La actitud que
mantiene el PSOE en estas circunstancias críticas tan insoportables merece la
peor de las calificaciones éticas. Estoy (casi convencido de que la ciudadanía
está hasta el gorro de nosotros, los políticos, porque aprecian una verdadera falta
de sintonía política con el problema actual. Al tiempo, seguro, desprecian las
declaraciones de unos y otros que tan solo tienen que ver con la determinada
posición de los partidos como fortaleza ideológica. Los resultados tenidos por
el PSOE en las recientes elecciones de esas comunidades denominadas
'históricas' (así es que Castilla no es parte principal de la Historia de
España) merecen un suspenso integral para tal partido. El asunto (señores,
estamos en España) no tendría especial relevancia si no fuera porque el PSOE se
considera a sí mismo el alumno más aventajado y el más listo de la clase (clase
política, se entiende). Sin duda, sus coqueteos interesados con los que
alientan los nacionalismos le han pasado factura.
Lo que se
declara en los programas electorales debería ser cumplido, pero si resulta que
las circunstancias resultan inadecuadas (sobrevenidas) y no se puede mantener
lo comprometido, es necesario un ejercicio de responsabilidad por hacer lo
posible por salir airoso de la situación. La escasa subida de las pensiones
acordada esta semana por el Gobierno (1-2%) supone más que un engaño, una
obligación moral encuadrada en el conjunto de medidas para atajar el Déficit,
verdadero leviatán no solo para pensionistas sino para el ciudadano en general.
Y, ahora, viene el PSOE -el partido que franqueó el paso de la señora Crisis a
España- a postularse como el apóstol del ciudadano, cuando resulta palmario que
su último mandato fue un engaño descarado para mantenerse en el gobierno a toda
costa. Un verdadero ejemplo de irresponsabilidad. Y, he aquí, el paradigma de
la mentira: El 14 de enero de 2008 (inmediaciones
de las Generales y confirmada ya la Crisis desde junio del anterior año) Zapatero nos cuenta: que ‘La crisis es una falacia, puro
catastrofismo. Estamos creciendo por encima del 3%. Aunque mañana crezcamos al
3% o al 2,8%, que es un crecimiento bueno, vamos a seguir creando empleo y
teniendo superávit’. Y, lo que es ya –ciertamente- el colmo: 3 de marzo,
2008, Zapatero, enfatiza ‘prometo crear dos millones de empleo’.
Lo dice aunque no puede prometer pero promete ¿Al cabo del tiempo es o no es
esto una gran mentira como para que ahora el PSOE no ya cese en su apostolado
sino que se sonroje? Y, algo después, dijo ‘España está en condiciones de llegar al pleno empleo’ (¡¡¡).
Lo cierto es
que no es mi intención negar que estamos fatal y que el gobierno hasta el
momento no ha dado con la clave para frenar este desconcierto económico tan
pertinaz, que el futuro a corto plazo es negro, muy negro, pero de ahí a
aceptar las críticas del partido socialista hay un trecho intelectual demasiado
largo. Si los socialistas hubieran hecho sus deberes de acuerdo con el interés
general en vez de tener puesta su atención en las ‘rajitas’ de las urnas
electorales, la situación actual -¡seguro!- no sería tan grave y ministros tan responsables
como Sevilla y Solbes no hubieran abandonado el barco. Zapatero debió hacer como su colega Schroeder en Alemania cuyo adelanto en las reformas del mercado
laboral, la enseñanza y las políticas netamente sociales, hace ya más de diez
años, han permitido que Alemania hay sorteado la Crisis de mejor manera que
España en lo particular.
Solo el
silencio, la colaboración y aceptar que la lucha contra el déficit es condición
necesaria y suficiente para atajar esta miseria económica a medio plazo, la
ciudadanía podría dar respaldo electoral a este socialismo, intruso en el
sistema de libre mercado, una vez abandonado
a su suerte el modo y manera de gobernar mediante el centralismo y la búsqueda
radical del reparto de riqueza por mucho que esta resulte ser una auténtica
miseria.
Ah, finalizo
reconociendo que, por desgracia y de cara al ciudadano, el PP todavía no ha
tenido (es evidente) el éxito que se esperaba. Esto es así, pero que el PSOE,
siendo el mayor responsable de este pifostio-tiberio
insoportable es como para echarse a llorar. Y si no, ¿qué trabajo les cuesta a
sus dirigentes darse un garbeo por las actas electorales de los últimos
comicios en Galicia, País Vasco y Cataluña (las nacionalidades históricas de
España, ya que Castilla –al parecer- no lo es, insisto) para que el sonrojo
limite su instinto de revancha. Sí, porque aunque todos somos muy malos ellos,
los socialistas, son peores.