Veamos, estoy ante un impreso que
como Diputado estoy obligado a cumplimentar. Tengo dudas, lo confieso, si debo
hacerlo o no ¿Lo estoy apercibido de
morbosas curiosidades de que cualquiera pueda indagar en la realidad económica
de los diputados, sea para bien o sea para mal? Sí. Lo cierto es que si alguien
pueda pensar que con la desnudez total de las cuentas en internet han de
acabarse los chanchullos políticos es un panoli; no resulta nada esperanzador.
Hay quien me recuerda –sin pasión alguna- que no somos como billetes de 100
euros que a cualquiera gusta y de ello saco la conclusión de que ningún
diputado está libre de tener enemigos; enemigos a muerte e incluso compañeros
de partido. Así es que, tras la publicación de los datos requeridos, el
obligado a publicar será objeto de ataques basados en la contemplación parcial
de cualquiera de los conceptos económicos observables a punta de ratón. No soy amigo de las comparaciones
exageradas pero permítaseme, llegado este estado de exageración democrática,
que tal proceso –salvaguardadas las debidas escalas- me recuerda la
degeneración en que devino la praxis de la Santa Inquisición cuyas técnicas
daban la opción a cualquiera para que –so pretexto de defender la Fe de Cristo-
pudiera acusarse en falso al vecino enemigo de cualquier cosa, como que no
asistía a Misa, negaba la virginidad de la Virgen o no creía en la Santísima
Trinidad ect.., con la posible consecuencia de que el vilmente acusado
terminara en la hoguera o desmembrados sus miembros.
En Telecinco se puede observar que
las cosas morbosas son las que más interesan a esta desnortada sociedad.
Desnortada por culpa de nosotros, sin duda, los políticos. Pues a más de no ser
capaces de destruir el Paro, no evitar esa vergüenza social que son los
desahucios, mitigar los centrífugos efectos de las distintas sensibilidades
locales, apremiar soluciones que eviten más recortes etc.., ahora resulta que
nuestro problema es la Corrupción que se da en la propia clase política. Quiero
que se entienda que no trato de disculpar al PP cuando hablo de clase política
en general sino que, a la vista está, nadie de los grandes partidos se libra de
pecado. Claro que por unos pocos no es justo rechazar a todo un conjunto. Sin
embargo, aunque en muy pequeño porcentaje, en política el asunto es demasiado
grave. Sí.
Como reacción a estas intolerables
acciones se toma la peregrina diligencia de publicar las riquezas y miserias de
los diputados a fin, no hay duda, de terminar con la corrupción. Solemne
estupidez este sometimiento de todos tal cuestión innecesaria que, como primera
medida, despertará el interés de curiosos inmoderados, y la intervención de
adversarios deseosos de interpretar datos en su propio beneficio. Ay, seguro,
que podrá argumentarse aquello de.., ’estos
sinvergüenzas con lo que tienen y desahuciando a los pobres ¿ Por qué, no?
Lo cual no es sino la denigrante situación que se corresponde con la nefasta
apreciación de que todos los políticos, todos, somos unos corruptos. Y eso sin
descartar el inestimable dato que supone para los amigos de lo ajeno saber
quién tiene más, cuánto y en dónde.
Pues sí tengo dudas, pues para
averiguar que no soy un corrupto no es necesaria tanta batería y, en todo caso,
mis datos ya los expuse públicamente en su día y obran en poder de la Asamblea
Regional. Cualquiera puede consultarlos pero, eso sí, dando su nombre,
apellidos, DNI y justificación del interés público. De lo contrario que recurra
a Telecinco.