¿Sería difícil encontrar un documento ejemplar en el que se diera cuenta a todos los españoles del volumen total de agua que, en la actualidad, precisan todos los campos de golf en España y que expresara que tal cantidad no sería superior a los 100 Hm3; esto es, el uno por mil de la escorrentía total peninsular (ó el 0,20% de la capacidad de regulación existente en España).
Empezó como reflexión acerca de la energía, sus carencias y estrecheces y, de momento, está abierto a todo tipo de conjeturas, a lo que se me ocurra...Aunque eso sí: Agua, Energía y Medio Ambiente, siempre.
lunes, febrero 16, 2009
EL DOS POR MIL DEL TOTAL DE AGUA REGULADA EN ESPAÑA SE DESTINA AL RIEGO DE LOS CAMPOS DE GOLF: ¿ATENTADO AMBIENTAL?.
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14 comentarios:
y mientras tanto Valcarcel pidiendo agua para todos...
Hola Sr. Guillamón,
Qué cosas ocurren en esta región, ¿verdad? Ahora los ecologistas radicales, esos malnacidos de oscuras intenciones, se han colado en los juzgados, y persiguen a este pobre Marqués, tan inocente él, tan preocupado por el interés general, igualito que Valcárcel y demás prohombres. Esperemos que estos antimurcianos no se asomen a Nueva Condomina, porque sólo faltaba que le busquen las miserias al Sr. Alcalde y a Samper, esa buenísima persona, tan altruista, tan defensora de lo único que realmente importa en esta región, el fúrboh... ¿Algún comentario, alguna opinión en su blog? Gracias...
Respetado Sr. José María: No tengo juicio formado respecto a que usted o alguno de quienes piensan como usted piensen, al igual que usted, que sea un mal nacido. Si usted así lo cree, puede ser. Yo sería incapaz de sostener tal afirmación. No obstante lo cual su impertinente aparición en mi blog lleva consigo una imbecilidad acorde con sus malas intenciones. No sé a quién (o a quienes) atribuir esa perversa intención de meter en un mismo saco a quienes así resulte interesante para quien, pleno de ideología perturbadora como usted, disponga de un argumento ficticio y muy falso para apoyarse en él.
¿Qué demonios tengo que ver con el asunto del sr. Marqués y, menos, si tal asociación persigue un objetivo perverso? No junte churras y meninas. Y no se canse, pues adivino que su intención es arrimar el hombro a sus intereses. Son, algunos de ustedes, unos mentirosos integrales, ¿porqué no me discute mis datos acerca de los campos de golf y se deja de estúpidos pellizcos panfleteros? El que pueda haber sinvergüenzas (y no tantos como sus intereses quieren exigir) en esta región , en España y en el mundo entero, no es razón alguna para que mi convencimiento acerca de las propuestas consevacionistaradicalesfundamentalistas sean nocivas (y más que nocivas) para un territorio en el que éstas son una auténtica, y no muy noble porquería.
Lamento decirle que su comentario no alcanza a tocarme la nariz y le propongo que, en lo sucesivo, mejor se dedique a enjaretar adornos con hilo en complejas urdimbres de tejido, calado con flores y figuras, para que alguien pudiera ponérselos en las bocamangas, bordadas con puntillas.
Estimado Sr. Guillamón
En efecto, mi comentario anterior resulta disonante en relación a su entrada sobre el golf, desde luego no pretendía meterle a Vd. en ningún saco, nunca puse en duda su honestidad, y si Vd. así lo entendió, le pido disculpas, con mi agradecimiento por permitirme publicar este nuevo comentario.
Pero, sin intención de decirle qué escribir o no en su blog (que para eso es suyo, faltaría más), me gustaría aclararle que el objeto de mi comentario anterior era subrayar su táctica de focalizar su atención (y la de sus lectores) sobre cuestiones secundarias con la aparente intención de despistar sobre lo importante. Sería muy interesante que un preclaro hacedor de opinión como Vd. nos diera su visión de conjunto del asunto, y no enfocara su lupa en detalles secundarios (aquéllo de los árboles y el bosque)... Creo que es más bien Vd. quien nunca ha respondido hasta ahora a las interpelaciones más o menos técnicas de quien opina distinto.
El problema no es el golf, ni siquiera la corrupción (por muy generalizada y gravosa que resulte para nuestro bolsillo, y, lo que es más grave, para la credibilidad de la clase política), sino que nos jugamos nuestro futuro común (parafraseando a Brundtland). Ignorar que el golf (al igual que los puertos deportivos y otras actividades recreativas) está asociado a desarrollo urbanísticos monstruosos (miles de hectáreas, cientos de miles de personas) que sí demandarán mucha agua, en un modelo muy alejado de su tan perseguida sostenibilidad, es perder la perspectiva, y no es demasiado honesto por su parte.
Ahora no es tiempo de metros cúbicos, sino de expresar, en un arranque de valentía, a qué modelo de desarrollo se apunta Vd. para nuestra región: ¿Marina de Cope o Parque Regional (por no mentar La Zerrichera)? ¿El Gorguel o Portmán? ¿Nova Carthago o espacios abiertos del Mar Menor? ¿Huerta o Nueva Condomina? ¿Coche o transporte público? ¿Autopistas o tren? ¿AVE o cercanías? ¿Marketing ambiental o gestión ambiental? ¿Reciclaje o no-gestión de residuos? Etc. Resulta obvio (al menos para mí) que las alternativas anteriores (entiéndanse los pares como un recurso estilístico, pues en algún caso caben más alternativas, claro está) son mutuamente excluyentes, así que en algún momento hay que mojarse. ¿Es esto ideología? Es posible…
Y mientras se concentran las energías en macroproyectos insensatos (de interés regional, dicen, aunque a mí me parecen más bien de interés particular), dejamos que pasen lustros y décadas sin hacer ni dejar hacer, y sin impulsar lo que de verdad nos sacará de ésta: diversificación del tejido productivo, I+D+i, ahorro y eficiencia, energías renovables, y máximo respecto para nuestros paisajes. Lo demás es pura intoxicación y tecnicismo desalmado (con perdón), metro cúbico arriba o abajo...
Atentamente,
José A.
Encuentro más aceptable, según mi personal criterio, ahora su comentario. Más ajustado a lo que, sin duda, usted pretendió, esto es, hacer patente su punto de vista. Así pues, no sin antes agradecer su educado comentario, me veo obligado a mostrar mi particular tesis, al efecto.
No he tenido ni por un momento la debilidad de tratar ningún asunto de manera parcial. Es precisamente todo lo contrario; posiblemente me sería permitido opinar que es usted (y quienes comulgan con sus admoniciones conservacionistas tan apocalípticas) quien intencionadamente derrotan argumentalmente en una sola dimensión. Yo, por el contrario y como ejemplo, soy capaz de estimar beneficioso para el colectivo humano (recuerde la Naturaleza mejor compuesta tiene un destinatario: el hombre) la protección del biotopo de mariposas en El Regajal (Aranjuez) que fue protegido mediante la sustitución de un tramo en superficie para el AVE por un túnel alternativo de 2 Km. de longitud y un coste adicional de muchos millones de euros. Me parece bien y comparo y compongo todas las afecciones. Por demás, me hube cuidado en lo posible (ejerciendo de ingeniero) de proyectar taludes en carreteras, cuya pendiente fuera mayor que la del terreno natural. Tal acción pudo ser gratis en unos casos pero en otros no.
En todo caso me resulta decepcionante que tome de mí tal consideración que en nada me conviene, por inadecuada. Es posible que usted ignore la contumacia con que me permito interpretar el desarrollo económico de acuerdo con el sentido común que exige la interpretación sostenible para defender los patrimonios natural y cultural que tanto interesan –pese a quienes esto ignoren- a la sociedad. Tampoco descuido tomar precauciones para maximizar las cosas que tienen que ver con eso del estado del bienestar. O sea que mis consideraciones deberían moverse dentro de ese triángulo (lo llaman el de la ‘sostenibilidad’) cuyos vértices son A/ Economía, B/ Naturaleza, C/ Bienestar., lo que en definitiva constituye un argumento adecuado para poner en falso eso de lo que usted, señor José A., me acusa con ligereza y más bien llevado de argumentos globales de aplicación, según los casos, universal. Tache y rectifique esto: “..táctica de focalizar su atención (y la de sus lectores) sobre cuestiones secundarias con la aparente intención de despistar sobre lo importante”, porque no es cierto. Es más, eso mismo pienso yo de usted, por ejemplo cuando enarbolan la apriorística bandera verde para denostar la ejecución de un macropuerto en El Gorguel porque esto no es otra cosa que terrorismo intelectual (o disparar a todo lo que se mueve). Fíjese que para hablar usted y yo, por ejemplo, nos obligamos a discutir con rigor científico nuestros pareceres sobre de lo que discrepamos (¡lo contrario es hacer política!) y, por eso, ¿donde está el ESTUDIO DE EVALUACIÓN AMBIENTAL para que su opinión sea tan severa y tan cargada de sustantivos descalificativos e inmoderados tales como tecnicismo desalmado, corrupción, pura intoxicación, macroproyectos insensatos…? Calma.
Tal enfoque, además de incorrecto (recuerde, Sr. José M., estamos debatiendo) encierran falsedad, oportuna falsedad si, a lo que parece usted no pertenece a determinada facción política y sí a la enseñanza de las ciencias naturales. Cambie de discurso y eduque en la imparcialidad de las ciencias a sus alumnos.
Y, en fin, atiendo a sus sugerencias y contesto:
1.- ¿ Marina de Cope o Parque Regional? Marina de Cope, sin duda. Es mejor para todos: para usted y el resto del mundo.
2.- ¿La Zerrichera? Ni mentarla.
3.- ¿El Gorguel o Portmán? Equis, las dos cosas. El puerto nos hará crecer y Portmán debe dejar de ser una vergüenza ¿Por cierto sabía usted que la totalidad de las marinas de uso recreativo mediterráneas están dentro (¡) de puertos comerciales?
4.- ¿Huerta o Nueva Condomina? No veo la antítesis en esta oferta. Mire, por desgracia, la Huerta, con sus costumbres obsoletas no tiene mucho futuro que digamos. En cuanto a Nueva Condomina, le diré que una ciudad saludable me debería permitir al cine, a comprar, a la oficina, al teatro, al fútbol y a casa de mis amigos, andando. Tome nota de esto.
5.- ¿Coche o transporte público? Dos. Transporte público.
6.- ¿Autopistas o tren? Alguna autopista y muchos trenes.
7.- ¿AVE o cercanías? Las dos cosas. El rendimiento energético del AVE en relación con otros modos de transporte es muy ventajoso. Por cierto.
8.- ¿Marketing ambiental o gestión ambiental? Gestión ambiental imparcial, y sin dogmáticas imposiciones del ‘todo o nada’.
9.- ¿Reciclaje o no-gestión de residuos? Reciclaje, pero con imputación de costes a quien económicamente beneficie.
Y, si me lo permite, propongo que me formule una última pregunta, tal que ésta:
10.- Que si observo prudentes dosis de ideología en su discurso. Pues sí.
Juan G.
Nota.- Con anterioridad, confundí merinas con meninas, en lugar de churras con merinas. Disculpas.
Le respondo telegráficamente...
Su estima del beneficio de proteger a las mariposas con un túnel alternativo (o de cuidar las pendientes de los taludes de carreteras) me parece tan loable como baldío, pues le niego la mayor: cuestiono la política de transporte en este país (donde AVEs y autovías campan a sus anchas) por social y energéticamente insostenible, y donde sus ánimos minimizadores del impacto no son sino testimonio de buena voluntad inútil y hasta contraproducente (algo así como la caridad mal entendida del buen cristiano y las cuestaciones del Domund mientras las dos terceras partes de la humanidad pereden irremediablemente).
Su pretensión (muy judeo-cristiana) de ver en el ser humano el destinatario único del sistema natural es una afirmación que, evidentemente, soporta todo su aparato mental y su visión cosmogónica, y no puede sino ser tachada de ideológica (ésta sí), ideología pura y, desgraciadamente, tan extendida como dañina para el propio ser humano como principal víctima de las agresiones al medio ambiente. Y contra esta ideología dogmática no caben razonamientos, ni científicos ni de otra clase.
Su perspectiva del tema concreto “El Gorguel” es apriorística, y yo le podría responder con lo siguiente: mi pretensión es precisamente que se haga un EIA (y que se haga bien), y no que se parta de afirmaciones esencialmente falsas sobre la pretendida inocuidad ambiental y bondad social del proyectado puerto. Y el Sr. Viudes mejor haría en limitarse a gestionar su puerto y no opinar como si su opinión fuera más valiosa que las demás, la tecnocracia en estado puro...
Sobre su listado de respuestas numeradas, diré (comprobará que estamos de acuerdo en algunos puntos):
1.- ¿Marina de Cope o Parque Regional? Parque Regional, sin duda. Es mejor para todos: para usted y el resto del mundo.
2.- ¿La Zerrichera? Ni mentarla.
3.- ¿El Gorguel o Portmán? Son incompatibles, a no ser que queramos que Portmán sea, por segunda vez en su historia, una vergüenza. Por cierto, esa afirmación suya sobre las marinas de uso recreativo mediterráneas resulta ridícula por falsa.
4.- ¿Huerta o Nueva Condomina? Si no ve antítesis en esta oferta, su miopía interesada es más grave de lo que pensaba, y roza la estulticia (o la burla). La Huerta tendrá el futuro que queramos darle (obviamente con otros usos y costumbres), incluida su destrucción, que no es, sin embargo, inevitable. En cuanto a Nueva Condomina, imagino que Vd. vive a 100 m de ese complejo comercial, junto con sus amigos, porque debe ser de los pocos que puede acudir andando.
5.- ¿Coche o transporte público? Dos. Transporte público.
6.- ¿Autopistas o tren? Alguna autopista y muchos trenes.
7.- ¿AVE o cercanías? Serian las dos cosas si lo segundo fuera potenciado, pero no es el caso...
8.- ¿Marketing ambiental o gestión ambiental? Gestión ambiental imparcial, y sin dogmáticas imposiciones del ‘todo o nada’, como las de considerar al medio ambiente un lujo, y de interés general reducir la superficie protegida, construir miles de casas, autopistas de peaje por la costa, etc. (por no hablar de los pelotazos y corrupciones, todo ello aderezado con una jerga ambiental impecable)
9.- ¿Reciclaje o no-gestión de residuos? Reciclaje, como un proceso que, como la educación, la sanidad, la cultura y tantas otras cosas, no puede ni debe estar sometido a las leyes del sacrosanto mercado, tan destructivo en sus parámetros inhumanos (produce o muere). La economía es (o debería ser) otra cosa.
10.- Que si observo prudentes dosis de ideología en su discurso. Igualmente
José A.
Es posible que también esto sea mi problema pero veo que usted hace gala en su exposición de grandes dotes en materia de juicios de valor, de los que obtiene demasiadas consecuencias. No obstante lo cual, agradezco su último comentario pues observo en él posibilidades de puesta en común respecto de algunos de los conceptos que inicialmente nos separan. En todo caso, antes de continuar nuestro espontáneo debate, he de manifestar mi total desacuerdo con eso de que usted observa en mí prudentes dosis de ideología. No tendría usted razón alguna, excepción hecha de que su precisión se desprenda del hecho cierto de que estoy frontalmente en contra de su ideología, lo cual no implica otra cosa que eso, que su ideario no me resulta oportuno en absoluto porque atenta contra su propia formación, la cual queda atrapada, sin salida, en un dédalo dominado por demasiadas condiciones de contorno.
Si yo fuera agricultor tomaría precauciones respecto al uso de ciertos pesticidas; si economista, me pondría frenos a los excesivos y descontrolados beneficios; si leñador, me olvidaría de hacer talas inoportunas. En fin, como ingeniero, proyectaría taludes adecuados en carreteras nuevas y, de paso, cazaría mariposas. Cada cual a lo suyo.
Respecto al asunto del AVE, le recomiendo un examen profundo de sus bondades ambientales respecto a otros modos de transporte. El balance energético es de los más rentables; igual pasa con el tranvía, pues el transporte de 220 personas por este modo no va más allá, en consumo energético, del que precisarían tres o cuatro, no más, vehículos de motor. Tenga la seguridad de que, no sólo respecto a sus ‘verdes’ requerimientos, sino al del conjunto de parámetros global, el ferrocarril resulta muy interesante.
Su punto de vista refractario a la construcción de autovías debe ser objeto de revisión. Sí, en efecto, la energía es función del cuadrado de la velocidad y, en este sentido, no se entiende como propuesta sostenible la implantación de autopistas, pero…resulta que la justificación de la misma deviene más de su extraordinaria aportación a la seguridad de los conductores que al aumento de velocidad pues, recuerde, transgredir la ridícula velocidad de 120 km/h acarrea multa. Es decir, la vida de las personas es una tarea a proteger (de la misma manera, en todo caso, que extremar precauciones en el sano mantenimiento de biotopos marinos donde moren sardinas y arenques). Es ésta una actitud, judeo-cristiana o no, que me conmueve: el hombre, por encima de todo. Por ello hace irritar mis principios cuando usted deduce (erróneamente) que mis intenciones son dañinas, cargadas de una ideología dogmática ante la que no caben razonamientos, ni científicos ni de otra clase: ¿me toma usted por imbécil? No. Creo, simplemente, que desea descalificarme. Pero no es posible y menos esgrimiendo esta pesada jerga de inanes reprobaciones con que comienza, siempre, sus planteamientos. Fíjese, y repase, el estúpido conjunto de adjetivos y sustantivos con que se adornan sus discursos. Resultan molestos, si bien –acostumbrado a ellos- no los tomo como insultos, pero hágase ver: ‘afirmaciones esencialmente falsas’, es todo un reto para indignarse, sobre todo ante gente como usted, sectaria, dogmática, inflexible, descalificadora y un montón más de juicios de valor que no deseo extender porque es más interesante que le manifieste mi repulsa total a las propuestas apriorísticas (¡y me acusa a mí de practicarlas, qué dislate!) tan recurrentes en sus acusaciones. Veamos, en el asunto de El Gorguel, prima inicialmente estimar su interés económico y su valor como elemento estructurante, además, de cierta competencia portuaria que beneficie, no sólo a Cartagena sino al resto de la Región y a nuestra plural España. Si esto no se verifica, no se sigue, pero en otro caso procede estimar (AHORA) las condiciones ambientales para el cumplimiento de los objetivos. Vale el EIA, entendido como un documento necesario en donde se reflejen los impactos negativos (a todo los niveles, y no sólo ambiental) a fin de establecer las pertinentes medidas correctoras, dando por supuesto que no existe acción humana que no provoque impacto en la Naturaleza. Por eso, salvo algún caso escandaloso, el EIA no se redacta para invalidar proyectos y bien sé que usted y ustedes no piensan así. Opine de El Gorguel, una vez conocido se EIA. De momento, de este proyecto sólo reconozco su interés como infraestructura ideal. En fin, las opiniones del sr. Viudes las compartimos unos cuantos, no así las suyas, preñadas de ese irrefrenable instinto de apostar por la Alternativa CERO.
Para finalizar, le especifico las especies de mariposas que más prefiero:
Las diurnas, mejor que las nocturnas. La macaón, en primavera. Las recién salidas del capullo, si bien las polillas no me resultan muy interesantes. La Galatea, quizá. Y la Cardui. Hasta la Maculinea nausithous, de El Regajal, sea diurna o no.
Estamos empezando a malacostumbrarnos a su modo intempestivo de despachar las ideas que no le son gratas: las considera sacadas de manual o ideario (cuando usted mismo rezuma ideología rancia y architrillada), pone el grito en el cielo porque, por algún vericueto mental, se siente tratado de imbécil o similar cada vez que se le responde (cuando sus escritos resultan como mínimo prepotentes y desdeñosos de las opiniones ajenas, y, p. ej., no tiene reparos en tachar mis argumentos de estúpidos), y ve descalificaciones donde debería ver argumentaciones, cuando éstas le hacen más mella de la que está dispuesto a aguantar. Notará que en mis escritos no hay descalificaciones, aunque sí comentarios críticos, mientras que Vd. se permite la licencia de llamarme estúpido, sectario, dogmático, inflexible, descalificador y no sé cuántas cosas más. Me gustaría, si se lo permite su bilis, cortar de raíz el derrotero insultante de este intercambio, aunque quizás lo que Vd. persigue es que no continúe... En tal caso, no tenga reparos en decírmelo.
Por mi parte, le diré que además estoy bastante decepcionado con su último post, pues creía estar debatiendo con alguien con la suficiente amplitud de miras como para situarse en el plano de las estrategias globales, con perspectiva de futuro, y Vd. me sigue hablando de taludes y metros cúbicos, sin poder desprenderse de su pequeña visión ingenieril. Yo, sinceramente, sé poco de estructuras, cálculos, resistencias y taludes, no pretendo batirme el cobre en su terreno, en el que no dudo es un muy buen profesional, si no una eminencia. En cambio, me permito hablarle en términos más globales, de balances energéticos, equilibrios norte-sur, estrategias a largo plazo, etc. (sí, Sr. Guillamón, su pretendida sostenibilidad va de eso, lo demás son cuentos chinos de embaucador intentando vendernos el crecepelo de la abundancia); le invito a adoptar esa perspectiva, pues de lo contrario este debate perderá interés para mí por estéril e inútil.
Atribuye Vd. mi refracción a las autovías a que yo preferiría ver coches estampados y personas retorciéndose entre hierros, para satisfacer no sabemos qué oscuros deseos, y sin importarme la vida humana... Me recuerda Vd. al cura demagogo del lince... Yo más bien me refería al hecho de que se hayan primado los medios terrestres de transporte por carretera y vías urbanas (camiones y vehículos particulares) frente a nuestro comúnmente admirado tren (o el tranvía, que también), por sometimiento de los gobiernos a la industria del automóvil, cuando no a los designios de promotores inmobiliarios (caso de la inútil, aunque muy amenazadora para las costas aguileñas, autopista Cartagena-Vera). Ya le digo, coincido con Vd. en que el tren (o el tranvía) era y es mucha mejor opción, pero lo único que se nos ofrece por ese lado es un transporte elitista y poco respetuoso con el tejido social (el AVE), pues a mi tía la del pueblo de poco le servirá poder llegar antes a Barcelona o a Bruselas.
En la misma línea, insistiré en decirle que su pretensión judeo-cristiana de que el planeta entero está ahí a nuestro servicio para justificar cualquier actuación resulta (permítame) tan ridícula como dañina (no ya para el lince, sino ante todo para nosotros mismos, el ser humano), tanto como lo fueron el geocentrismo (antes de Galileo y Copérnico) y el creacionismo (antes de Darwin).
Finalmente, asunto El Gorguel: sus planteamientos están meridianamente claros, y los resumo en esta secuencia de preguntas que, según Vd., habría que limitarse a responder: (1) ¿es la obra económicamente rentable / técnicamente viable?, y (2) si tal es el caso, ¿cómo se pueden minimizar sus impactos? Este es un ejemplo más de lo poco que gente como Vd. comprende y valora el procedimiento de EIA. Le resumiré mi perspectiva. Para empezar, los proyectos deberían estar integrados en un Plan o Programa, y imbuidos de una perspectiva ambiental (con su consiguiente EIA), y en tal línea van las sucesivas Directivas europeas (p. ej., Directiva Marco del Agua, por citar un tema que les es caro; pero claro, estas leyes europeas vienen de los mismos que nos amonestan por la corrupción y los desmanes urbanísticos... mala gente). Ante todo, hay que responder a la siguiente pregunta: ¿es la obra proyectada socialmente viable en el contexto de las estrategias de desarrollo (aún hace falta que existan)? ¿Entra en contradicción con algún otro proyecto local, regional, nacional o europeo? ¿En qué contexto social y económico a gran escala? En segundo lugar, hay que realizar el EIA serio y riguroso del proyecto. Un EIA no sólo sirve (o no debería servir, porque otra cosa es cómo se aplica en esta región) para minimizar impactos (léase Vd. la ley), sino que sobre todo sirve para identificar, caracterizar y valorar los impactos ambientales esperados, de modo que es MUY posible que tales impactos sean tan grandes que hagan inviable la obra (a no ser que ésta sea considerada, en un ejercicio de “ordeno y mando”, “de interés general”).
Mi visión no es la alternativa cero, sino las muchas alternativas posibles a su visión ingenieril y a su afán por transformar el territorio y apisonar el mundo, ese horror por lo natural, esa búsqueda de las líneas perfectas, rectas y curvas, que caracterizan su cosmovisión y que le llevan a aborrecer las soluciones más caóticas (según usted), pero que para mí son las únicas posibles, basadas en la complejidad (frente a su simplificación excesiva), la escala humana (frente a su megalomanía), lo local con perspectiva global (frente a su provincianismo), la diversidad (frente a su uniformidad y su pensamiento único), la colaboración (frente a sus ansias de confrontación y su desprecio de las ideas ajenas), la calidad de vida (a no confundir con su reivindicación de mayor nivel de vida, basado únicamente en la acumulación de riqueza), y la solidaridad y el altruismo (frente a su egoísmo, ignorancia de los otros, y miedo a la diferencia). Y no hablaré de la corrupción, que es la que ha movido las cosas en esta región desde hace décadas. Pero la sociedad va por otra lado, y, desgraciadamente para Vd., señor mío, sus ideas y lo que representan pertenecen ya al pasado.
Hola Sr. José A.
En serio, creo –como usted- que lo mejor es dar por zanjado este inútil intento de establecer un mínimo contacto entre su sincera disposición a defender determinados (y firmes) criterios en relación con una visión parcial, interesada -en cuanto le permite dar salida a sus cuestiones profesionales y/o docentes- y mis sencillos criterios. Y no piense que estoy en contra de que usted hable y diga lo que le sugiera el caletre sino que estoy totalmente en contra de lo que dice, de su discurso monocorde, aburrido y por demás veterano. Canta usted sus bondades con la algarabía inane de la gallina ponedora; su discurso –se lo aseguro- no va más allá de los límites que someten a los muy pocos que se enrocan en el despacho teórico en donde se entretienen en argumentos totalitarios que quienes, con verdadero sentido de la globalidad de las cosas, no comparten. No sale usted de ese santuario prefabricado en donde se esconde el radicalismo. Resulta ser todo su tingado un coto tupido de cerrazón y descalificaciones a troche y moche. Suerte que algunos, de entre la inmensa mayoría que no se corresponde con su corral intelectual (¡cerrado a cal y canto!), tenemos la capacidad de dar con respuestas amplias y universales a la consigna (revestida de ciencia o no) que el ecologista radical despliega. Resulta patético que me acuse de parcial e inmerso en ideología rancia cuando mi discurso pretende ser amplio (y no precisamente totalitario) pues tomo en consideración todo; incluso lo que usted opina). Es usted quien reparando en el sentido positivo de las estrategias globales, las rechaza de facto con sus intensos fundamentos. Y se equivoca (quizá llevado de la irritación que le produce mi rechazo, suave y educado, a sus propuestas) porque lo mío no es pretencioso, pues no desdeño de entrada las opiniones ajenas (¿acaso le ignoro a usted?). Lo mío es inteligencia, conocimiento y exposición clara de lo que mi conciencia técnica dicta. Hay mucha gente que piensa como yo, no lo olvide. En general, el asunto antropocéntrico que nos separa no supone mayor problema para mí. Estoy en el buen camino: primer comer y después, con el debido respeto, proteger lo que me rodea, no sea que irracionalmente pise los huevos de oro cortando los huevos a la gallina.
Ni soy impertinente, ni me distingo por insultar; sencillamente expongo con claridad mis puntos de vista. Por cierto, no sería en nada desafortunado que este (al final estúpido) debate pudiera ofrecérselos a sus alumnos para que aprendan a ver el vigor con el que su preceptor se mueve y cómo hay quien se le opone.
Nada de insultos, pues la estupidez que hube observado en alguno de sus opiniones no le garantizan la condición de estúpido. Estaríamos aviados todos si al cometer una estulticia nos convirtiéramos en estúpidos. La estupidez fugaz asola a todos los hombres, incluido usted y yo.
Si en Burundi existiera la abundancia, nadie dudaría de que los burundúis, burundienses o burunduinos estarían cortando las flores en su jardín. Sin riqueza es difícil exigir respeto a nada que no sea el apetito de cubrir necesidades primarias. Otra cosa es satisfacer apetitos sin reparar en nada. Sólo en este punto me pongo a disposición de su criterio ambiental. Insisto, el mayor y más pérfido enemigo del entorno natural es la Pobreza. En su ámbito no hay salida.
Por si le parece interesante, le diré que la historia del lince la veo con ojos positivos, de lo peyorativo ya se encarga usted. No me andaré con remilgos rebuscados: usted está muy en discordancia con el sentido común que todo lo tiene en cuenta y no sólo el foco centrado en la Naturaleza. Pero ¿es que quienes tomamos en consideración la riqueza y la calidad de vida estamos necesariamente en contra de la Naturaleza? Esta proposición universal, de ser cierta, haría de usted un héroe y de los incautos como yo, unos imbéciles. Mas no es así; sugiero que es usted el raro.
Yo ya me voy. Con la esperanza de que los impactos que habrá de tener el futuro puerto de El Gorguel serán sabiamente neutralizados para que el nivel de vida de los ciudadanos sea aceptable, mientras usted y quienes le acompañan sigan advirtiendo de peligros sin cuento, algunos de los cuales merecerán mi consideración. Ah, no me resisto: sus referencias a mis pretensiones judeo-cristianas, al crecepelo y a los cuentos chinos son, desde luego, una verdadera estupidez, tan ridícula como dañina (caso de generalizarse, que no lo creo).
Adios. (juan Guillamón)
Creo igualmente que este diálogo es finalmente estúpido, pues enfrenta (dialécticamente) dos posturas que, por lo que se ve, son irreconciliables. Me resulta gracioso comprobar que ambos estamos convencidos de nuestra verdad, y ambos pensamos del otro que está adoptando una posición inamovible, férrea, ideologizada, parcial e interesada. Esto me lleva a una conclusión que puede ser expuesta en negativo (esto es un diálogo de sordos que hablan distintos idiomas y se refieren a una distinta realidad), pero también en positivo: probablemente tendríamos más puntos de contacto de los que nosotros mismos pensamos ahora mismo. Porque lo que es cierto es que ambos no podemos tener razón a la vez, y convendrá conmigo en que no hay razones a priori para pensar que sólo uno de los dos tiene toda la razón.
O no, porque, claro (léase en un tono jocoso), qué se puede esperar de alguien que cree firmemente que la región de Murcia es ambientalmente pobre (así lo expuso Vd. públicamente una vez, y nunca se desdijo a pesar de múltiples respuestas basadas en “inteligencia, conocimiento y exposición clara de lo que mi conciencia técnica dicta” por parte de especialistas, ellos sí), y que toda opinión diferente a la suya no puede provenir sino de un bárbaro prepotente y radical, seguidor de consignas, incapaz de razonamiento autónomo, y empeñado en acabar con la raza humana en beneficio de los pajaricos del monte. Risible y patético.
Quiero decirle además que su argumento de ir con la mayoría (“hay mucha gente que piensa como yo, no lo olvide”) no me impresiona, sino todo lo contrario; le copiaré una frase atribuida a Erich Fromm (autoría que no tengo tiempo ni ganas de confirmar), y que desarrolla esa idea: “El hecho de que millones de personas compartan los mismos vicios no convierte esos vicios en virtudes; el hecho de que compartan muchos errores no convierte éstos en verdades; y el hecho de que millones de personas padezcan las mismas formas de patología mental no hace de estas personas gente equilibrada”. La experiencia reciente en Murcia, la propia crisis económica española, apuntalada en el fracaso del modelo “ladrillo para todos” (fagocitadora de paisaje, la gallina de los huevos de oro), va en direcciones contrarias a la que usted propugna. Pero fíjese que en esta Región, estar imputado y/o condenado por corrupción urbanística es garantía de arrasar en las elecciones… Cosas de las mayorías…
Además de no conocerme (aunque crea que sí), Vd. hace juicios de valor sobre mi realidad y perspectiva, que desmontan sus argumentos por hueros y faltos de base sólida. Si yo eludo presentarme, no es por afán de impunidad o cobardía, sino para evitar darle a Vd. asideros dialécticos ajenos a las propias ideas que estamos debatiendo, por su inveterada y abusiva afición a la falacia ad hominem (y así le va, por tener que responder con IDEAS a otras ideas, y no con intoxicaciones). Le hago una contra-oferta: muestre Vd. este debate a personas que lo analicen con rigor y sin aspavientos o partidismos, y veremos cuántos de mis argumentos se quedan sin respuesta por su parte, y de qué modo va “aparcando” temas a medida que se va quedando sin evidencias (bueno, esto lo puede hacer Vd. mismo, pero dudo de su ecuanimidad; y someterlo a votación en un foro es inútil, ya sabemos cómo se las gastan los foros).
En el asunto del Gorguel, yo contrapongo calidad de vida a nivel de vida, ¿entiende usted la diferencia? Se la explicaré: el problema de los naturales de Burundi es que para que alcancen una calidad aceptable de vida, ha de ser a costa de cambios en nuestro nivel de vida. ¿Comprende? Lo dudo, enfrascado como está en seguir siendo el profeta de la sostenibilidad de pacotilla.
Gracias por su espacio y su tiempo.
Mi opinión es contraria a la de usted: en absoluto (ni por lo más remoto) soy protagonista de “ una inveterada y abusiva afición a la falacia ad hominem”. Ni mucho menos. Ni pretendo intoxicar. Permítame, por el contrario pensar eso de usted, ya sea en la Región de Murcia o en Alaska. Le doy la razón respecto a la cuestión cardinal de la verdad: basta con un solo sabio que certifique una teoría para que esta tenga validez, sin los aspavientos de cien o más personas (recuerde el asunto de Einstein), por eso resulta chocante su apelación a que este debate sea analizado por personas que ‘lo analicen con rigor’. Se le va la mano pues, ¿acaso no nos bastamos nosotros?
He llegado al convencimiento de que sus argumentos están precisamente en contra de usted; me acusa pero se acusa. Veamos. No contesta a mis cuestiones, me juzga por lo que de mí tiene figurado más que por mis criterios (lo cual no encaja con mi condición de ser sumamente expresivo). No es precisamente usted un ecuánime ni…tiene apellidos, ¿es usted un profesor? Yo no, ni soy un corrupto, ni me mofo de mi Región, ni tengo por dispuesto que todos los ecologistas están metidos dentro del ecologismo radical. Estoy, sin embargo, a favor de las mayorías razonables.
¿Cuáles son mis juicios de valor acerca de su persona? Los suyos hacia la mía han quedado claros, pero imperfectos e inadecuados. Pese a todo, un consejo: no dude de mi capacidad para entender las cosas; entiendo, y no comparto, hasta sus propios criterios.
Quizá sería positivo dar por zanjado este ¿debate? Y, dígame ¿Podríamos vernos?
Le agradezco su oferta, aunque creo que el debate escrito es preferible a (y probablemente más fructífero que) un hipotético encuentro. Quedo pendiente de sus entradas y artículos de prensa. Con mi atento y cordial disenso, reciba un saludo de José A.
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