Estamos
ante una estúpida batalla que, con la pérfida excusa de la Crisis actual,
enfrenta a los políticos a fin de que, estos, saquen partido electoral a sus
embates. Sin embargo, tal cuestión no es ya un desprecio al ciudadano sino un
verdadero ataque a sus intereses, léanse derechos y aspiraciones. En realidad,
la cuestión, no es tan política como estrictamente económica, debido a una
rotura –me temo que irreparable- del actual Sistema Económico al que están
sometidos la mayoría de los países democráticos. Más o menos un petardazo
sistémico, según avezados y plurales economistas acreditados. A veces –en lo
más siniestro del terreno político- por unos y otros se recurre al pasado no ya
para explicar el maldito proceso que nos tiene en la antesala de la ruina sino
para atacar al contrario o defender la propia praxis aplicada por quien denuesta
al contrario. Es preciso laminar esto pues lo que está pasando no es cosa de
días, ni de meses ni, acaso, de pocos años. Las crisis, recesiones,
sobrevaloraciones, burbujas etc. , no surgen como setas en el bosque. Al
contrario, hay un periodo de maduración en donde, y cuando el exceso teórico de
riqueza anda por las nubes, se anuncia
(si sabe verse) el batacazo posterior que el Mercado siempre propicia. Por
tanto, culpables somos todos. Los de las subprimes, los comerciales que
fascinaron al negro de Alabama, los políticos metidos a economistas incapaces
de ver más allá de sus intereses electorales, el exceso inmobiliario en pleno
delirio de crecimiento pero, sobre todo, el Crédito, ése que se convirtió en el
rey de la Economía, dejando lo real a un lado colocándose en árbitro
desconsiderado de una nueva y ficticia economía: la Economía del Crédito.
Nadie en su
sano juicio puede pensar que, en España, toda esta horrible Crisis (inicio de
algo mucho peor, me temo) es debida al mal hacer del actual gobierno. Hay que echar
la vista atrás y no perder la senda andada por el anterior gobierno. Y sí,
también, prestar atención a lo hecho por el anterior del anterior, e incluso
más atrás. Claro que a los políticos nos interesa ver nada más que aquello que
está ante nuestras propias narices (y así nos va).
Si el
Crédito nos hizo felices, ahora nos llena de desgracia. La que debería hacernos
ver las cosas como son y no como los políticos, sindicatos, organizaciones de
afectados (¡que ya van siendo casi todas!) las ven. Yo lo veo así, de esta
manera –y la expreso convencido de su firmeza-: La familia España, tras unos
años de bonanza económica en donde sus ingresos anuales superaban los cien crediones (moneda al uso) sostenía unos
gastos próximos a cien. Indeterminadas y confusas situaciones posteriores
dieron con una radical bajada de los ingresos hasta los treinta y cinco crediones,
y esto originó una deuda galopante de casi setenta crediones durante los últimos cinco años. Como el nivel de ingresos
no aumenta, España pide dinero prestado (con la sana intención de devolverlo,
junto los intereses generados). Nadie quiere dar ese dinero pues, ¿cómo una
familia que ingresa 35 y gasta 100 podría devolver el dinero? España comienza a
recortar gastos con la intención de reducir el desequilibrio entre ingresos y
gastos a fin de que, mediante este sacrificio, su credibilidad ante los
prestadores aumente. Échenle la culpa al PP de Rajoy por no haber resuelto la cuestión en los siete meses que
lleva en el gobierno; culpen al gobierno de Zapatero de haber endeudado al país en 350.000 millones de euros en
los últimos cuatro años de su mandato; si lo desean, señalen a los ministros de
Economía del PP en los tiempos felices en donde gobernaron sin adivinar que
tras el esplendor se anuncia, siempre, la región de las tinieblas; determinen
el grado de culpabilidad de los gobernadores del BE Caruana y F. Ordóñez y,
en fin, a lo que quieran, pero el problema no se resuelve con andanadas
políticas pues muy al contrario lo corrompen. Las medidas tomadas no son otras
que las que el pérfido Mercado nos exige para solucionar con crediones nuestra tragedia. Ojalá la
solución estuviera en aumentar los ingresos en lugar de reducir gastos pero
¿cómo? Un milagro nos vendría bien: exportar bienes y servicios, uno tras otro
¿Alguien se ofrece como audaz exportador?
Miedo me da
pensar que desmedidas dosis de consideraciones políticas den al traste con la
viabilidad de nuestra economía. Aquí lo dejo, mientras me entrego al cálculo de
ver cuántas manifestaciones callejeras, paros y huelgas serán suficientes para
que las medidas aplicadas, tan drásticas y dolorosas, se vean reducidas a cero.
Y la familia España, arruinada. Claro que no es dado olvidar que los españoles,
amando apasionadamente la Suma, desprecian sin decoro sus Sumandos. Con todo,
lo más peligroso es colocar políticos en lugar de expertos en lugares que
tienen que ver con decisiones muy técnicas y de gran afección para el
ciudadano. Rato, Magdalena Álvarez etc., a sus asuntos
4 comentarios:
Impecable entrada Sr. Guillamón.
Pues sí, estoy de acuerdo en todo, en el fondo y en la forma.
Porque la cosa es bastante grave, con muchos miles de hectáreas arrasadas por el fuego, y algo mucho peor, varias vidas humanas perdidas intentando combatirlo; Pero volviendo a anteriores comentarios en los que se recordaban viejas canciones de nuestra infancia como... "tengo una
España vestida de azul", o la otra de "¿donde está el trasvase matarile...?, se me ocurre una que le viene al pelo al Ministro Arias Cañete, y es..."al corro Manolo, Cañete está en los toros...".
No tiene gracia la verdad, máxime cuando su presencia o no presencia en la corrida no habría evitado la quema de un palmo más de bosque, como tampoco habría evitado la muerte de un brigadista; pero me viene a la memoria el paisano Martinez Pujalte culpando a ZP de la muerte de los brigadistas del incendio de Guadalajara. Pero claro, eran tiempos en los que los toros se veían desde la barrera.
Mi disposición, sin duda, es admitir todo tipo de comentario. El presente, con su fondo, me hace pensar.
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