Soy muy partidario de que el abastecimiento Barcelona se haga cuanto antes. 5 millones de personas tienen prioridad sobre cualquier otro aspecto de menor importancia. Por eso la reciente noticia de que, al fin, se va a producir una transferencia hidráulica desde el Ebro hasta el depósito de La Abrera en Barcelona anima mi pasión por la Hidráulica, la disciplina mejor aliada para la Ordenación del Territorio pues, por obligación, lleva (la buena Hidráulica) interiorizada la conciencia ambiental ya que su práctica constituye una alteración severa, pero responsable, del Territorio. Hay, no obstante, una cuestión que ciertamente me incomoda, sólo a nivel intelectual, y que me produce fastidio. No es otra cosa que la sesgada lectura que se hace de la muy famosa Directiva Marco del Agua cuyo contenido acaso podría resumirse en dos sagrados mandamientos. Uno: Amarás al Medio Ambiente sobre todas las cosas, y Dos: Recuperarás en su totalidad el coste originado por el uso del Agua. Durante los últimos 4 años, algunos han llevado por bandera ambiental el primer mandamiento, dejando de lado (a veces con cierta desvergüenza intelectual) el otro que, a mi modo de ver, tiene mayor trascendencia porque si al personal se le toca el bolsillo la respuesta es inmediata y el ahorro en el uso del agua es seguro. Y ello provocaría una menor presión en las masas de agua y en el Medio Ambiente de acuerdo con los criterios sostenibles, no exactamente interpretados con fines sectarios.
Recuperar el coste derivado del uso del agua. Esta es la cuestión. Pues bien, ahora, en circunstancias trágicas, es cuando hay que armonizar este precepto de contenido económico con la resolución urgente de un problema que afecta a millones de personas. Por supuesto que este colectivo merece una atención prioritaria sobre otras, también importantes, que tienen que ver con la biocenosis total del biotopo global, y no sólo del delta del Ebro. Pues bien, en la alocada línea emprendida por algunos que para justificar determinada acción política han hecho del vocablo trasvase una palabra endemoniada, se ha tenido la ocurrencia de calificar una obra hidráulica de más de 200 millones de euros, empleando más de 60 Km. de tubería de diámetro 1,4 m., de acero, helicosoldada, a prueba de presiones superiores a 50 atmósferas, con el requerimiento inexcusable de instalar 2 impulsiones para elevar el agua a 500 m., todo ello deprisa y corriendo; adjudicando la obra en el filo de la navaja que marca la ilegalidad, de acuerdo con la Ley de Contratos; utilizando el método digital que tanto ha sido cuestionado para obras de mísero presupuesto, en comparación con ésta, para determinar el contratista adjudicatario de la bicoca, pues a ver quién es el guapo director de obra capaz de exigir calidad cuando esta acción lleva implícito, siempre, retrasos en el plazo de ejecución; sin Declaración de Impacto Ambiental, sin Informaciones Públicas, sin Planes ni Programas y sin molestos ecologistas. Esta obra “temporal” según los impulsores de esta acción -a la que pretenden llamar cualquier cosa menos (perverso) trasvase- da lugar a un coste del M3 (transportado, elevado, transferido, socorrido, etc.) estratosférico. Veamos si no: 4 Hm³ al mes recogidos, trasladados, en un tubito de diámetro 1,4 m. entre los meses de octubre y abril dan 28 hm³ en total, lo cual, y siempre manteniendo que el efecto de esta transferencia es temporal y desmontable, origina un precio de 7 euros de coste fijo para cada M3, para sumarle después el coste variable en función de las elevaciones y otros conceptos. Se mire por donde se mire esto es un disparate que felizmente podría haber sido evitado sin más que haber llamado a las cosas por su nombre y en lugar de haber dispuesto un diámetro de 1,4m. haberlo hecho de 1,8m. capaz de trasegar (trasladar, acarrear… y trasvasar) un volumen total de 190 Hm3 durante 9 meses al año. Así, las autoridades catalanas y las del gobierno central, habrían dado cumplimiento a lo dispuesto en el derogado Trasvase del Ebro: la traza, las impulsiones, el diámetro de la tubería y el caudal.
Dicho lo anterior, ello no sería óbice para que si hay que perforar la sierra del Garraf yo me ofrezca voluntario si fuera menester, porque haber dado lugar a que la situación en Barcelona tenga tintes dramáticos, de verdad, no tiene perdón de Dios. Pero también, justo es decirlo, ahí va mi admiración a la ‘geta’ de los inteligentes catalanes que han sido capaces de aplicar el dinero proveniente de los Fondos de Cohesión, salvando el compromiso presupuestario que obliga a estos fondos a financiar obras de abastecimiento ó trasporte a fin de asegurar la cohesión entre territorios, para arreglar su particular red de abastecimiento en el exclusivo ámbito catalán, lo cual parece indicar que, en efecto, los catalanes no reconocen otro territorio más que el suyo propio. Entre 300 y 400 millones de euros, con el consentimiento del anterior MIMAM, han sido gestionados exclusivamente por el gobierno catalán.
Quienes creemos que la vida es un trasvase (de todo, de todo) en ocasiones nos parece que -en realidad- la vida es una tómbola y que si eres catalán siempre toca.
Juan Guillamón. La verdad
Murcia, Abril 2008.
Recuperar el coste derivado del uso del agua. Esta es la cuestión. Pues bien, ahora, en circunstancias trágicas, es cuando hay que armonizar este precepto de contenido económico con la resolución urgente de un problema que afecta a millones de personas. Por supuesto que este colectivo merece una atención prioritaria sobre otras, también importantes, que tienen que ver con la biocenosis total del biotopo global, y no sólo del delta del Ebro. Pues bien, en la alocada línea emprendida por algunos que para justificar determinada acción política han hecho del vocablo trasvase una palabra endemoniada, se ha tenido la ocurrencia de calificar una obra hidráulica de más de 200 millones de euros, empleando más de 60 Km. de tubería de diámetro 1,4 m., de acero, helicosoldada, a prueba de presiones superiores a 50 atmósferas, con el requerimiento inexcusable de instalar 2 impulsiones para elevar el agua a 500 m., todo ello deprisa y corriendo; adjudicando la obra en el filo de la navaja que marca la ilegalidad, de acuerdo con la Ley de Contratos; utilizando el método digital que tanto ha sido cuestionado para obras de mísero presupuesto, en comparación con ésta, para determinar el contratista adjudicatario de la bicoca, pues a ver quién es el guapo director de obra capaz de exigir calidad cuando esta acción lleva implícito, siempre, retrasos en el plazo de ejecución; sin Declaración de Impacto Ambiental, sin Informaciones Públicas, sin Planes ni Programas y sin molestos ecologistas. Esta obra “temporal” según los impulsores de esta acción -a la que pretenden llamar cualquier cosa menos (perverso) trasvase- da lugar a un coste del M3 (transportado, elevado, transferido, socorrido, etc.) estratosférico. Veamos si no: 4 Hm³ al mes recogidos, trasladados, en un tubito de diámetro 1,4 m. entre los meses de octubre y abril dan 28 hm³ en total, lo cual, y siempre manteniendo que el efecto de esta transferencia es temporal y desmontable, origina un precio de 7 euros de coste fijo para cada M3, para sumarle después el coste variable en función de las elevaciones y otros conceptos. Se mire por donde se mire esto es un disparate que felizmente podría haber sido evitado sin más que haber llamado a las cosas por su nombre y en lugar de haber dispuesto un diámetro de 1,4m. haberlo hecho de 1,8m. capaz de trasegar (trasladar, acarrear… y trasvasar) un volumen total de 190 Hm3 durante 9 meses al año. Así, las autoridades catalanas y las del gobierno central, habrían dado cumplimiento a lo dispuesto en el derogado Trasvase del Ebro: la traza, las impulsiones, el diámetro de la tubería y el caudal.
Dicho lo anterior, ello no sería óbice para que si hay que perforar la sierra del Garraf yo me ofrezca voluntario si fuera menester, porque haber dado lugar a que la situación en Barcelona tenga tintes dramáticos, de verdad, no tiene perdón de Dios. Pero también, justo es decirlo, ahí va mi admiración a la ‘geta’ de los inteligentes catalanes que han sido capaces de aplicar el dinero proveniente de los Fondos de Cohesión, salvando el compromiso presupuestario que obliga a estos fondos a financiar obras de abastecimiento ó trasporte a fin de asegurar la cohesión entre territorios, para arreglar su particular red de abastecimiento en el exclusivo ámbito catalán, lo cual parece indicar que, en efecto, los catalanes no reconocen otro territorio más que el suyo propio. Entre 300 y 400 millones de euros, con el consentimiento del anterior MIMAM, han sido gestionados exclusivamente por el gobierno catalán.
Quienes creemos que la vida es un trasvase (de todo, de todo) en ocasiones nos parece que -en realidad- la vida es una tómbola y que si eres catalán siempre toca.
Juan Guillamón. La verdad
Murcia, Abril 2008.
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