He tomado nota de las últimas noticias que tienen que ver con el ya muy maltratado Trasvase del Tajo. Especial atención me ha llamado esa especie de declaración por parte del presidente Barreda en donde se contiene una acusación tan fuerte como verdaderamente falsa: “el agua del Tajo se destina al riego de los campos de golf, en Murcia”. Es ésta una maldad de dimensión extraordinaria pues siendo mentira, ello no implica su ignorancia por parte del ciudadano manchego a quien va dirigida, en un guiño perverso, tal afirmación. Barreda sabe en conciencia que esto no es así pero le conviene a sus retorcidos intereses electorales y se convierte, en consecuencia, en un nefasto político que piensa más en la captación de votos que en que resplandezca la verdad. Pero esto no es lo más grave pues sus afirmaciones se basan en determinados informes realizados por un organismo dependiente de la Universidad de La Mancha y que responde a las siglas CREA[1], acrónimo de Centro Regional de Estudios del Agua en la comunidad autónoma de Castilla La Mancha. Es éste un organismo cuya dirección está encomendada a José María Tarjuelo Martín-Benito, Dr. Ingeniero agrónomo y experto muy cualificado en riego por aspersión. Tal organización, distribuida en seis secciones, tiene por objeto realizar propuestas acerca de las líneas generales de actuación, el fomento de aportaciones económicas de instituciones y agentes sociales y la promoción de contratos y convenios en materia de aguas. De entre esas seis secciones, destacan dos, por aquello de que sus estudios y conclusiones tienen que ver con el ‘animus electorandi’ de Barreda y con el espíritu ‘sonso’ de la amiga Cospedal. Se trata de las secciones de Ingeniería Hidráulica y de Gestión de Recursos Hídricos e Hidrología. Interesante me ha resultado investigar los componentes, expertos consultores y doctores en la materia, a fin de proceder a compadecer la enorme y estúpida conclusión a la que han llegado y que ha servido en bandeja a su irrespetuoso presidente quien se ha arrebatado de modo miserable para declarar que los campos de golf (esa fuente de riqueza tan necesaria para la economía nacional) son regados en Murcia con agua del río Tajo. Busco, pues, impelido por ligera indignación intelectual a los mentores de tal desatino, pues es bien sabido que el volumen total que consumen todos los campos de golf existentes en toda España no llega a 100 Hm3 (la sexta parte del volumen legal del TTS). Antes, he discurrido, me he planteado, una cuestión muy explícita de lo que por analogía pudiera aplicarse al asunto en cuestión. Imagine el lector la existencia de un cierto hospital dependiente de determinada organización estatal. Como es lógico, en él conviven profesionales y enfermos; dispone de modernos aparatos que sirven para establecer medidas profilácticas y terapéuticas adecuadas; en él se ubican camas, aparatos de rayos X, termómetros, lavativas, cables, ordenadores, sueros y toda clase de medicinas. Pero…de entre todo el conjunto del personal, ¡no hay un solo médico! Ante tal situación esperpéntica sólo cabe la mayor de las perplejidades.
Pues bien, de entre los siete componentes (cinco ingenieros y dos ingenieros técnicos) de la sección de Hidráulica no hay un solo ingeniero de caminos. Y más, de entre los diez ocupantes (cinco ingenieros, cuatro ingenieros técnicos y un analista programador) de la sección de Gestión de Recursos Hídricos e Hidrología, pues tampoco. Con el debido respeto a todos los profesionales citados, esta situación -bajo el punto de vista profesional- resulta una estafa pues quienes tienen una bien justificada reserva de actividad en la Hidráulica son los ingenieros de caminos, lo cual no quiere decir que tal reserva sea exclusiva en todos sus términos pero la dirección, la programación, la exposición y análisis de la ciencia hidráulica para, mediante la hidrología, obtener mejoras hídricas corresponde a la profesión de ingeniero de caminos. No siendo así las cosas, no cabe otra actitud que la descojonación más profunda para contemplar la estúpida y perversa conclusión a la que ha llegado el CREA, ‘creando’ una confusión tal que sólo personas de temperamento imparable, incontinente apreciador de las cosas ambientales torcidas, como es el caso deplorable del destacado ecologista Rubén Vives (a quien aprecié como persona y desprecio como radical ecologista) puede acaso tonificar su espíritu transgresor. Quizá debería ese tan bien equipado CREA formular un modelo físico postmoderno capaz de pintar de colores cada una de las aguas que se entrecruzan en la cuenca para tonificar y paliar ese catastrófico déficit que nos azota y que ningún político, hasta el momento, ha sido capaz de dar con la tecla.
Y, como colofón, impresionado por la confusión a que estoy sometido: “Tarjuelo, guárdame la cría, o el cliché si quieres, pero aprende a distinguir las churras de las merinas; o mejor, el culo de las témporas, en tanto en cuanto las aguas no sean de colores”.
La verdad
29.03-10
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