Antes, Bono vistiendo sábana blanca y arrastrando cadenas
en el imaginario castillo de sus memorias. Después, Aznar con su puntico de
arrogancia. Luego, Zapatero en la inconsciencia de sus particulares vivencias.
Y, en fin, Solbes arremetiendo con
indisimulada finura al señor que sirvió pero que no convenció. Yo, en
cambio, no estoy para esas memorias. Estoy por otras. Voy a la Librería, aparto
esas cuatro y me hago con ‘Cómo construir una catedral medieval’ de M. Hislop,
porque esa memoria me asombra al comprender cómo es posible hacer una
estructura tan esbelta sin que el cantero de marras sepa que pequeñísimos
movimientos de ella producen extraordinarias tensiones y, sin embargo, ponga
piedra sobre piedra y pretenda llegar hasta el cielo. Estas cosas sí que
merecen estar en mi memoria.
No hay comentarios:
Publicar un comentario