Uno ya no sabe a qué atenerse, por lo que de decepcionante supone la observación de las idas y venidas que nos muestra la actualidad. Me temo que soy pasto de la sugestión que me lleva a establecer paralelismos entre las noticias del mundo del corazón y las propias del devenir político. Me explicaré. Entre ambas actividades encuentro un punto en común que, por lo lamentable del mismo, me hace caer en el pesimismo más radical. Me refiero al asunto de los rumores. Tanto en el mundo rosa como el mundo político se ha llegado a la conclusión de que a los "usuarios" respectivos les interesa más el rumor que los hechos reales, de tal forma que hemos sido capaces entre todos (ciudadanía en general, políticos centrados en el voto, periodistas vulgares especializados en remover la caca producida por friquis con notoriedad pasajera) de organizar un sistema de vida en donde la noticia es el rumor; o mejor, el rumor es noticia (interesada). Siendo como es que la corrupción es patrimonio de todos sin miramiento alguno respecto a si viene por la izquierda o la derecha, que además es independiente de los credos políticos y depende en exclusiva de la actitud personal de alguien a quien se le ha dotado de poder, el peligro que se cierne sobre las instituciones políticas es ya prácticamente intolerable. Si uno descubre que cualquier opositor político -notorio o no, es lo mismo- tiene un cuñado a quien se le acusa de haber manipulado determinada "tira de cuerdas" para ganar unos metros en una parcela heredada de sus suegros, ya tiene "molla" en donde morder. Por las buenas. Claro que, a su vez, el del cuñado tirará de rumor hasta que dé con la pista que le lleve hasta esa situación comprometida en la cual un político perteneciente al mismo partido que su opositor fue visto en los toros con el primo de la cuñada de la mujer del tesorero de un inculpado en la operación ‘malaya’. Comprenderá el lector que este devenir de las cosas en el ámbito político es muy parecido a cualquiera de estas historias rosas por la cual un par de friquis se pelean en TV, en tanto en cuanto uno de ellos acusa al otro de haber tenido relaciones sexuales con la ex novia del ex novio de la abuela del que, a su vez, se tiraba a la prima de su contertulio ocasional, o no tanto. Uno dice que sí, y el otro lo niega. Esto es lo que hay, pero, por cierto, si un partido se manifiesta contra la guerra de Irak, el otro se manifiesta contra la liberación de (d) Juana (mi ordenador me impide escribir dos veces seguidas "de"). Ya sé que es legal lo de (d) Juana, pero, ¿hubiese sido también legal haberle metido por donde le hubiese cabido un buen bocadillo de chorizo, pero dentro de la cárcel? Al menos esta situación hubiese provocado menos alarma social, porque el Derecho se basa en cuestiones objetivas y (cuando menos) del fallo ha de derivarse una situación de conflicto de menor magnitud que la que, sin ese fallo judicial, se hubiera de producir. Y éste, desde luego, no es el caso. Pero en fin...
Intento defenderme de todo esto, pero debo confesar que el método utilizado me tiene un poco harto: los houses y las greys me salen hasta por las orejas. No sé si el tratamiento anti-rosa me está haciendo perder la cabeza con esos telefilmes americanos que, en número de tres, cuatro y hasta cinco, me pongo en la televisión diariamente como profilaxis frente a los programas del corazón. Y hablando de House (el médico trastornado) me ha venido a la cabeza algo que uno de mis contertulios me hubo referido en uno de esos momentos chocantes y divertidos con que nos enfrentamos a la desnuda realidad. Me dice, mi contertuliano, que en una ocasión requerido al efecto, el ayer innombrable (y hoy respetado político) Alfonso Guerra, y referente a la opinión que le merecía el presidente del gobierno José Luís Rodríguez Zapatero, el ex vicepresidente afirmó sin dudar: "Zapatero es exactamente lo que parece". Lo anteriormente expresado es, desde luego, un rumor y por consiguiente una noticia. Vaya usted a saber si es verdad o mentira lo que el rumor apunta, pero tal frase resulta verdaderamente esclarecedora respecto a la personalidad de uno y otro. Guerra, casi un House pero sin bastón, aparece mediante esta frase como el irónico, frívolo e inteligente que fue. Y Zapatero, pues eso... como lo que parece.
No sé si seré capaz de defenderme de lo que se nos viene encima con esto de las elecciones municipales. Entre otras cosas, porque tengo el convencimiento de que no todos los políticos son corruptos. Muy al contrario, es excepcional el hecho de encontrar alguno de estas características. Otra cosa es que esos propios políticos se tiren encima verdades a medias y rumores para convencernos de que sus rivales son como la quina de malos, y ellos unos santos varones. Un bastonazo de House es lo que haría falta, y un espécimen parecido a Belén Esteban al poder, sin más rodeos.
marzo, 2007. La verdad
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