Sube el precio de la Luz. De la Energía, por
precisar. Es una lata. Durante los últimos años se ha venido produciendo una
subida del precio que, ahora con Crisis y todo, resulta de lo más improcedente.
Las voces de las asociaciones convencionales, no procedentes de la política -partidos
y sindicatos en ocasiones- se dejan oír
con toda intensidad en atención al caos que tal subida provoca, sobre todo, a
las clases menos pudientes, quienes deben arrostrar una nueva penalidad que
siniestramente se añade a circunstancias criminales como son el Paro y los
desahucios. Esto es así, de lo contrario nuestra sociedad estaría muerta.
Pero como más que adiestrar o adoctrinar encuentro
preferible y, desde luego más ético, prefiero informar. Allá cada cual con las
rentas que pueda obtener yendo al lado al que se inclina su nada imparcial
balanza. En fin, no se puede pedir una cosa y, al mismo tiempo, la contraria.
Bueno, pedir ambas cosas suele hacerse, pero no es lo deseable. En este caso,
escasamente luminoso, nos encontramos con que las compañías eléctricas pierden
casi 4.000 millones de euros al año durante estos últimos. La deuda total
generada se acerca a 30.000 M€. No es posible que una empresa pueda mantener el
empleo de sus trabajadores perdiendo dinero. Una solución rápida sería que el
gobierno estableciese que la energía fuera gratis para los ciudadanos y
convertir España en un país centralista y cercano a las tesis de 1917 del
pasado siglo. No, porque no estamos de broma. Otra es que el Gobierno ‘invente’
eso de dar cobertura a las Eléctricas sin subir el precio para el ciudadano.
Tampoco.
He dicho, más arriba, que no se puede pedir algo y
su contrario. España, creo, es de los países donde la Energía resulta más cara.
Es cierto. Su mix de producción ‘tira’ del gas, del carbón, algo de petróleo,
nuclear y, felizmente, de renovables. La limitación por razones políticas de
los partidos de izquierdas al empleo de energía nuclear, hace que el peso de la
producción, cada vez más, se aleje del asunto que tiene que ver con la cosa
atómica. Una nuclear puede trabajar 8.000 horas cada año. El ciclo combinado y
otras no renovables, acaso lleguen a 3-4.000 horas. El éxito de las renovables
está lastrado por su implantación temeraria con unas condiciones de primas a la
producción de 0,45 euros/Kwh, -para la fotovoltaica- cuando la facturación
doméstica era 0,07-0,08 euros/Kwh. Tal exagerada prima fue producto de una
insensata decisión del ministerio de Industria en 2007. La cuestión es que, por
demás, la compañías eléctricas estaban obligadas a pagar la prima fijada al
montón de ‘productores’ que se avinieron a invertir animados por tan suculenta
prima. Es una verdadera desgracia que la implantación de las renovables en
España se eligiera cuando los costes de producción estaban en su momento más
caro. En 2007, la instalación de un parque fotovoltaico de un Mw costaba 6
millones de euros y hoy, menos de 900.000. Alemania desarrolló su parque cuando
los precios, en relación a España, eran un setenta por ciento más bajo. Aquí
tenemos una de las claves más reveladoras para explicar el porqué de gran parte
de aquellas pérdidas millonarias.
Francia, cuya dependencia energética exterior no
llega al 15%, dispone de una energía muy barata pues se abastece
mayoritariamente de sus centrales nucleares. España, en cambio, tiene una
dependencia exterior de casi el 85%, con una intensidad nuclear muy inferior
sobre la base de exportaciones de gas y petróleo procedente de países tan
estables (¡) como lo son los árabes de medio oriente.
Dando
por hecho que lo deseable es el uso de renovables (pero a un precio razonable,
no al disparatado que se fijó hace más de cinco años), si además queremos
limitar el precio de la energía, habrá que dar paso, como en Francia, a la
nuclear. Una de dos, si no aceptamos pagar el precio resultante de una
determinada manera de producir energía, tendremos que aceptar el cambio del
modo de producción. Y, cuando se den primas, ser responsables.
Bueno,
bien.
Nota.-La imagen que figura en este artículo, corresponde al magnífico blog de la venezolana Raiza Ramirez,
La verdad, diciembre 2013.
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