Necesitamos nuevas fuentes de energía
·
La Verdad, España. Juan Guillamón
Hablamos de 'fracking'
porque la dependencia exterior energética de España es muy alta y
procedente de países políticamente poco estables, porque su factura
supera los 50.000 millones de euros, porque hay que buscar nuevas fuentes
de energía a buen coste y reducir emisiones de CO2, y porque combatir
el paro es opción prioritaria.
Del 'fracking', hasta
hace unos meses, se puede decir que casi todos lo ignoraban y, sin embargo,
casi todos están en su contra. Hoy ya no. El 'fracking' es la técnica empleada
para fracturar, mediante agua a presión y aditivos, estratos profundos
(pizarras) y extraer a través de pozos horizontales y verticales el
gas (metano) ocluido en estratos impermeables a gran profundidad. Tal
técnica, muy consolidada en países como los EE UU, aún resulta novedosa
en Europa y, en particular, España. Lo cierto es que no existe una normativa
específica para las buenas prácticas en tal procedimiento, lo cual
no hace inviable la aplicación de normas no específicas en materia
ambiental cuyo contenido sí tiene que ver con ellas.
Actualmente en Europa,
y pese a que el Parlamento Europeo ha rechazado una enmienda que pretendía
instar a los estados miembros a no autorizar nuevas operaciones de
'fracking' en la UE, existen diversidad de criterios ante esta cuestión.
Así, países como Dinamarca, Chekia, Bulgaria y algunos landers alemanes
han dispuesto sus moratorias, otros como Polonia y Reino Unido han dado
vía libre a la exploración y explotación de sus yacimientos. En Francia
y España puede decirse que hay división de opiniones, si bien en nuestro
país ya se han dado un buen número de autorizaciones. Cantabria ha
prohibido el 'fracking' hasta tanto en cuanto no se demuestre que la
afección ambiental es tolerable. Mi opinión es que, siendo aceptable
tal postura, es posible que a fin de cuentas haya perdido el tiempo.
Sí, porque de las grandes penalidades y destrozos que el 'fracking'
–según sus detractores– puede causar, quedará sobre el tapete final
tan solo el rastro de todas las apocalípticas admoniciones que (por
cientos y miles) cualquier estudioso puede encontrar en las innumerables
páginas de la Red en donde se describen terremotos, contaminaciones,
cánceres y demás angustias explicitadas. Eso sí, previo tránsito
obligado de la incertidumbre técnica a lo absoluto e indiscutible
de la ideología. Mi opinión, en modo alguno falaz, ponzoñosa, miope e
ignorante, es que el lector se dé una científica vuelta por las páginas
de la EPA (Agencia de Protección Ambiental de EE UU) que vigila desde
hace más de 60 años el funcionamiento de cerca de los 40.000 pozos de
'fracking' que están haciendo de este país cada vez menos dependiente
de la energía exterior, de costes menores y, lo que es más excitante,
que empieza a cumplir las exigencias de Kioto.
Los riesgos, que no
incertidumbres, del 'fracking' son la cantidad de agua empleada, mucha
o poca, la naturaleza de los aditivos químicos, la contaminación
de acuíferos y la posibilidad de ocasionar terremotos. La EPA determinó,
tras revisar unos cuarenta incidentes denunciados durante estos
cinco años, que las causas de los mismos en casi su totalidad se debieron
a deficiencias técnicas en la aplicación de los mecanismos. Tales deficiencias
tienen, siempre, su solución en el mundo de la tecnología. Igual que
los aviones se construyen para que no se caigan, los pozos de ataque del
'fracking' se hacen para que no pierdan su integridad. Los componentes
de los aditivos empleados en su mezcla con el agua ya han sido publicados
y, si no en su totalidad, la exigencia de su conocimiento es prioritaria.
Por precisar, en el Noroeste de nuestra Región, en donde se han dado
dos autorizaciones de exploración previa al 'fracking', el estrato
de las margas negras impermeables donde se supone está el metano se sitúa
a más de 1.500 metros de profundidad respecto al estrato que sustenta
el acuífero contenido sobre el sinclinal de Calasparra: la posibilidad
(con buena técnica) de contaminación es nula.
No sé si utilizar el
agua supone mucha o poca cantidad. Todo es relativo. Si hay suficiente
y, además, se recicla en casi su totalidad, no es un problema. Y tampoco,
a mi juicio, el peligro de un terremoto, pues la zona del Noroeste no
es sísmicamente activa. Si advertimos lo que la EPA controla parece
que nunca se han producido seísmos de magnitud mayor de 3,5 Richtter,
magnitud que –por cierto– rara vez pueda sentirse, me parece.
Y termino mostrando
mi estupor cuando leo el argumento que el profesor universitario Manuel
Garí emplea para expresar su punto de vista: «El 'fracking' está pensado
para que algunos amigos de los gobernantes hagan negocio». Didáctica,
doctrina y adiestramiento: tres en uno. Prefiero aprender del ‘National
Geographic’ de abril en su ‘Gas Metano: pros y contras del 'fracking'’.
No hay comentarios:
Publicar un comentario