro no hace sino inventar historias sin importarle demasiado a quién adjudicarlas. Es un peligro su pluma pues tengo el convencimiento de que antes de ponerse a escribir no sabe lo que va a decir; es, con toda probabilidad, durante el estado pulsacional de su mano y su caletre cuando se incardina el pensamiento entre intrincados vericuetos de la palabra escrita. Y nada importa de qué se trate, ni por supuesto de quién: él escribe e inventa de acuerdo con su mitológica imaginación más propia de narradores épicos que de cronista facha de los sucedidos locales y decadentes.
         El maestro en gramáticas, José Perona, una noche le advirtió acerca de su futuro: “Vete a Madrid y haz de Campmaiñ” que es lo tuyo. Murcia se te ha quedado pequeña pues don Ramón Luis, Marqués y el Ruizvivó no dan para más, aunque los saques en negrita”. Testigo mudo de la recomendación no tuve por menos que estimar muy adecuado el argumento y siendo que no ha sido posible, por el momento, ese traslado a la Capital aquí tenemos a José Antonio inventando la realidad local con la complicidad tácita de los personajes a quienes alude, la mayor parte de ellos perplejos y medrosos, de manera que a poco que nos descuidemos el mamón del ama Pascuala, en apariencia destetado, confundirá al lector erudito por entre los procelosos caminos que llevan al provincianismo más intenso.
         Como al columnista le sale el PP por el plumero, me pregunto qué sucedería en otras condiciones gubernativas y me contesto que a lo mejor su pluma de valeriana pervertida encontraría acomodo allá donde lo mandasen, pues sucede que el personal situado a la derecha de la derecha es siempre el más acomodaticio del personal anticuado y escalador. Si se trata de dar valor a la parte hueca de la burguesía, nada más útil que la aplicación emergente de la pluma del articulista de moda pues demuestra capacidad suficiente para expresar lo que antes de escribir no está pensado pero que luego, tras el ejercicio, es capaz de recoger un pensamiento. Es lo que yo llamo escritura aleatoria, por cierto la más divertida: sorpresa, sorpresa; es decir, aquella que aplica conclusiones a los personajes que son escogidos al azar, revestidos siempre de la negrita impresión de la letra y que, a fin de cuentas, dogmatiza sobre la vacuidad para situar en un mismo plano a personajes dispares quienes ante Abarca todos resultan ridículos. El cronista destetado no es capaz de distinguir a Paqui Chelo, Cuqui y el Timbas, de Borrell, Valcárcel o Jarauta ¿A que va a resultar que el niño de la Pascuala es un terrorista intelectual? Propongo -no sólo para su propia sanidad mental sino para los de todos los lectores (vengan de donde vengan)- que Abarca, el inquietante, dé comienzo a la escritura de una colección de cuentos cortos (subvencionados por alguna institución de ahorro, claro) en la que se recogieran las fantasías del escritor sin tener que apelar a letra negrita alguna y que pudiéramos constatar -los escépticos- ese talento que se apunta pero que se diluye en el tópico y la vaciedad.
         Al ama Pascuala le queda, todavía, mucho por hacer.
Setiembre, 1998
        

         RECITANDO A PÍNDARO EN CAMPOAMOR
         Una vez, hace años, con motivo de la celebración de un acto oficial, el ex presidente Collado, una vez que hubo llegado tarde al mismo, como debe hacer cualquier presidente autonómico que se precie, sorprendió a todos recitando unos versos de Píndaro. Es de suponer que la mayoría de los asistentes no prestasen atención a esta circunstancia insólita para un político en acción, pero yo he de reconocer que a partir de aquel momento la figura de Collado me resultó tan simpática como lo es en la actualidad. Tuve ocasión de confírmárselo el otro día en la casa de Campoamor del empresario Teodoro Hernández: ‘me acuerdo de lo de Píndaro en el Royal Place, cuando la fiesta de Los Mejores de la verdad’. No es un conquistador Carlos Collado pero en lo de su amor a Píndaro al menos coincide con Alejandro Magno, el explorador, pues cuando le dieron razón de determinadas circunstancias rebeldes durante la efímera etapa de brillo que tuvo Tebas, la asaltó y destruyó en su totalidad con la única excepción de la casa de Píndaro. Yo hubiera hecho lo mismo aun no teniendo en absoluto alma de conquistador, como supongo que tampoco Carlos Collado la tendrá, y aun dando por supuesto que los dioses existen no es menos cierto que les trae sin cuidado el mundo y por tanto hay que buscar en la perfección de las cosas los caros motivos de felicidad, lo cual no significa sino que hemos de amar el arte en todas sus manifestaciones. Todo ello pese a que Reme Romero, presente en circunstancias de tanto relieve como en esta pequeña y fugaz aparición de Collado en Campoamor no es amiga de complicaciones excesivas. A esta distinguida dama, dedicada a las relaciones públicas no como obligación sino más bien como devoción gratuita, se le dan bien las cuestiones banales, no así la del tenis de cuya disciplina fue en su juventud instruida por profesores nativos quienes le animaban en su aprendizaje de tal guisa: ‘perfesto, xacsto; asín, mu bien, le das muncho mejor’. No fue, Remedios, capaz de logro alguno en esta cuestión elitista del tenis. Es decir, exactamente todo lo contrario que Carlos Egea, campeón juvenil de tenis y persona referente en las cuestiones económicas que afectan a nuestra Región, quien  ejerce la elegancia, el buen criterio y amabilidad aun fuera de su actividad profesional; es decir, puesto de bañador y tocado con un panamá auténtico, tejido a mano, bien diferente del que un servidor ha tenido el mal gusto de exhibir pese a que su precio no brincó las quinientas pesetas. Claro que un artilugio sucedáneo o no, comprado en el Ferial de Sevilla tiene su aquél. Carlos Moreno y José Luis Castelló atienden ciertas explicaciones acerca de la naturaleza del régimen que Fuensanta Lucas administra a su marido. En los quijeros del yacussi ‘out’ del empresario Teodoro Hernández (esto va pareciendo una típica crónica de sociedad: ¡abre la muralla!), Santi descubre la avena de salvao tomada en infusión como la clave del rejuvenecimiento de Carlos Collado. También, perlas de ajos tomadas a diario cooperan a que ningún esclavejío pueda esfaratar la salud de quien se aprovisiona de tan natural alimento. Es lo mejor para la hipertensión. Uno de los tres miembros de esta excelentísima trinidad de los Carlos, Carlos Moreno, se niega a reconocer la condición de hipertenso de su tocayo Collado: ‘No me vengas con cuentos de que ahora eres hipertenso, tú, eres socialista?’. La salud de Collado, no obstante, es bien explícita. El doctor Ripoll, referente gráfico constante en las páginas del deporte de este periódico, esa gran persona, apenas tiene oportunidad de preceptuar en materia de medicina nada a Carlos Collado. Ha de limitarse, en su bondad infinita, a disponer su casa para los amigos, previa selección que no es tal pues su casa no obstante prevista por el arquitecto Carballal cerrada es hoy un ágora abierta a la lista interminables de amigos y allegados del doctor, incluso con Regina Pintado como dueña y señora (así es y así será siempre) de ese refugio privilegiado que comparten en Campoamor. Por la noche, cena en las terrazas con la presencia destacada del vicepresidente Gómez Fayrén, el cual en su bondad infinita fue asediado por la distinguida Reme Romero, quien le acaparó durante toda la noche y no hablándole de tenis le contó todo, absolutamente todo, acerca de ninguna cuestión. Lástima que, como es habitual en los salones del doctor Ripoll, no estuviese esa noche el acreditado cronista de la nada, Sr. Martínez Abarca, pues hemos perdido la oportunidad de ilustrarnos acerca de todo lo que dijo Reme Romero y no pudo decir Gómez Fayrén. Es de destacar la dedicación absoluta que María José Serrano dispone hacia su marido, el vicepresidente: siempre el rabillo de su ojo derecho  está puesto en él. Más de uno vio frustrada la oportunidad de intercambiar con Gómez Fayrén impresiones de rigor intelectual: ¡no fue posible! Puestos a valorar lo que Reme Romero deja valorar, en esa noche de Campoamor, al amor de una cada vez más suave brisa de levante, es preciso destacar la sana rivalidad en cuanto a belleza se refiere entre las damas de Campoamor y de La Manga. Así, pudo observarse la exquisita presencia de Rosa Hernández y Charo Caballero por parte del enclave alicantino colonizado por Murcia, y de Cecilia Castelló y Mariló Flores por parte de La Manga (dentro de su modestia), aunque justo es reconocer que en medio de tanta belleza y en descuido de Reme Romero y a iniciativa de Carlos Egea, fue posible un intercambio de impresiones entere Carlos Collado y Antonio Gómez Fayrén, en el que como es habitual es posible hablar de todo sin decir nada en concreto pero que sirvió para ver y contrastar un par de cosas: una, que Gómez Fayrén es exactamente la persona que puede representar a murcianos de mi estilo; y otra, que Collado, pese a quien pese, llevó con mucha clase y dignidad la representación de muchos murcianos como yo y de todavía más que tienen menos que ver con mis cosas. En vacaciones, los ex presidentes y los vicepresidentes están de muy buen ver. Y esto no me lo ha dicho ningún pajarito. Me la ha hecho ver Teodoro Hernández, el empresario ecléctico y diversificado: Teodoro, me gusta tu yacussi, pero ese día, ¿donde estaba Rosa Belmonte? La echamos de menos.
Agosto, 1999


FÚTBOL Y RAZA
Soy uno de esos aficionados al fútbol que se han visto desbordados por la exagerada oferta deportiva que los distintos canales de televisión nos ofrecen cada semana. El fútbol hace tiempo que pasó de ser un espectáculo para convertirse en un auténtico negocio cuyos beneficios alcanzan a unos pocos. Esta cuestión toma especial relevancia en este país nuestro donde el paro es una plaga feroz y el miedo a invertir, en lo que sea, el común denominador de los sentimientos profundos de cada español. No creo que llegado el caso me muestre partidario de aborrecer el fútbol pero algo desengañado sí languidezco. Puesto que las circunstancias me obligan a convivir intensamente con el fútbol, tomo éste como excusa para establecer una cierta reflexión sobre determinado aspecto -hecho diferencial, sin duda- que al hilo de unos comentarios laterales oídos al bies ciertamente me han chocado.
Resulta que, a lo que escuché casualmente, en Bilbao han tenido algún que otro problema con la cuestión de nacionalidad a la hora de confeccionar la plantilla del legendario Athletic. No precisamente por fichar a un entrenador extranjero, que eso es tradicional a lo largo de la historia del club, sino en lo que se refiere a la opción de contar con determinados jugadores. Bien sabido es que los del Athletic han hecho dogma del prurito y el orgullo de no alinear jugadores que no sean vascos. Tal norma ha sido transgredida en incontables ocasiones, pero eso sí, con justificación subsiguiente. Es decir, aportando datos que, sorteando la regla no escrita y a veces ridiculamente respetada, han dado con la clave para incluir en la plantilla jugadores no nacidos en Euzkadi pero sí residentes. Esto es un truco que ellos mismos se perdonan. Llevados por las circunstancias deportivas, un día decidieron admitir como vascos a los naturales de Navarra, lo cual tiene cierta lógica pero también es una trampa a su autoimpuesta normativa. Así Baquero, Zabalza, Goicoechea y otros han tenido el orgullo de vestir la camiseta del Athletic. Y como el nivel competitivo se ha pasado de rosca y la norma les perjudica, pues no hay territorio o país sencillamente perfecto, el pasado verano le estuvieron dando vueltas a un francés con antepasados naturales del sur de Francia, concretamente en lo que se ha dado en llamar el País Vasco francés. No debieron encontrar papeles con datos suficientes porque el pretendido fichaje se diluyó dulcemente y el asunto no cuajó. Finalmente (esto es lo que escuché, sin oír demasiado, a un colega de Bilbao), hace unos pocos días, en una Asamblea del club, cierto compromisario propuso que la norma racial dejara de aplicarse a partir de la fecha (sin duda el compromisario prefiere triunfos al mero orgullo de ver repleto de paisanos su equipo). Parece que la propuesta fue acogida de forma favorable por la mayoría de los asambleístas y, aunque la cosa no ha llegado todavía a mayores, el resultado de la propuesta está por ver. Mientras tanto, los dirigentes del club han hecho, y se han quedado tan panchos, una (¡última!) trampa: han dado por buena la procedencia de un jugador de Logroño para ser considerado vasco. Se trata de José Mari, el cual jugador se convierte en un referente de verdadera importancia de cara a lo que ha de deparar el futuro a los vascos. La justificación transitoria que afecta al no cumplimiento del dogma no puede ir más allá de que el territorio de La Rioja es colindante con el de Euzkadi, lo cual por extensión puede llevar al Athletic a contar con jugadores de Pozo Estrecho o Barranda, si es el caso de que, por esa ley no escrita de crecimiento en mancha de aceite, la razón nacionalista pudiera ampliarse. Claro que para que el de Pozo Estrecho o el de Barranda pudieran alinearse en el equipo de Bilbao, primero haría falta que lo hubieran hecho (por ejemplo) uno de Alcañiz y otro de Casas Ibáñez como mínimo, y por este orden.
Lo mejor para evitar suspicacias en aquellos que no damos demasiada importancia al valor racial del paisanaje es que de esa norma los del Bilbao se olviden (como hizo la Real), aunque esto realmente tenga el "gravísimo" peligro de ver alineados en las filas rojiblancas a un indio del Paraguay o un moreno de Gambia. Hasta ahí podíamos llegar.
Octubre, 1996


PRONÓSTICO DEPORTIVO, Y MOTE.
Siendo posible que el equipo de fútbol de la capital pueda llegar a disputar la liguilla final y obtener el ascenso de categoría, repaso con mimo las clasificaciones de los otros grupos encuadrados en la división 2º B para prever la composición de una liguilla en la que el Murcia acaso pudiera darse por satisfecho. Melilla, Getafe y Bermeo junto con el equipo local compondrían un grupito en el que los murcianos  serían favoritos para dar el salto de categoría. Ninguna duda acerca de que los equipos azules, Getafe y Melilla, serían devorados no tanto por la capacidad de los futbolistas locales sino por las ganas tremendas de lo que queda de la ayer muy numerosa afición pimentonera. No sé qué pensar de los de Bermeo en cuanto a sus valores futbolísticos, entre otras cuestiones porque, creo, jamás han estado en segunda división A, categoría a la que este año aspiran con todo fundamento. En el valle de Urdaibai la tremenda rivalidad, de todo orden, entre los de Bermeo y Guernica (Gernika, para los iniciados) está ciertamente atemperada por las diferencias futbolísticas entre los costeros y los de arriba del Valle, lo que no ha sido óbice para que los de Guernica, haciendo gala del mejor sentido del humor que anima las rivalidades locales, hayan recordado (hace poco y con relativa privacidad) la incomodidad que ofrecen sus rivales, los de Bermeo, tanto a los que viven como a los que visitan esta bonita localidad vasca. Resulta, dicen los guernicanos, que lo primero que le sucede al visitante que llega a Bermeo es que su patronímico original comienza un inevitable camino hacia el desuso impelido por el hecho curioso de que todo hombre por el mero hecho de serlo tiene en Bermeo un mote. No pasa un instante apreciable de tiempo sin que esto se produzca. Es el caso de un sacerdote que llegó a la villa antes mencionada y que fue recibido por un vecino de nobles instintos el cual le apercibió: “Padre cuídese que aquí nadie se libra del mote”. “Lo sé, hijo, y por ello vengo precavido”. Dicho y hecho: A partir de ese día y hasta su muerte, el padre en cuestión fue comúnmente reconocido como el “El Precavido”.
Ningún problema habrá de tener, pienso, el Real Murcia caso de verse en el brete de dirimir sobre el césped el derecho a participar en campeonatos sujetos a categorías más acordes con la historia y magnitud de la ciudad que le da nombre. Es más, por si las moscas, además de cambiar al entrenador, perfilar la alineación más favorable, discurrir sobre los esquemas tácticos a emplear y, sobre todo, ensayar el disparo a puerta, convendría asumir con orgullo el mote de “pimentoneros” que sobre los murcianos cuelga desde que el fútbol es fútbol. De esa manera no cabría la posibilidad de que nos colgaran sambenito alguno (cruzo los dedos). De paso, y sin que este hecho pudiera ser reconocido por los de Bermeo, sería posible admirar en Guernica cualquiera de los tres árboles que en su conjunto fortalecen no tanto la belleza de la capital del Valle como la supuesta integridad, cuando no tozudez, vasca: el viejo roble de trescientos años (muerto), el actual roble (enfermo), protegido por las ocho columnas del templete, y el retoño que en su día, no muy lejano, sustituirá al anterior. Porque si bien es cierto que Bermeo tiene mejor equipo de fútbol que Guernica no lo es menos que esta villa atesora hechos y sucedidos de muy alto rigor histórico, de los cuales Las Juntas Generales de Vizcaya (Bizcaia para iniciados) dan buena cuenta a fin de formalizar el mandato (no tan ancestral, de otro lado) de ‘conservar los derechos históricos de los territorios vascos o, en su caso, restablecer y actualizar su organización en instituciones privativas de gobierno’.
       Esto es lo que pasa en Guernica, lo que hubiera de pasar en Bermeo (si Dios tuviera a bien otorgar al Real Murcia el tercer o cuarto puesto del grupo III de la 2ª división B y que, sin necesidad de mayores alardes teocéntricos, el Bermeo resultara campeón del grupo II, para que de esta manera se vieran las caras en el transcurso de la liguilla de ascenso el Bermeo y el Murcia) sería que la victoria correspondería, sin duda, a aquellos que orgullosos muestren el color pimentonero en sus camisetas, lo cual daría como resultado el nunca jamás sospechado regocijo que supone ascender a 2ª División A. Ni la galerna, ni los cien mil hijos de Pichichi, ni nadie de Bermeo osaría apodarnos de otro modo que los ‘Campeones’. Estén todos precavidos.
Mayo. 1999

        

LA JUNTA GENERAL DE VECINOS
         Me he visto obligado a reflexionar pues de siempre he tenido la certeza de que los presidentes de comunidades de vecinos, una de dos, o son los más estúpidos de la comunidad o por el contrario las mejores personas. Siendo evidente que no estoy entre los componentes de este segundo grupo, me agobia la idea de estar (sin siquiera yo sospecharlo) entre los del primero puesto que me acuso presidente (espero que coyuntural) de mi urbanización en La Manga. Sin duda que una vez más he de cambiar de criterio, hacerlo más permisivo o cuando menos más extenso, de manera que en el cupo de pardillos que ostentan la presidencia de cualquier escalera o grupo de dúplex en la costa, he decido incluir a aquellos que, una vez decretada por la Iglesia la desaparición del Limbo, se hallan perdidos en el mundo y agobiados en su propia inmanencia. El otro día tuve que presidir la Junta General correspondiente a este año de la comunidad de El Pedruchillo, de la cual, ya digo, he resultado presidente por la traición involuntaria de mi amigo Mariano Armijo, jubilado fetén de setenta años que fue arrebatado por la pasión de un amor (espero que no postrero) y se largó a Marbella, no sin antes vender su dúplex en tan sólo un par de semanas y dejando en agua de borrajas su compromiso de no encomendarme demasiados trabajos comunitarios, tras haberme rogado hasta la saciedad que aceptara el cargo de vicepresidente para, de esta manera, quitarse de encima a un vecino no grato que le presionaba con la intención de hacerse cargo de esa vicepresidencia a la que yo me negaba, no tanto por falta de estupidez como de manifiesta insolidaridad. Además, a lo largo de toda mi feliz estancia en La Manga, mi única actuación contrastada en materia de vecindad fue hace unos años cuando aparecí en el ágora para votar a favor de hacer fijo al jardinero de la urbanización. Lo defendí, votamos y me fui. Mi reaparición comunera de este año ha sido como violentísima: una vez hecho fijo el jardinero, nada me ataba a la comunidad y sin embargo me he visto (por culpa de cierta mujer marbellí) en el trance de figurar en el centro de una mesa presidencial.
         No me gustan las asambleas vecinales de los vecinos que vienen a pasar un mes en la playa. No me gustan porque casi todos se pelean por idioteces: la perrita de la vecina se hace pipí en mi patio; el alemán de al lado aparca el coche justo en la puerta del garaje comunitario; el pino del señor del bungalow ciento doce no deja podar el pino que tapa la visión del su vecino de arriba, el del dúplex; las sombrillas hay que retirarlas de la playa de un día para otro; el contenedor de las basuras hay que meterlo en una caseta; los niños rompen las matas y arbustos del jardín; ¿porqué el del restaurante sacas sillas y mesas a la plaza?; no se puede subir con arena en los ascensores; ¡a ver si esos señores de Madrid pagan de una vez los gastos de comunidad!; el sátrapa del cuarto de la escalera uno de la fase dos ha pintado de amarillo su terraza pese a que la urbanización es toda ella, ¡toda!, blanca; el seguro global de la urbanización es muy caro y luego, seguro, que tiene truco; hay que cambiar la ‘iguala’ de la piscina porque es muy cara; ¿porqué no se recortan las puntas de las palmeras y yucas del paseo?; las cuentas están claras pero en las facturas debe figurar el IVA; ¿quién ha dicho que a las doce empieza el eclipse de sol?... Durante toda la reunión no hice sino acordarme de Mariano: ¿porqué te has enamorado? Para hacer frente a las coyunturas que pudieran presentarse puse en práctica la teoría empleada por el ex alcalde Méndez que a su vez la hubo recogido del ex consejero Candel, la cual dice: ‘En toda reunión suficientemente numerosa siempre hay al menos un hijoputa, un tonto y un maricón. Si logras identificarlos tendrás dominada la coyuntura’. Hice todo lo posible por efectuar tal verificación sin éxito por lo que me alarmé y decidí, como medida alternativa, ver si entre los vecinos habría alguno emparentado con un asesor laboral y cuando quedé convencido de que tal espécimen (son los más peligrosos en las reuniones de vecinos) brillaba por su ausencia, opté por echar balones fuera culpando (por supuesto) al Ayuntamiento, que es lo que en estos casos procede. Sólo al final caí en la cuenta de que el alcalde es precisamente comunero nuestro. Miré hacia San Javier y con la mirada reproché a su consistorio ciertas flaquezas en materia de circulación, semáforos y aparcamientos, no sin antes proceder a la aprobación de las cuentas del ejercicio pasado, las provisionales de éste y el presupuesto para el que viene. Di la palabra a cuantos quisieron expresarse, organicé la cosa como pude, trinqué a una buena persona para sustituirme el año que viene y di por finalizada la sesión. Al cabo de la cual, un vecino de Madrid me dijo, entre gozoso y extrañado: ‘es la primera vez que asisto a una reunión de vecinos en la que no se pelea nadie’. Miré de reojo al sátrapa de amarillo y acepté, ufano, el comentario con satisfacción, me puse las gafas de soldador y divisé la parte de sol no oculta por la luna, es decir, el eclipse del sesenta por ciento que en estas latitudes nos correspondió.
Agosto, 1999


ULISES
La cualidad de independiente, en sentido estricto, es difícil aplicarla a nadie. En realidad dependemos no sólo de nosotros sino de nuestras propias circunstancias. Es más, puedo afirmar que las vidas de cada individuo son como un viaje permanente alrededor del respectivo ombligo. Si todo gira alrededor de él, no hay problema; en caso contrario, la historia demuestra que es otro cantar. Debemos, por tanto, mostrar comprensión infinita para juzgar las actitudes de nuestros semejantes, pues éste o aquél comportamiento improcedente por parte del prójimo acaso tenga justificación en mérito a determinadas circunstancias locales que no son precisamente fáciles de tomar en consideración y que le afectan muy en profundidad. O sea, que no son independientes. Nadie lo es. Sostienen ( y sostengo) que el individuo es preferentemente un ser egoísta. Este es el punto de partida. Más o menos. Incluso que está dispuesto a que perezca todo el mundo con tal de que él (el individuo) pueda tomarse su café sin problemas.
         Si damos por buena la sociología que recomienda nadar y guardar la ropa observaremos que, en efecto, la acción de custodia representa una parte muy importante del impulso de cada uno: Guardar la ropa bien y después, si acaso, nadar. Con la corriente a favor y muy pendiente de la orilla: el ombligo protegido. Ni que decir tiene que entiendo (fui un estudioso aplicado, ayer) la actitud constante de los políticos cuando mueven el culo para hacer cosas. El movimiento se produce sólo y cuando se tiene seguridad de haber guardado la ropa en lugar seguro. Y aunque no sea fácil guardar cosas cuando uno se ve metido de lleno en el complicado mundo de la política, el esfuerzo hay que hacerlo. Al político sobre todo le interesa ganar (guardar la ropa), no sólo a nivel individual sino también a nivel global, pues si no gana "su partido" es tanto como una derrota individual. Por tanto, primero ganar y después, si se puede, hacer cosas (nadar): legislar, gobernar y corregir. Eso sí, dada esta circunstancia, elegirá de entre todas las opciones posibles la más rentable, seleccionando hábilmente la tarea cuya ejecución resulte más patente y por tanto estimable a la hora de una posterior consulta electoral. Ciertamente; llegando a dominar las técnicas que hacen posible vender imagen. Aunque a veces, rizando el rizo, se venda hasta lo que no se ha hecho. La independencia es muy difícil en este caso. Más oportuno sería hablar de coherencia respecto a ciertos preceptos, porque a fin de cuentas la independencia de cada cual se agota una vez practicada la opción de elegir algo. A partir de aquí sólo cabe ser coherente.
         Penélope y Ulises, ¿quién de los dos era independiente? ¿Y coherente? ¿Quién controlaba a quién? ¿Encargó Ulises a su amada la ejecución de telas para batallar sin angustias, siendo cierto que no estaba inventado el cinturón de castidad? ó ¿Inventó la propia Penélope el truco del teje/desteje para confiar al héroe y tener a mano algún tipo menos héroe pero más ardiente? Quizá ninguno de los dos fue independiente, aunque sí coherentes ambos. Lo más probable es que los dos, dadas las circunstancias, quisieran nadar guardando bien la ropa (interdependientes). Que cada cual venda la imagen del mito como más le convenga pero, eso sí, que la venda bien porque el personal traga lo que le echen con tal de que esté bien echado.
¿¿¿¿¿


PUBLICIDAD Y ZAPPING
         Tengo serias (muy serias) dudas de que la información que se nos hace llegar a través de los medios oportunos sea exactamente la oportuna para los intereses globales. Es decir, para todo el mundo. Por ejemplo, durante los últimos seis años, precisamente esos durante los cuales las televisiones privadas han conseguido una implantación firme de cara a los beneficios empresariales, sólo una vez que recuerde he tenido información (una encuesta) acerca de la incidencia que tiene la publicidad en los espectadores. Es de suponer que gracias a las campañas publicitarias los productos se venden. La publicidad es, no cabe duda, un gran coste de producción para algunos artículos, tanto que sin ella probablemente no sería posible la venta y el posterior consumo de ellos. Pero sucede que con esto de la exagerada oferta de canales y la posesión de un endiablado aparatito llamado mando a distancia, la mayoría de los telespectadores se han aficionado y hasta acostumbrado al zapping, de tal modo que durante el periodo de tiempo dedicado a los anuncios publicitarios se aprovecha para dar una vueltecita por otros canales, llegando incluso a modificar la atención al canal previamente solicitado para entregarla a otro programa más sugestivo emitido desde otro canal. Según la encuesta, durante la emisión de publicidad, tan sólo el dos por ciento de los telespectadores permanecen atentos a la pantalla. El resto, noventa y ocho, esto es casi todos, hacen lo que yo: pegarle al zapping. Sin embargo parece que las cosas funcionan en el mundo de la publicidad porque cada vez hay más movimiento.
         Sin la publicidad, ya lo he dicho, no hay posibilidad de ventas. Algún producto aglutina en sus costes pocas partidas más. Tómese como ejemplo para la presente reflexión el caso de algunas bebidas cuya fabricación es sumamente sencilla: un mucho de agua, unas pocas sales y un envase sugestivo pero barato que se vende en el mercado a 100 pts. Si se analizan los costes, veríamos que los "materiales" de la tal composición apenas alcanzan en su costo cuatro o cinco pesetas. Hasta llegar a las cien del mercado sólo hay gastos de distribución y la publicidad se lleva la palma en cuanto dinero.
         Si resulta cierto (véase aquella encuesta) que sólo el dos por ciento de la población teleadicta recibe el mensaje, ¿cómo es posible que la televisión siga siendo el medio publicitario por excelencia? Probablemente porque el anunciador mete su spot en todas las cadenas, a todas horas, con la contumacia a que le obliga el mercado y de esta forma tiene la seguridad de que una vez, siquiera una sóla vez, habrá de atrapar al zappinero impenitente.
         Son precisamente los publicistas a los que no les interesa decir o contar que el personal no está por la labor de contemplar anuncios en las televisiones pues esto repercute en la subsiguiente contratación de sus productos, si quedara en evidencia, como presumo, que los anuncios no son vistos por la inmensa mayoría. Por todos los medios intentan (son especialistas) que esto no se sepa. Pero se sabe. Y la publicidad sigue, para que haya consumo.
         El consumo es bueno porque (entre otras cosas peores) permite repartir la renta. Si no se consume, no hay ventas. Si no hay ventas, los comercios cierran. Y si los comercios cierran, la gente se va al paro. Hace treinta años estaba bien visto declarar la guerra al consumismo: llevaba al hombre a la alienación y el aburguesamiento y, sobre todo, el consumo era un invento de los americanos para sacarnos los cuartos a los pobres subdesarrollados. Hoy día el consumo es necesario. Los que nos inducen a consumir se apoyan en la publicidad, de tal suerte que nos arrollan. No me quejo de ello, porque me encanta consumir. Consumir chorradas, cositas innecesarias casi todas, que me hacen feliz. Me gusta comprar en comercios pequeños atendidos por el patrón y uno o dos aprendices. También en el gran comercio venido a menos que se mantiene por tradición, a trancas y barrancas, con esfuerzo y sin perder la esperanza, luchando contra la maldición de las economías de escala.
         Con publicidad o sin ella, si me ataca o no, rehuyéndola, deseo consumir porque el adecuado consumo es síntoma de que las cosas han de ir mejor. Por todo ello perdono a quienes nos ocultan que la publicidad televisiva no se ve o no se le presta la atención que la inversión producida requiere. Con anuncios o sin ellos, hay que seguir consumiendo. Y eso que me paso por la entrepierna del arco del triunfo los cacareos de algunos (¿todos?) respecto a los índices de audiencia, sobre todos los de un tal Navarro que navega nocturnamente y al cual, con el debido respeto, espero dedicarle algún día en mejor ocasión mi comentario justo y saludable.
Octubre, 1996

         LA LUCHA ANTITERRORISTA
La razón de Estado, ya no sé si desde el punto de vista conceptual, si desde la rutina democrática con que se desenvuelven los estados modernos o si desde el punto de vista estricto de la demagogia con que se formulan las cosas hoy -y en un mañana siempre descaradamente próximo-, no es un invento de ahora, ni por supuesto un invento nacional con la etiqueta del verbo democrático, vacío,  que emplean unos y otros de acuerdo con los aires favorables que la rosa de los vientos, regladamente, establece no sólo en el marco físico de la España comunitaria sino en el mundo siempre proceloso de las ideas pragmáticas. La razón de Estado -de siempre- ha sido la gran cuestión a resolver por ciudadanos, territorio y gobierno, es decir -valga la redundancia- por el propio Estado. Por mantener sólidos los pilares del Estado ha valido casi todo. La organización democrática de los pueblos modifica (para bien o para mal)  los límites éticos o morales, de hasta donde es lícito llegar con tal de lograr el objetivo. Como todo es cuestión de límites y la única ciencia exacta son las matemáticas (2 y 2 son 4, por aproximación suficiente y sólo en el sistema decimal, pues 2 y 2 son 10 en sistema binario), la determinación artificiosa de esos límites es precisamente la que nos puede llegar a dar la bondad  o no de los comportamientos políticos basados en el respeto a ultranza de la razón de Estado.
         Desconozco (aunque presumo que por razones de Estado) el porqué de las ausencias de encuestas acerca de lo que los españoles piensan sobre de la historia interminable del GAL. Acepto, como ciudadano, lo que no tiene de peregrino de las explicaciones del ex presidente González, pues un simple cálculo matemático me hace ver que efectivamente el Gobierno no se ha tomado por la tremenda el combate a la banda de ETA. Si lo hubiere hecho, además de haber montado un pollo de importancia, probablemente el número de víctimas entre los asesinos terroristas sería bastante más elevado. Sin embargo, también está claro que el anterior Gobierno se ha movido muy cerca del peligroso límite que separa los procedimientos democráticos de la defensa pura y dura de la razón de Estado. Pero nadie ha de rasgarse las vestiduras porque no procede. El hecho de que todos los partidos reconozcan, una vez al año (aprobación de los Presupuestos Generales), el establecimiento de la correspondiente partida a la aplicación de Fondos Reservados, se está dando vía libre, moral, ética y supuestamente democrática, a la utilización de medios no demasiados ortodoxos para luchar contra lo que se estime oportuno y defender el Estado. Otra cosa es que la banda de Roldán, integrada por unos pocos, se hayan reservado criminalmente parte de esos fondos. ¿Para qué son esos fondos reservados? Ciertamente para sufragar gastos que no han de ser comprobados por el ciudadano. Es de suponer que no se dediquen al pago de limosnas, a la contribución de fondos de ayudas a regiones poco desarrolladas, ni a nada por el estilo. Los pagos hechos con fondos reservados han de estar al abrigo de las (siempre) muy ortodoxas funciones de los terribles interventores del Estado. Han de ocultarse porque lo que se va a pagar es irregular. Tomemos, por ejemplo, el pago a confidentes, malhechores y arrepentidos y demos por bueno que no es saludable para ellos que figuraran en sus declaraciones -explícitamente- determinados cobros por delatar a los malos. Llegados a este punto ya estamos perdonando, además, que de sus ingresos nuestra Hacienda Pública va a hacer la vista gorda, con lo cual en cierta medida traicionamos los principios de solidaridad que han de darse en nuestro estado democrático. O sea, que tragamos. Según este razonamiento, todo es cuestión de tragaderas, y tragando, tragando, podemos llegar hasta el disparate. En particular, admitir que matar a unos pocos para salvar a muchos no es de excelente recibo, y sin embargo todavía hay guerras por muchos rincones del mundo. Siempre prevalece la razón de Estado.
         Bueno sería, sobre todo por la larga duración de los procesos políticos con base en el GAL y ETA, poner unos límites razonables y acotarlos bajo el supuesto de unos mínimos comúnmente admitidos. Para ello propongo las siguientes medidas: A) Publicar una encuesta, muy actual, acerca de lo que los españoles piensan del GAL. B) No discutir más sobre la conveniencia o no de poner sobre el tapete los famosos papeles del CESID. Esto es, no desclasificar nada. C) Dar por buena la explicación final de González respecto a los límites que se hubo fijado para combatir extra Gobierno a ETA. Y  D) Resolver mediante el castigo oportuno el asunto de los chapuceros de mano larga que han enmierdado, con ayuda de los fondos reservados, la lucha del Gobierno por hacer respetar la razón de Estado frente al terrorismo.
Noviembre, 1996


PANTALONES VAQUEROS
Haciendo gala de intrepidez e imaginación, como todos los años, algunos hemos entregado nuestro tiempo libre a la mayor gloria de la costa murciana (cálida costa) durante el período vacacional de la Semana Santa, período por cierto cada vez más extenso y sobre todo mayormente sancionado como lapsus vacacional de gran rigor (casi, casi como el propio verano). Algunos, ya digo, hemos colaborado en elevar el índice de ocupación de La Manga durante la Semana Santa, de manera que, siendo cada vez menos santa y más pagana, los responsables de responder a los ciudadanos repelentes acerca de las bondades o no de las ocupaciones hoteleras y demás ratios arbitrarios, pueden sentirse satisfechos de su gestión eficaz por la cual nuestros escasos hoteles y numerosos apartamentos camuflados en el alquiler han estado pletóricos de personal durante este anticipo de veraneo forzado por las circunstancias de la gente de Madrid, sobre todo, que más que venir a la playa parece que ‘huyen’ de la capital. Y también algunos de Murcia quienes a despecho de dejar abandonada la ciudad festera y procesional se ubican por entre los señoritos de Madrid y establecen planes, programas y proyectos con los compañeros de siempre, contumaces moradores accidentales del apartamento de playa pendiente de amortización financiera.
Con La Perdiguera al frente, en pertinaz imagen para todos los que la contemplamos, hemos pasado más de un día en sus arenas o tierras, con el arroz al punto, la pequeña motora en la orilla y parte del motor de aquella descojonado en la náutica de turno. Por entre lubinas, doradas y salmonetes, apareció, como un milagro, un conejo cocinado con arroz en La Gaviota. Y aunque mi vecino de enfrente, don Carlos Moreno, mantiene que el tal conejo era del Mar Menor, dudo de su juicio por una vez para constatar que el conejo que distinguió a la paella con su sabor no era de tal procedencia sino todo lo contrario: de un monte y bien alto. Por un día, y sin que sirva de precedente, en toda la Perdiguera brilló por propios méritos el conejo que dejó a un lado a tantos magres, lubinas y doradas que como siempre a su santo antojo han poblado y poblarán las mesas de todos los restaurantes costeros.
Y por la noche a recogernos en la solemnidad nada silenciosa de los desfiles patronales en Cabo de Palos, con sus cortejos marineros, sus distinguidas señoras tocadas con mantilla y peineta tradicionales y, como colofón excelentísimo, la comitiva de autoridades del más alto nivel. (Mantiene el ex alcalde de esta capital, José Méndez, que la media etiqueta en actos protocolarios consiste en hacer gala de oscuridad en lo alto del terno y descuidar - acaso con cuido- la parte baja, de manera que los vaqueros o tejanos certifiquen el contrapunto azul chispeante a la lobreguez de las alturas, todo ello como admiración perenne hacia Pedro Toledo, aquel elegantísimo banquero que se permitió asistir de tal guisa - blazier y vaqueros- a cierta recepción otorgada por Su Majestad el Rey de España). Pues bien, de entre las autoridades que desfilaban el jueves de pasión (ayer, jueves santo) destacaba el pantalón vaquero del local presidente de las Cortes Españolas, Sr. Trillo. Visto desde uno de los ventanales de La Tana, aparcado el menú y sobre la mesa, siempre, vino de Cartagena, blanco y muy seco, la imagen del presidente situado en el centro del cortejo, tras el paso del Cristo marinero acaso pudo resultar ridícula, quizá improcedente, para algunos de los que nos encontrábamos a las puertas de tan acreditado restaurante. Y, sobre todo, si girando con discreción la vista a izquierda o derecha se pudo admirar las figuras elegantes y sobrias de quienes acompañaban al local Trillo: F. Beltrán, presidente de la Asamblea Regional, y JJ. Peñarrubia, Delegado del Gobierno, quienes con impecable terno oscuro precedían en elegancia y distinción al ayer Delegado del Gobierno JM Eguiagaray ¿Es posible que tras el decreto firmado por el presidente Aznar declarando ‘centrista’ a su partido se haya producido una especie de fervor revolucionario entre los mandatarios populares hacia la transgresión indiscriminada de las costumbres conservadoras aun a despecho de hacer el ridículo? Pese a ello no estaría demasiado de acuerdo con que en el futuro más o menos lejano alguien, ayer de derechas y hoy centrista convencido, presidiera algún acto oficial celebrado en ambiente playero investido de taparrabos exprés bajo estricta zamarra azul y corbata de seda.
¿¿¿¿¿¿


Murcia capital, hacia finales del siglo XX.




1 comentario:

Margil.Dibo dijo...

Muy variado, pero se echan en falta tus gatos de Schrödinger. Espero que no hayan perecido como en su experimento de la cosa diabólica esa de la mecánica cuántica.

Peligro

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