Esas
partículas subatómicas, magras y veloces, de spin ½ (¡), nos han revuelto el
caletre, han complicado el débil entramado intelectual de que disponemos para
entender el espíritu de superación científica que, terne, hace reconsiderar, uno
tras otro, axiomas, conjeturas y teoremas. Por tanto es -para mí- imposible
dejar pasar la ocasión de pronunciarme respecto a las velocidades que, según
responsables del CERN, se hubieron dado para los neutrinos, (esas partículas
subatómicas de masa despreciable, otra vez). Tales velocidades (con estos
inputs, 730 Km .,
Italia, Suiza, incapacidad ‘social’ de los neutrinos etc...) superan el límite
establecido (relatividad al canto) por Einstein, genio indudable, para las
velocidades del Universo. Nada, ni nadie, sería capaz de moverse a velocidades
superiores a la de la Luz; lo contrario nos llevaría a desmontar la idea de
‘causalidad’ a la que se someten todos los fenómenos físicos. Esto es, la
‘causa’ podría estar, por detrás en el tiempo, antes que el ‘efecto’. Vamos,
que el ‘regreso al pasado’ sería posible (¿y en consecuencia modificarlo?). Si
la relatividad desmontó en su día (no para todo) los cimientos de la Mecánica
Clásica, tal circunstancia, la de los veloces neutrinos, a su vez desmoronarían
los de la propia relatividad. Y de eso, nada.
No
puedo (¿o no debo?) creerlo. Por fortuna, he leído la opinión de Amador
Menéndez, investigador del Instituto Tecnológico de Massachusetts, de otra pléyade
de juiciosos físicos que muestran su rechazo inicial a tal idea (¡Es que no
puede ser!), quienes tonifican mi incredulidad. Utilizando un símil atlético, puede
que en la prueba demostrativa de que el veloz neutrino hubiera sido más rápido
que él mismo se hubiera producido una ‘falsa salida’ y, por supuesto, nula;
también, que en su veloz carrera, atajara por una calle que no es la suya.
Todo, en función de que la medida tuviera algún error del orden de unos cuantos
nanosegundos. Pero es que un nanosegundo es la milmillonésima parte de un
segundo, lo cual pese a que el Sistema de Pesas y Medidas está muy
desarrollado, no creo que sea capaz de ajustar un error del ‘cero coma milmillones’. Tranquilidad, pues.
Mi
opinión, dentro de los límites más asombrosos que pudieran darse, debe quedar
bien clara: ¡No es posible la existencia de neutrinos tan veloces! Más bien,
debo seguir dando por cierta esa ecuación (de Lorenz) en donde la existencia de
una raíz cuadrada esconde el cociente (al cuadrado) de velocidad (v) y velocidad de la luz (c) e imposibilita que c sea mayor que v, pues la existencia de las raíces de números negativos ¡No es
posible! Máxime, ahora, cuando ya sabemos (lo siento por Einstein) que Dios juega a los dados con su Universo
y, por demás, que la incertidumbre cuántica es tan intensa que no permite
asegurar que dos cosas de los neutrinos puedan medirse con exactitud a la vez.
Por
si no tuviéramos ya bastantes problemas (políticos, económicos, deportivos…) se
nos vienen encima los neutrinos. Claro que uno se podría preguntar: Entonces,
¿cómo, ante esa incertidumbre puede publicitarse algo así? Pues igual que se le
da pábulo a asuntos tan pintorescos como aquel anuncio apocalíptico, e
indecente, respecto a que La Manga se cubrirá toda ella de agua en poco menos
de cincuenta años. Las cosas son así porque se utilizan argumentos científicos
para ponerlo en el interesado contexto que a alguien le salga de sus romas
raíces, pues para impresionar. Yo no me dejo impresionar pero, oiga, por
aquello de que la dimensión tiempo se curva no me importaría regresar al año
30, cabalgando a lomos de un neutrino, y observar, uno tras otros, cada uno de
los milagros que a lo largo de unos tres años pudieran haberse producido en Jerusalén
y alrededores.
En fin,
como afirma Feymann (que de cosas cuánticas era un flipao) ‘lo que no está rodeado de incertidumbre, no puede ser verdad’.
Y como lo de los neutrinos es bastante incierto, a lo mejor van así de
veloces, o más rápidos aun.
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