Qué
bien, mira tú por dónde que los diputados Pacheco y Garre no fueron tan malos y
por tanto no debieron ser multados con esos ridículos 300 euros que, por
cierto, no pagaron ellos sino que fueron
financiados por determinado y excelente colectivo de regantes. Bien, sé que no
conduce a nada bueno disputar entre hermanos pero amparado por aquello de que
la excepción confirma la regla y llevado de cierto ímpetu, muy cargado de
racionalidad, no puedo (¿o sí?) dejar pasar esta oportunidad que la cosa
política (cien por cien, sin asomo alguno de reflexión ajena a sectarios y
egoístas intereses locales) me brinda, recién culminada la siempre ventosa y
sufrida Semana Santa y en plena fiesta local de huertos y sardinas, en relación
con un suceso -perfecto ejemplo de la contradicción (oxímoron prevalente)- que
recién se ha producido no tanto en materia de Agua sino en asuntos que afectan
a la estabilidad política de Aragón. Resulta que, en el Congreso de los Diputados,
ante una temeraria iniciativa catalana cuyo objetivo (algo o mucho de vesanía
tiene en sumo grado) era laminar políticamente todo intento de articular
hidráulicamente el conjunto de todas las Españas –léase, trasvases- la UTPP
(Unión Temporal de Partidos Políticos) de Aragón formada por el PP y sus ahora
socios, los del PAR, han interpretado todo el espectro democrático que la
práctica parlamentaria se permite. El PP, como conjunto nacional de la España
Total votó en contra (Opción 1). Bien. La parte local del nacional PP, esto es
la facción aragonesa, eligió la abstención (Opción 2) y, en fin, el apéndice
local de la UTPP, PAR, fue directamente al grano y votó a favor (Opción 3).
Quizá, para completar esta demostración de amplitud democrática, habría faltado
incorporar a este lucido espectro alguna postura o gesto que, sin ser tan
democrático, sí que tiene una fácil expresión (Opción 4): irse, y no volver,
del reducto parlamentario. Comprenderá el lector que nuestros diputados Pacheco
y Garre, cuando desmerecieron de aquel peregrino mandato que la disciplina
parlamentaria dispuso ante una nada razonable disposición contenida en el
Estatuto Castellano manchego, en realidad se estaban constituyendo en paradigma
de la interpretación amplia de la democracia parlamentaria, solo que en sentido
algo más positivo que el del que ahora se produce.
No
estoy preparado intelectualmente para admitir contradicciones tan palmarias.
No. Apresúrese el lector (si ante mí lo hubiere) a interpretar esta joya
política de quien desde hace nada dirige los destinos de la Confederación del
Ebro, Don X de Pedro, del PAR. Éste se señor le dice al periodista Rafael
Méndez, textual: ‘El PAR siempre ha
tenido una política de Estado y una política de defensa de la cuenca’. Una
de dos, o admitimos que la gestión del Agua es una cuestión de Estado o es de
las cuencas, pero las dos cosas a la vez enunciadas no es sino una maldad
política que merece la consideración de quienes están interesados en mantener
el estado entrópico de los embustes basados en la oximoronía.
Qué
gran desánimo no habrá de envolvernos a quienes padecemos el vicio de llegar al
juicio oportuno a través de lo razonable (en esto, todavía soy un aprendiz que
busca la ilustración). Y ante este contrasentido de colocar a uno del PAR en un
organismo que afecta a 10 autonomías el señor X de Pedro no se arredra: ‘El PAR siempre ha aspirado a dirigir la
Confederación del Ebro. No es una reivindicación nueva. Nace de la oposición a
un trasvase del Ebro, porque Aragón es muy árido’. Qué concepto, que sabrá,
don Xabier de lo que es aridez.